La distancia nos abre a nuevas oportunidades
para amar y ser amados cuando estamos lejos de los que queremos
Estar lejos no es fácil, pero puede enseñarnos muchas lecciones invaluables. La distancia nos ayuda a ver las cosas en perspectiva, a valorar cada momento que se comparte, reconocer lo que es realmente importante y evaluar mejor quiénes somos.
Sea que tu familia se mude, te vayas a estudiar a otra ciudad o un trabajo te aleje, lo que puedes aprender estando lejos será beneficioso tanto para tu vida como para tus seres queridos. Al final, la distancia no es rival para el amor y si perseveramos lo suficiente, siempre volveremos a encontrarnos.
Apreciar cada segundo y valorar los encuentros
La distancia nos enseña a apreciar el tiempo juntos, algo que muchas veces por tenernos cerca todos los días no valoramos tanto. Cuando tenemos que pasar algún tiempo separados, los pequeños momentos de encuentro cobran un valor inconmensurable. Uno aprende a apreciarlos más y vive con la conciencia de que cada instante compartido cuenta.
Perfeccionar nuestra habilidad para comunicarnos
Cuando estamos cerca es fácil caer en malos hábitos como mirar los teléfonos o dejar de hablar sobre el día que ha pasado. El estar lejos nos lleva a tener que planificar horarios, estar presentes y hacer preguntas que no son rápidas o muy generales buscando una comunicación más profunda para tener conversaciones de calidad al final del día.
Fortalecer nuestra amistad
Cuando estamos lejos no podemos abrazarnos. La distancia nos lleva a desarrollar otras dimensiones más allá del aspecto físico. Se comparten pensamientos, se habla sobre los gustos de cada uno y se fortalece una amistad que nos ayuda no solo a conocer las pequeñas peculiaridades del otro sino también a construir una base sólida en la confianza.
Usar las palabras con cuidado
Uno no tarda en darse cuenta lo fácil que es lastimarse con un mensaje irreflexivo o un estallido emocional por teléfono. Para evitar decir cosas hirientes, se aprende a tomar un tiempo para pensar en lo que se quería decir antes de comenzar a gritar o enviar un mensaje de texto enojado, incluso si eso significa recurrir al silencio para reordenar los pensamientos.
Sentir las cosas más rápido
Cuando uno se encuentra lejos está más en contacto con los sentidos. Sabrá cuando el otro está teniendo un mal día, cuando está entusiasmado con algo o cuando está enojado. Se puede conocer al otro en un nivel mucho más profundo y esto puede ser muy beneficioso a largo plazo cuando uno se reúna nuevamente.
Ser más pacientes
El hecho de sentir que uno se pasa la vida esperando puede generar mucha frustración: esperar el próximo mensaje, el siguiente vuelo o la próxima videollamada. No es una forma fácil de vivir. Pero a través de todo eso, uno aprende a esperar con amor, a superar los momentos difíciles juntos y a vivir con más esperanza.
Aumentar la creatividad
La creatividad es clave para mantener la chispa. Enviar regalos divertidos por correo, escribir cartas de amor o sorprender a otro con una visita improvisada son ideas creativas que llegan por buscar estar más cerca. En la distancia hay que estar dispuestos a gastar dinero, a tomarse el tiempo necesario y hacer el esfuerzo.
Madurar más rápido
Una gran lección que aprendemos cuando estamos lejos es que necesitamos madurar. Se necesita madurez para que una relación a larga distancia funcione. Las personas inmaduras no podrán comunicarse, confiar y lidiar con las muchas luchas que vienen con ella. Será una prueba que mostrará lo fuerte que es ese amor.
Cecilia Zinicola, Aleteia
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