«Hemos olvidado lo poderoso que puede llegar a ser el testimonio», dice Catherine Pakaluk
"Aquello que precisamente creíamos que era un problema insalvable [para un nuevo hijo] terminaba siendo aquello que necesitábamos para solucionarlo”
La de cómo solventar el temido e imparable invierno demográfico es una pregunta en boca de todos. Hay quienes recurren a los programas de ayudas estatales, otros a la inmigración… Pero la economista Catherine Pakaluk parece haber dado con una respuesta mucho más trascendente en la que pocos habían reparado hasta ahora.
Su hallazgo se dio a raíz de la publicación de Hannah's Children, un libro en el que Pakaluk entrevistaba a 55 madres de familia numerosa tratando de desvelar los motivos que las llevan a “desafiar al invierno demográfico”. En un principio, la escritora y economista quedó sorprendida al comprobar que los programas estatales de ayudas a la maternidad no estaban motivando a las familias a incrementar el número de hijos. La sorpresa no terminó ahí, pues entre las conclusiones de sus entrevistas, obtuvo la respuesta a una verdad difícil de digerir para un país como Estados Unidos, donde se producen cerca de un millón de abortos quirúrgicos al año: ¿Y si los niños que se abortan fuesen la solución a las causas que llevan a abortarlos?
Fueron solo dos de los muchos temas que abordó en su reciente entrevista concedida a Sami Parker, de la organización provida Live Action.
Interrogada por la mentalidad antinatalista del presente, la escritora corroboró que, en muchos casos, si las familias no quieren tener más hijos es porque no han oído hablar ni de la posibilidad ni de sus consecuencias.
“La gente realmente no sabe por qué, no sabe cómo se podría llegar a contemplar cómo tener más de 1,6 seis hijos puede ser una excelente manera de vivir tu vida. Y en muchos casos, es porque nunca han oído hablar de ello”, explica.
El poder del testimonio
La escritora, de las pocas que han investigado el tema en profundidad desde una perspectiva cristiana, confirmó que antes de los programas estatales las mujeres necesitan escuchar.
“De lo que estoy hablando, en el sentido cristiano, es del testimonio a la antigua usanza. La Iglesia primitiva se extendió por el testimonio. La gente se levantaba, contaba cómo se convirtieron a Cristo y contaban historias increíblemente cautivadoras”, explica. Se daba incluso la paradoja de que “personas que ni siquiera eran cristianos bautizados estaban tan inspirados [por el ejemplo de los mártires] que decían que también eran cristianos y saltaban al coliseo”.
Pakaluk cree que se ha olvidado lo poderoso que puede llegar a ser el testimonio. Trasladado al debate provida y demográfico, la economista observa que “lo más importante que podemos hacer para persuadir a quienes no lo están considerando a tener hijos es simplemente compartir. Compartir nuestras experiencias con nuestros hijos. Contar las buenas historias... Que tener un bebé no te va a arruinar la vida".
¿Por qué tener más hijos?
En su caso, el libro Hannah's Children se ha configurado como una oportunidad para ella de compartir historias bonitas y atractivas, que se convierte en una poderosa herramienta si la gente se interesa por ellos.
Por ello, la economista advierte de que el testimonio debe separarse por completo de la idea de avergonzar, juzgar o ridiculizar a quienes no dan cabida a más hijos.
“Tal vez no están preparados. Tal vez Dios no los está llamando a eso, y creo que debemos tener espacio para ello”, comenta.
Durante la entrevista, Pakaluk se detuvo para recordar la respuesta de las madres de familia numerosa a la pregunta de por qué tener más hijos, incluso cuando las condiciones no fuesen propicias.
Un nuevo hijo: ¿Problema... o solución?
“La conclusión fue que, muchas veces, la decisión de ir más allá de lo normal fue porque la pareja había tenido una experiencia en la que uno de los niños había traído la solución, que resolvía un problema”, relata.
La respuesta volvió a ser tan teológica y emocional como la del testimonio de los primeros cristianos: “La providencia divina es tan amplia y multifacética que aquello que precisamente creíamos que era un problema insalvable [para un nuevo hijo] terminaba siendo aquello que necesitábamos para solucionarlo”.
Pakaluk acompañó su reflexión con el ejemplo de una familia de la ciudad de Provo, en Utah.
“Poco después de mudarse, ella concibió un bebé y no era lo que esperaban”, relata. La familia se encontraba en ese momento enfrentando los graves achaques de salud mental y ansiedad extrema de su hijo de 11 años.
“Lo habían llevado a terapia, medicamentos, todo tipo de cosas para ayudarle… Recuerda ponerse de rodillas y preguntarle a Dios por qué les enviaba otro bebé mientras trataban de ayudar al que tenían”, cuenta Pakaluk.
La respuesta llegó con el nacimiento del nuevo hijo.
“El bebé se fue a los brazos de su hermano mayor [enfermo]. Y sencillamente, se calmó”, confesó la madre. Al principio pensaron que podía ser un hecho aislado, “pero a medida que pasaba el tiempo, fue como si una paz lo invadiera'... Era como si simplemente necesitara sostener a ese bebé, mientras que antes del nacimiento no había funcionado nada”.
Aquel caso no fue aislado: según Pakaluk, la mayoría de las personas que entrevistó en su libro con varios hijos descubrieron, tarde o temprano, que tener un bebé no les iba a arruinar la vida, sino que el niño era realmente la solución a los problemas que temían.
José María Carrera Hurtado, ReL
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