Cada vez se extiende más la percepción de que el ambiente navideño comienza antes, pero su vivencia espiritual se posterga más con el paso de los años: descubre cómo paliar este fenómeno desde la vivencia del Adviento.

De no ser por Halloween, la celebración folclórica de la Navidad podría adelantarse hasta el mes de octubre: vivir el Adviento es una de las pocas formas de evitarlo.
La percepción de que la Navidad comienza cada año de forma más precipitada es, prácticamente, empírica. Estudios y reportajes que analizan la evolución no solo lo corroboran, sino que incluso han bautizado este fenómeno bajo el nombre de Christmas creep -adelanto comercial de la Navidad-. Las luces se encienden antes cada año, los “hits” navideños - liderados por el icónico All I Want For Christmas is You, de Mariah Carey- escalan posiciones en radio desde principios de noviembre, los mercados abren sus puertas con mayor antelación e incluso las compras se adelantan. Hasta el punto es así que los expertos en psicología del consumidor aseguran que, de no existir la “barrera moral” de Halloween, el ambiente navideño se adelantaría al mes de octubre.
Paralelamente, también la cosmovisión cristiana lucha por hacerse un hueco en la pugna, tratando de desvincular la Navidad de una mirada exclusivamente folclórica o comercial y devolverla, con la fe en su cúspide, al lugar y sentido que merecen. Y organizaciones e iniciativas como Scepter consideran que el mejor modo es “echar el freno” y celebrar un Adviento que, lejos de competir con la Navidad, anima a preparar a los fieles para vivirla de forma más sincera y profunda.
A dos semanas de la gran fiesta de Nochebuena, Scepter recuerda que todavía es posible prepararse interiormente para ella con las herramientas que ofrece el Adviento. No son necesarios grandes planes, retiros ambiciosos o una planificación u horario perfectos, tan solo decisiones pequeñas pero perseverantes tomadas desde la fe, la esperanza y la devoción:
1. Elige un ancla de oración pequeña
No necesitas reestructurar toda tu rutina. Empieza con algo pequeño y repetible: un breve ofrecimiento de obras por la mañana, un Ave María en el coche, encender una vela antes de dormir.
Tiempo para Dios de Jacques Philippe es una de las guías más alentadoras y realistas para desarrollar un hábito diario de oración sin presión ni culpa. Incluso un par de páginas pueden redefinir tu enfoque para toda la temporada.
2. Haz del silencio una “pausa”, no un proyecto
El silencio no tiene que ser largo para ser significativo. Intenta incluir 30 segundos de silencio en tu día: antes de mirar el teléfono, antes de empezar una tarea o después de terminarla.
Piensa en ello como si pisaras el freno, lo justo para recordarle a tu corazón por qué esta temporada es importante. Esas pausas se acumulan y suavizan el ritmo de todo lo demás.
3. Elige una cosa a la que decir “no” (y una cosa a la que decir “sí”)
El Adviento nos invita a hacer espacio. Y hacer espacio suele significar elegir intencionalmente.
• Quizás digas no a un evento más o a una noche más de trasnochar.
• Y dices sí a un paseo, a una hora santa, a escribir lentamente y con oración una tarjeta navideña o a leer unas páginas de un libro espiritual.
Si buscas algo que te guíe para decir “sí”, el volumen En conversación con Dios, Adviento y Navidad, está pensado perfectamente para estas semanas, con reflexiones breves y enriquecedoras que se adaptan a días ocupados.
4. Deja que la Escritura marque el tono
Elige un pasaje de Adviento y reflexiona sobre él toda la semana. No le des demasiadas vueltas, simplemente revísalo una y otra vez.
Algunas sugerencias:
• Isaías 9:1–6
• Lucas 1:26–38
• Romanos 13:11–14
Escríbelo en una nota adhesiva, ponlo en tu pantalla o guárdalo en tu agenda. Deja que sea la voz que se distinga del ruido.
5. Prepara tu corazón a través de pequeños actos de generosidad
El Adviento refleja la generosidad de Dios: silenciosa, constante, a veces oculta. Busca una manera sencilla cada día de imitar esa generosidad: una palabra amable, una tarea discreta, un pequeño sacrificio, un sí paciente.
Incluso los actos más pequeños transforman el corazón y nos preparan para la alegría de la Navidad más que cualquier otra cosa.
ReL
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