miércoles, 17 de diciembre de 2025

El alcalde 8 veces condenado por poner un belén: el desenfreno laicista que despierta la indignación

Peticiones Católicas inicia una campaña de firmas para defender al alcalde de Béziers

El alcalde Robert Ménard, desde 2014, ha sido condenado en ocho ocasiones.

El alcalde Robert Ménard, desde 2014, ha sido condenado en ocho ocasiones

El Ayuntamiento de Béziers (Francia) volvió a poner el nacimiento otro año más, también, con polémica

Pocos días después de que el Tribunal Administrativo de Montpellier rechazara los recursos urgentes para retirarlo —primero el 4 de diciembre y de nuevo el 9 de diciembre—, el enfrentamiento vecinal y político se intensificó, con manifestaciones y acusaciones cruzadas sobre el respeto a la ley de 1905 que separa la Iglesia del Estado.

El portal Peticiones Católicas acaba de iniciar una campaña de recogida de firmas para denunciar este atropello laicista y para defender al valiente alcalde de la localidad, condenado ocho veces por este mismo motivo. 

Puedes firmar en este enlace.

El fallo del tribunal fue claro y dictaminó que la instalación "no constituye una vulneración grave e inmediata de las libertades fundamentales". En cambio, para la oposición laicista, esto supone "una falla institucional" en la aplicación del principio de neutralidad de los edificios públicos. El alcalde Robert Ménard, desde 2014, ha sido condenado en ocho ocasiones por esta misma práctica.

"La pregunta es: ¿qué les hemos hecho los creyentes? ¿por qué tienen tanto odio a los símbolos cristianos? ¿por qué esta persecución solo se practica con nuestra religión? Apoya al alcalde de Béziers firmando aquí, para que haya más valientes como él que no se arrodillen ante la injusticia", se pregunta Peticiones Católicas.

Este pasado sábado, la tensión se trasladó a las calles. Convocados por la Liga de Derechos Humanos, varios vecinos se manifestaron para exigir la retirada del belén que, según ellos, infringe la ley de 1905. "No queremos belenes en edificios públicos. Deben estar en lugares religiosos", afirmó Jean-Paul Palmade, presidente local de la LDH. 

El alcalde Robert Ménard, que desde 2014 ha sido condenado en ocho ocasiones, rechazó las críticas calificándolas de maniobra política previa a las elecciones municipales. "Hay un puñado de quejosos que están haciendo espectáculo porque hacen política", declaró.

Pese a todo, el Ayuntamiento de Béziers insiste en que el belén "goza de consenso" y atrae cada año a más de 20.000 visitantes "de todas las confesiones". Ménard niega cualquier intención proselitista y acusa a sus detractores de ser "ayatolás del laicismo".

ReL

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A sus 100 años recibe Bautismo, Confirmación y Primera Comunión: “Nunca es tarde para cumplir un sueño”

 Un detalle especialmente conmovedor fue la toallita utilizada en el Bautismo, confeccionada por la esposa de José y que ya había sido empleada en el bautismo de sus hijos.



Un siglo de espera llegó a su fin. Y lo hizo entre emoción, fe y lágrimas. José Francisco, de 100 años, recibió el Bautismo, la Primera Comunión y el Sacramento de la Confirmación… todo en un mismo día.

La ceremonia se celebró en la Iglesia de A-dos-Francos (Portugal) y fue presidida por el Padre João de Brito, con el apoyo de la Parroquia de Caldas da Rainha.

José nació en esa misma localidad y dedicó toda su vida al trabajo agrícola. Padre de siete hijos, seis mujeres y un varón, siempre se aseguró de bautizarlos, aunque él mismo nunca recibió el sacramento. El deseo, sin embargo, permaneció vivo, aunque guardado en su corazón durante décadas.

¿Cómo empezó todo?

El sueño comenzó a tomar forma gracias a una iniciativa del Núcleo Rotary de Desarrollo Comunitario (NRDC) de Caldas da Rainha y del equipo de la Academia de los Sueños del Centro Social Parroquial dos Pousos.

José participó, junto a otros cinco compañeros, en una actividad que ofrecía experiencias inmersivas a adultos mayores mediante gafas de realidad virtual en 360 grados. Cada experiencia fue única, y José, lúcido pero con problemas de movilidad, incluso tuvo la oportunidad de “bailar” a través de la realidad virtual, un gesto simbólico de salir del aislamiento de la habitación donde pasa gran parte de su tiempo.

Durante la actividad, una técnica de la Academia de los Sueños, Sandra Pissarra, le preguntó si quería visitar virtualmente el Santuario de Fátima. En ese momento, José compartió una pena guardada durante años: nunca haber sido bautizado.

Explicó que la dureza de la vida en el campo, el cansancio y la falta de tiempo le impidieron recibir los sacramentos. Y que, a sus 100 años, pensaba que “ya no valía la pena”. Pero el equipo insistió:

“Nunca es tarde para realizar un sueño”.

La preparación espiritual

Con el apoyo del Padre João Sobreiro y del Padre João de Brito, comenzó la preparación espiritual de José. El sacerdote visitó el hogar de ancianos dos veces para prepararlo personalmente. Finalmente, el 15 de noviembre, los tres sacramentos fueron celebrados juntos.

Los nietos de José asumieron con orgullo el papel de padrinos de Bautismo, mientras que las representantes de la Academia de los Sueños fueron sus madrinas de Confirmación.

Un detalle especialmente conmovedor fue la toallita usada en el Bautismo, que fue confeccionada por su esposa y empleada hace muchos años atrás en el bautismo de sus hijos.

Una fiesta llena de fe y gratitud

En una entrevista con el Jornal das Caldas, José Francisco expresó así su emoción:

“Fue muy hermoso. Me gustó mucho el sacerdote nuevo de la parroquia, João Brito. Me gustó todo. Y mi próximo sueño es cumplir 101 años el 4 de marzo”.



churchpop

El matrimonio es como un jubileo, dura si se renueva

 El secreto del matrimonio no es elegir a la persona 'perfecta', sino apostar a fondo por la persona razonablemente elegida.

El secreto del matrimonio no es elegir a la persona 'perfecta', sino apostar a fondo por la persona razonablemente elegida.


    La periodicidad del año jubilar encuentra una interesante consonancia en la cadencia con la que solemos celebrar con especial intensidad los matrimonios capaces de perdurar en el tiempo: 25 años, bodas de plata; 50 años, bodas de oro; 75 años (algo cada vez más raro, por desgracia), bodas de platino. Un crescendo de valor que tanto los esposos como el círculo de sus amigos y familiares sienten la necesidad de destacar de manera especial, porque la duración de un matrimonio nos habla de la fuerza de una relación que ha superado las inevitables dificultades sin romperse. Por eso, ahora que disolver un matrimonio se ha vuelto tan común y tan fácil, su duración es en sí misma un testimonio de gran valor; pero también es un signo que se mira con sentimientos contradictorios: de envidia (qué afortunados, se ve que ha sido un amor especial...), de escepticismo (al fin y al cabo, solo han sido capaces de soportarse más que otros...), de respeto (qué bien, han superado muchas dificultades juntos...), de incredulidad (solo han tenido suerte al encontrarse...).

    El escepticismo es comprensible: aunque se trata de un elemento central, la duración en el tiempo no es suficiente por sí sola para definir una relación como fuerte y buena; de hecho, también existen relaciones conyugales que, aunque perduran en el tiempo, se ven pobres o desgastadas, o que mantienen el vínculo sobre la base de dinámicas infantiles, cuando no patológicas: relaciones en las que no hay espacio para un verdadero desarrollo personal y la alianza sana de la pareja es sustituida por un vínculo que ahoga e impide el crecimiento. El año jubilar puede ser, pues, una buena ocasión para que las parejas se detengan a reflexionar sobre cómo hacer que su vida en común, ya sea que haya comenzado recientemente o tiempo atrás, no solo pueda durar, sino que también sea siempre vital y, por tanto, capaz de dar alegría y esperanza a ellos y a todos aquellos con quienes se encuentran.

    El desafío de la relación de pareja gira siempre en torno a dos temas centrales: encontrar un equilibrio entre identidad e intimidad (el yo y el nosotros) y encontrar un equilibrio entre continuidad y cambio. Ambos temas requieren no dar por sentada la relación, sino mantener siempre abierta la disponibilidad para cuestionarse a uno mismo, para que la relación no deje de ser constructiva y vital a través de los avatares de la vida. 

    No es fácil encontrar un equilibrio entre el yo y el nosotros. Cada uno tiene una vocación personal, una llamada que corresponde a su personalidad, con los dones y los límites que lo caracterizan: una vocación que debe dedicarse al trabajo, a las amistades, a los afectos, a la vida social. Casarse no significa renunciar a la vocación personal, sino integrarla en una vocación nueva y más amplia: no es, entonces, una restricción, sino una ampliación de los límites de nuestra identidad en una dimensión por explorar. Soy médico (abogado, obrero, periodista...) y ahora también seré marido, mujer, padre, madre. Puedo ser un nuevo yo más completo y más rico, pero tendré que aceptar el cambio y comprender que la clave imprescindible para interpretar las relaciones no es la renuncia, sino el desafío: si nos tomamos en serio nuestra historia de amor, la vida nos ofrece la increíble oportunidad de crecer siempre, de cambiar siempre, de descubrir siempre nuevos aspectos de nosotros mismos y del otro, de dar mucho fruto.

    La vida en pareja es como una larga novela, con páginas emocionantes y aburridas, de aventura y reflexivas; páginas misteriosas, eróticas, descriptivas, tristes, divertidas... Una novela real, en la que hay de todo, y que solo podemos apreciar plenamente si la leemos hasta el final. ¿Seguimos siendo capaces de hacerlo? No es fácil aceptar este reto hoy en día, porque la imagen del amor que se nos propone es otra. Quizás nos estamos acostumbrando a preferir la lectura rápida de relatos cortos, que a veces nos proporcionan emociones intensas, pero no nos dejan huellas significativas. Muchas historias que conocemos nos desaniman: personas enamoradas que se eligieron porque eran diferentes y capaces de completarse... para luego pensar, unos años más tarde, que la diferencia es un problema y que, en realidad, cada uno querría a su lado a alguien que se le pareciera más, que tuviera sus gustos y su lenguaje. 

    A veces, ante las dificultades, pensamos que el cansancio es señal de una elección equivocada: tal vez la persona con la que nos casamos no era la adecuada, y tal vez tengan razón los que conviven antes de casarse, para asegurarse de haber encontrado a la persona más adecuada para ellos. Pero, ¿realmente es así?

    ¿La convivencia puede darnos algún tipo de garantía? Pienso en Renato y Carla, que se casaron tras dos años de convivencia, que debía servirles para decidir; hemos visto juntos cómo, contrariamente a lo esperado, la convivencia no facilitó la decisión: en estos dos años han comprendido mejor lo que les hace estar bien juntos, pero también han empezado a lidiar con los límites mutuos y las áreas de intolerancia que surgen de sus profundas diferencias. Han comprendido que siempre hay, y va a haber, cosas que faltarán entre ellos y otras que les perjudicarán.

    Hoy en día se ha extendido este temor: si me caso ¿estoy cerrándome el camino hacia algo mejor y poniendo un obstáculo a mi posibilidad de ser realmente feliz? La idea de la felicidad y la búsqueda del encuentro perfecto son hoy en día un obstáculo importante a la hora de decidir por el matrimonio, porque incluyen la fantasía de que puede existir alguien capaz de satisfacer nuestros deseos más profundos y hacerse cargo de nuestra felicidad; solo hay que encontrarlo. Imaginamos que tenemos infinitas posibilidades de elección, y tenemos miedo a perdernos la mejor. Es una fantasía que tiene sus raíces en la omnipotencia nunca superada del pensamiento infantil, pero que hoy en día se ve alimentada por una cultura en la que incluso las relaciones están sujetas a las leyes del mercado: una cultura que alimenta la ilusión de tener a nuestra disposición posibilidades ilimitadas y que considera una tontería invertir todo lo que somos antes de tener la certeza de que la elección es la "correcta": la que nos garantizará, precisamente, ser felices. 

    Si la elección es "correcta", pensamos, no habrá conflictos, habrá plena comprensión y no nos encontraremos en la infeliz situación de tantas parejas mal avenidas que vemos a nuestro alrededor. La verdad es que no existe la persona "correcta": se trata más bien de preguntarnos si podemos elegir hasta las últimas consecuencias a la persona concreta del otro; alguien que tiene sus límites, como nosotros los nuestros, pero que es único, como lo somos nosotros.

    En el matrimonio nos prometemos recordar esta singularidad, por lo que el otro nunca es intercambiable: es él, es ella, es con quien nos aventuramos en una vida que será la nuestra. Es la decisión tomada de esta manera la que hace que el otro sea la persona "adecuada", y es la capacidad de elegir lo que nos convierte en protagonistas de nuestra vida y convierte nuestra elección en fructífera: como quien apuesta sus bienes en una actividad, con pasión y con razón, y luego se compromete por completo para tener el mejor resultado posible.

    El año jubilar es para todos los esposos una gran ocasión para replantearse su elección y considerarla de una manera nueva: tal vez nunca hayamos elegido con claridad hasta el fondo a la persona que vive a nuestro lado, aunque la queramos; tal vez sigamos teniendo reservas, esperando cambios, cultivando dudas... Quizás pensamos que el otro debería cambiar para decirle un sí verdadero, o nos parece que solo nos hemos adaptado, en lugar de considerarlo el compañero único, aunque imperfecto, que es en realidad: aquel que representa el desafío adecuado para nosotros. En este año de Gracia, pidamos entonces recibir una mirada capaz de ver finalmente en el otro el don especial que se nos ha hecho: así, nuestro matrimonio cobrará nueva vida y se llenará de paz.

    • Mariolina Ceriotti Migliarese, Publicado en Avvenire.




    martes, 16 de diciembre de 2025

    Sacerdote recomienda 3 costumbres de Adviento para preparar el corazón para Navidad en familia


    Tres costumbres de Adviento especialmente significativas para vivir en familia y prepararse para la llegada de la Navidad.


    En medio del ruido que suele marcar diciembre, el Padre Ignacio Amorós propone tres costumbres sencillas de Adviento para vivir en familia como caminos concretos para preparar el corazón para la llegada de Jesús.

    En un reciente episodio del podcast Mantita y Fe, una iniciativa de la Fundación Gospa Arts, el sacerdote del proyecto “Se Buscan Rebeldes” invitó a vivir este tiempo de Adviento con sentido, esperanza y una renovada apertura interior.

    El Padre Amorós indicó que en un tiempo donde la Navidad se suele vivir entre el ruido y las compras, es necesario una pausa para regresar al silencio, la oración y la espera activa, para preparar el corazón para el misterio de la venida de Dios.

    En la conversación, el sacerdote resaltó tres costumbres de Adviento especialmente significativas para vivir en familia y prepararse para la llegada de la Navidad.

    1) El Belén: contemplar la humildad de Dios

    La primera costumbre que recomienda el sacerdote es tener un Belén o pesebre en casa, aunque sea en un espacio pequeño. Esta tradición, que se remonta a San Francisco de Asís, permite representar “el día que cambió el mundo, en esa humildad de una cueva de Belén”.

    “A mí me parece que es una costumbre preciosa. Hay muchos niños, con las familias, que vais a comprar pastorcitos, ovejas, ‘cada año pongo una más’,me encanta. Yo creo que es una costumbre preciosa y que ayuda mucho a recordar que tenemos que contemplar ese misterio que nos sobrecoge de la humildad de Dios en Belén”.

    2) La corona de Adviento: esperar a la Luz del mundo

    La segunda costumbre es la corona de Adviento, un signo sencillo pero profundamente cristiano. Está formada por cuatro velas que se encienden, una cada domingo, y recuerdan que Jesús es la luz del mundo.

    “Es que se acerca la luz del mundo, el que ilumina nuestra vida. Por eso, es muy bonito, con la corona de Adviento, ir encendiendo las velas”.

    3) El árbol de Navidad: el regalo del amor de Dios

    Finalmente, el Padre Amorós recuerda el significado cristiano del árbol de Navidad. Lejos de ser solo un elemento decorativo, el árbol remite a Jesucristo como el árbol de la vida, aquel que nos trae el gran regalo del amor de Dios.

    “Nos recuerda que Jesucristo es el árbol de la vida, el que también nos da el gran regalo del amor de Dios. Por eso ponemos bolas o presentes, que nos recuerdan el gran regalo de Dios al mundo, que es Jesús”.

    Preparar el corazón para la Navidad

    Durante el podcast, el sacerdote también resaltó que el Adviento es un camino interior, un período para ordenar la vida y reencontrarse con la fe. Además, resaltó la importancia del silencio y la oración para dejar espacio a lo esencial.

    El Padre Amorós invitó a vivir la Navidad con autenticidad, más allá de la carga social y el consumismo, y recordó pequeños gestos concretos para transformar el hogar y el corazón durante este tiempo litúrgico.

    Harumi Suzuki, churchpop

    Vea también    Adviento y sus Costumbres


    lunes, 15 de diciembre de 2025

    Bernarda Brunović, ciega de nacimiento, triunfa en La Voz: «Estoy aquí porque mis padres decidieron tenerme»

    Nació ciega y a sus padres les aconsejaron abortar. Ellos dijeron sí a la vida. Hoy se ha convertido en una figura emblemática de The Voice of Germany.

    Bernarda Brunovic finalmente alcanzó la cuarta posición en la final de La Voz en Alemania.

    Bernarda Brunovic finalmente alcanzó la cuarta posición en la final de La Voz en Alemania.

    A pesar de todas las advertencias de los médicos, mis padres decidieron tenerme, y les estaré agradecida toda mi vida por ello”. Con estas palabras, Bernarda Brunović no sólo resume su historia personal, sino que ofrece una clave profundamente cristiana para comprender su vida, su música y su testimonio público. La cantante suizo-croata, de 32 años, es una de las voces más impactantes de la 15ª temporada del concurso televisivo “The Voice of Germany”, cuya final se celebró el 12 de diciembre.

    En esa final, cuyo resultado fue decidido exclusivamente por el voto del público, Bernarda alcanzó una notable cuarta posición. El triunfo fue para Anne Mosters, pero la relevancia de Brunović va mucho más allá de cualquier clasificación televisiva. Su presencia en el escenario ha sido, para muchos espectadores, un recordatorio de que el talento, la fe y la dignidad humana no dependen de la perfección física ni del éxito inmediato.

    Bernarda nació ciega. Durante el embarazo, a sus padres se les aconsejó abortar debido a la discapacidad diagnosticada. Contra toda presión social y médica, dijeron sí a la vida. Ese sí ha marcado de manera decisiva el camino de su hija. “Estoy aquí porque mis padres decidieron tenerme. Esa experiencia me ha marcado para siempre”, afirma. A lo largo de su vida se ha sometido a 33 operaciones, ninguna de las cuales logró darle la vista. Sin embargo, lejos de la queja o el resentimiento, su mirada sobre la realidad es profundamente luminosa. “No sé lo que es ver, pero sé lo que es ser amada”, explica. Por eso insiste en que su ceguera no la define: “Mi ceguera es solo una de mis características, no dice quién soy”.

    Lo que verdaderamente la define se manifiesta en el escenario. Su voz, poderosa y a la vez delicada, hunde sus raíces en el soul y el gospel, géneros estrechamente vinculados a la experiencia espiritual. No es casualidad que su música conmueva de forma especial: nace de su vida interior y de una fe asumida sin complejos. Ya en 2018 llegó a las semifinales de este concurso, entonces en el equipo de Michael Patrick Kelly. Desde entonces, su presencia en la escena musical no ha dejado de crecer, consolidándose como una artista con identidad propia.

    Brunović no oculta su fe cristiana. Al contrario, la vive con naturalidad, también en un contexto mediático poco propicio. En la semifinal agradeció públicamente a Dios, un gesto que no pasó inadvertido. “La gente reacciona de maneras muy diferentes”, explica cuando le preguntan por ello en una entrevista concedida a Die Tagespost. “Pero yo solo puedo mostrarme tal y como soy. Para mí, la fe y la música encajan a la perfección. No se puede complacer a todo el mundo, ¿pero quién puede hacerlo?”

    Para ella, no se trata de una evangelización forzada, sino de coherencia vital. “La fe es mi vida. Creo que, como Iglesia, debemos ser conscientes una y otra vez de lo hermosa que es nuestra fe. El Evangelio es una buena noticia. ¿Por qué no compartir esta alegría?”, afirma en dicha entrevista. Y añade que, en medio de la presión mediática, su confianza está bien anclada: “Dios es Dios, yo no lo soy. Por eso la presión externa no me asusta. La fe me da luz y fuerza”.

    Su universo musical se mueve entre el gospel, el blues, el funk, el R&B y el jazz. En enero de 2025 publicó el sencillo “My Own Kind of Woman”, una afirmación de identidad y dignidad personal. Paralelamente, Bernarda Brunović ha completado un máster en Filosofía y Teología, convencida de que la fe también debe pensarse. Su espiritualidad no es un adorno, sino el centro de su vida. “Dios es quien dirige mi vida”, afirma con sencillez. El versículo evangélico “Bienaventurados los que no ven y, sin embargo, creen” la acompaña desde joven y se ha convertido en una auténtica brújula interior.

    Su biografía la ha convertido también en una voz clara en defensa de la vida. Su canción “Welcome on Earth” está considerada por muchos como un himno provida: una invitación a acoger cada vida humana como un don, incluso cuando llega acompañada de fragilidad. En un tiempo que mide el valor de las personas por su funcionalidad, Brunović recuerda, con su sola existencia, que toda vida merece ser vivida y celebrada. Ella expresa un deseo que resume su visión cristiana del mundo: “Sueño con una sociedad que pueda aceptar y amar a todas las personas, quizá no siempre desde el sentimiento, pero sí desde una actitud benevolente”.

    Para ella, la música es testimonio y misión. En su página web escribe: “El amor por la diversidad me permite cantar y escribir canciones sobre el amor, la vida y todo lo que hay entre medias. La música no es solo una parte de mi vida, es mi elixir vital”. Más allá del resultado final del concurso, Bernarda Brunović ya ha ganado algo más importante: ser una voz creíble que canta la vida, la fe y la esperanza en medio del mundo.

    José M. García Pelegrín, ReL

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    Tomar la cruz: la actitud del cristiano para todo el año

     

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    Nos quejamos con frecuencia de las dificultades de la vida, y cuando las comparamos con la cruz de otro cristiano, nos damos cuenta de que Dios sabe lo que hace

    Estamos avanzando hacia el final del año civil. Inevitablemente volteamos hacia atrás en el tiempo que hemos vivido y recordamos lo bueno y lo malo. Sobre todo esto último. La tentación de la queja aflora cuando viene a la mente "la cruz que nos ha tocado vivir", pero cuando conocemos la de otro cristiano - o no cristiano -, entendemos que Dios no se equivoca.

    Una actitud para todo el año

    Y es que cuando se acerca el fin del año civil, entramos en la dinámica de los propósitos para los siguientes doce meses. Por supuesto, nadie piensa en que vendrán dificultades - ¿quién no las tiene? - sino que planeamos con optimismo las metas a lograr.

    Entonces, cuando llegan los inesperados problemas inmediatamente nos rebelamos porque los proyectos no han salido como queremos. Obviamente, estas situaciones no están anunciadas en ningún calendario. Simplemente ocurren.

    Es en ese momento en el que tendremos que recordar que cada quien tiene una cruz "a la medida" y adoptar una actitud de confianza en la providencia divina, no solamente en Adviento, Navidad o Cuaresma, sino todo el año.

    Perder para ganar

    Durante la catequesis del Ángelus del 19 de junio de 2016 , el Papa Francisco explicaba:

    "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Mt 16, 24) . No se trata de una cruz ornamental, o de una cruz ideológica, sino que es la cruz del propio deber, la cruz del sacrificarse por los demás con amor —por los padres, los hijos, la familia, los amigos, también por los enemigos—, la cruz de la disponibilidad para ser solidarios con los pobres, para comprometerse por la justicia y la paz.

    El Santo Padre destacó también que:

    Asumiendo esta actitud, estas cruces, siempre se pierde algo. No debemos olvidar jamás que "quien perderá la propia vida [por Cristo], la salvará". Es un perder para ganar.

    A cada quien su cruz

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    Aunque a veces nos parezca que el peso de la cruz nos vence, bastaría con compararla con la de otros hermanos que cargan con enfermedades, pérdidas económicas, muertes de familiares, tragedias comunitarias... si pensamos en que nuestra realidad no está exenta de problemas, pero es distinta, comprenderemos que Dios no nos da más de lo que podemos sobrellevar.

    Por eso, el Papa Francisco nos anima:

     "Jesús, mediante su Espíritu Santo, nos da la fuerza para ir hacia adelante en el camino de la fe y del testimonio: actuar de acuerdo con lo que creemos; no decir una cosa y hacer otra. Y en este camino la Virgen siempre está cerca nuestro y nos precede: dejémonos tomar de la mano por ella, cuando atravesamos los momentos más oscuros y difíciles".

    Mónica Muñoz, Aleteia

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