miércoles, 31 de diciembre de 2025

Tips para celebrar un año nuevo católico

 

fin de año

fin de año

30.12.2025 | 08:00

Actualizado: 

Se acerca la festividad de fin de año y muchos están haciendo preparativos para las celebraciones, sin embargo en esta fiesta a menudo nos olvidamos de que somos católicos y nos dejamos llevar por las modas o corrientes del mundo. Por ello, queremos dar unos breves consejos o tips para celebrar el año nuevo de forma cristiana.

1. Di no a las supersticiones

Evita creer en supersticiones. No debemos practicar rituales, cábalas de buena suerte, ejemplo: ropa de colores, las 12 uvas de la suerte, etc.  Sigamos el consejo de la Biblia " Confía tu suerte al Señór y él te sostendrá : nunca permitirá que el justo perezca" Salmo 55,23

2. Seamos agradecidos

Agradece a Dios y a las personas que en este año te han ayudado o apoyado en distintas situaciones de tu vida. Ofrece una oración o palabra de agradecimiento en la cena familiar. "Dando siempre gracias por todo a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo" Efesios 5,20.

3. Asiste a Misa y visita el Santísimo

Saca tiempo para Dios entre tanta compra y preparativo de fin de año y asiste a misa o haz una visita al Santísimo Sacramento para agradecer y pedir a Dios su guía y ayuda en el nuevo año que empieza. Esto te dará la luz y fortaleza para empezar un nuevo año con esperanza y fe.

4. Examínate y mejora

Es muy importante el examen de conciencia del año que termina y las acciones buenas y malas que hayas realizado con el objeto de intentar corregirte o mejorar para el próximo año. 

"Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señor." Lamentaciones 3,40

Como dice esta escritura, siempre hay cosas que mejorar y debemos intentar volver al camino del Señor porque en algo nos hemos desviado, el examen nos ayudará a ver los fallos y corregirlos en el año venidero.

5. Ponte propósitos también que mejoren tu espiritualidad

Siempre es bueno y motiva ponerse propósitos de conversión personal o apostolado, como es tomar mayor compromiso con las diferentes prácticas o hábitos de perfección cristiana. Ejemplos de propósito: asistir más a Misa, visitar más frecuentemente el Santísimo, asistir a retiros, mejorar en la caridad con los necesitados, leer más libros espirituales, etc.

6. Prudencia y cuidado con los excesos sobre todo si eres joven

Si bien es cierto, el Año Nuevo (Nochevieja) es una noche de celebración, también se debe de actuar con prudencia para no seguir las costumbres mundanas de irse de fiesta o amanecida a lugares nocturnos o discotecas que te inciten a pasarte con el alcohol o los bailes. Ya existen ciertas diócesis de algunos países que están organizando reuniones juveniles sanas o convivencias con toque espiritual donde se puede pasar esta noche de forma provechosa. Si deseas puedes organizar algo parecido con los grupos juveniles de tu parroquia. Recordemos la enseñanza de la escritura: "Todo me es lícito pero no todo me conviene". 1Cor 10,23

Yasmin Oré y Jesús Urones, ReL

Vea también lecturas de la Sta. Misa    
Solemnidad de María Madre de Dios



La fe que no se esconde: una lección incómoda desde Chile

 

José Antonio Kast con esposa y sus hijos: el nuevo presidente chileno se ha comprometido a fortalecer la familia como fundamento de la sociedad.

José Antonio Kast con esposa y sus hijos: el nuevo presidente chileno se ha comprometido a fortalecer la familia como fundamento de la sociedad


Confieso una envidia sana, de esa que no nace del rencor sino del asombro. Una envidia que estos días me provoca el pueblo chileno tras la victoria de José Antonio Kast. No tanto por el resultado político —que puede gustar o no— sino por algo mucho más elemental y, paradójicamente, más escaso en nuestras democracias occidentales: la naturalidad con la que un líder público puede decir que cree en Dios sin pedir perdón por ello.

Kast se ha declarado católico sin complejos. Padre de una familia numerosa. Vinculado al movimiento de Schoenstatt, donde la fe no es consigna sino vida cotidiana, disciplina interior, alianza y responsabilidad. Y lo ha hecho sin esconderlo debajo de la cama, sin rebajarlo a una anécdota folclórica ni convertirlo en una estrategia de marketing. Lo ha dicho como quien dice la verdad más básica sobre sí mismo. Y eso, hoy, es casi revolucionario.

Mi envidia no es ideológica; es antropológica. En Chile, con todas sus heridas, contradicciones y tensiones, todavía es posible que un político hable de Dios sin que los editorialistas entren en pánico ni los asesores corran a apagar incendios. Aquí, en cambio, la fe se vive como una excentricidad peligrosa. Nuestros dirigentes —incluso los que creen— la esconden como si fuera una debilidad, un lastre electoral, una mancha en el currículum. Se permiten hablar de todo: de emociones, de identidades líquidas, de espiritualidades difusas… menos de Dios. Dios incomoda. Dios compromete. Dios exige coherencia.

Y sin embargo, ¿Qué hay más humano que la fe? ¿Qué hay más honesto que reconocer que uno no se basta a sí mismo? Kast no ha ganado solo por ser católico —eso sería una simplificación burda—, pero su fe forma parte de una biografía inteligible, de un relato vital que no se desdice a sí mismo. En un mundo saturado de discursos calculados, la coherencia se ha vuelto subversiva.

Chile, con su historia marcada por dictaduras, transiciones dolorosas y una secularización acelerada, podría haber optado por borrar cualquier rastro religioso de la vida pública. No lo ha hecho del todo. Y ahí está la clave de mi envidia: un pueblo que no exige a sus líderes amputarse el alma para gobernar. Que entiende —aunque discuta— que la fe no es enemiga de la democracia, sino una de las fuentes morales que pueden sostenerla.

Aquí, en cambio, nuestros políticos viven en una esquizofrenia constante. En privado creen; en público callan. En casa rezan; en el Parlamento disimulan. Como si Dios fuera un secreto vergonzante. Como si hablar de Él fuera automáticamente imponerlo. Como si la neutralidad consistiera en fingir que no existe.

No se trata de clericalismo ni de nostalgia confesional. Se trata de libertad interior. De permitir que una persona sea lo que es, también cuando gobierna. De aceptar que un padre de familia numerosa, que reza, que pertenece a un movimiento eclesial, pueda participar en la vida pública sin ser caricaturizado como una amenaza medieval.

Por eso envidio a Chile. Porque ha demostrado que aún es posible discutir ideas sin exigir apostasías públicas. Porque ha permitido que un hombre diga “creo en Dios” y siga siendo tomado en serio. Porque, al menos esta vez, la fe no tuvo que esconderse debajo de la cama para salir a votar.

Tal vez no sea solo una victoria política. Tal vez sea —aunque muchos no lo vean— una victoria cultural: la de recordar que la fe no desaparece cuando se apagan los focos, y que un país que no obliga a sus líderes a renegar de lo que creen es un país un poco más libre.

Y sí, lo admito: eso da envidia.

Matilde Latorre de Silva, ReL

Vea también     Espiritualidad de la Conversión:
Volver a Dios, Volver a la Iglesia




Las siete etapas del amor hacia los pobres

 

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Ver a Dios en los pobres y unirse a Cristo en el amor no es algo que se logre en un día. León XIV presenta este proceso como un "camino de santificación"

La primera exhortación del Papa León XIV, Dilexi te, describe con palabras un itinerario espiritual junto a los más pobres y el amor hacia ellos. Tanto para los que empiezan como para los que creen haber llegado a la meta, esta carta es una corrección paternal: un examen de conciencia y una llamada a seguir adelante.

1SALIR DE LA INDIFERENCIA, EL MIEDO Y EL RECHAZO

Puesto que vivimos inmersos en "una cultura que rechaza a los demás sin siquiera darse cuenta" (Dilexi te, 11), debemos abrir los ojos y tomar conciencia de nuestra situación. Y León XIV se pregunta: "A menudo me pregunto por qué, a pesar de la claridad de las Escrituras sobre los pobres, muchos siguen pensando que pueden excluirlos tranquilamente de sus preocupaciones" (n. 23), aunque reconoce que "no es fácil" (n. 110).

2CUIDAR A LOS MÁS PEQUEÑOS

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A los católicos que piensan que la caridad es solo un asunto personal, dejando que el liberalismo regule las injusticias, el Papa les recuerda la importancia de una conversión global, de un cambio estructural para la sociedad, de su deseo de más «justicia social».

A los católicos que piensan que la caridad es solo un asunto político, una responsabilidad del Estado, León XIV les llama a un encuentro personal, «a detenerse y mirar a la persona pobre a los ojos, tocarla y compartir con ella algo de uno mismo» (n. 116). A todos les reitera que la opción preferencial por los más pobres es la elección del mismo Dios, y debería ser la de la Iglesia, como lo atestiguan amplios períodos de su historia.

3UNA CUESTIÓN DE FAMILIA

Hay que abandonar la idea de una relación vertical, jerárquica, superior, de un rico que se inclina sobre un pobre, para entrar en una invitación a convertirse en amigos (la palabra aparece escrita veinte veces). Aquí encontramos la influencia latinoamericana de los papas Francisco y León, y la fuerza del texto de los obispos reunidos en Aparecida, en 2007: «Solo el contacto con los pobres nos convierte en sus amigos».

No se trata, por otra parte, de convertirnos solo en amigos, que elegimos, sino en hermanos que recibimos (la palabra "hermano" aparece veintiséis veces): "Los pobres no son un problema que hay que resolver, sino hermanos y hermanas que hay que acoger" (n. 56). Esto es precisamente lo que nos dijo el papa León XIV, en francés, al comienzo del almuerzo que ofreció a 1300 pobres en los jardines del Vaticano, el 16 de noviembre de 2025: "La fraternidad, sí… ¡es la vida!"

4LOS POBRES, "MAESTROS DEL EVANGELIO"

¡Hay que abandonar esta relación horizontal y rebajarse aún más! Por supuesto, hay que anunciar a Cristo a los más pobres y "la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual" (n. 114), pero, en realidad, "es una experiencia sorprendente, atestiguada por la tradición cristiana, que se convierte en un verdadero punto de inflexión en nuestra vida personal, cuando nos damos cuenta de que son precisamente los pobres los que nos evangelizan" (n. 109), sobre todo porque "la realidad se ve mejor desde los márgenes y los pobres tienen una inteligencia particular, indispensable para la Iglesia y para la humanidad" (n. 82).

5ACERCARSE A LA CARNE DE CRISTO

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"Los pobres no son una categoría sociológica, sino la carne misma de Cristo". Por lo tanto, debemos acercarnos a ellos con el corazón arrodillado, como lo haríamos ante el Santísimo Sacramento, tal y como dice San Juan Crisóstomo: "¿Quieres honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies cuando está desnudo, mientras aquí lo honras con telas de seda".

En el fondo, se trata de la actualización a lo largo de toda la historia de la Iglesia del Evangelio de Mateo XXV: "Tuve hambre y sed, estuve enfermo o en la cárcel, desnudo o extranjero… ¡Y era yo!". Y el papa León establece el paralelismo entre la promesa de Jesús: "Estaré con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos2 y "siempre tendréis a los pobres con vosotros" (n. 5).

6DONAR, TAMBIÉN HOY

Pero el Papa no nos deja en una mística desencarnada: «Permanecer en el mundo de las ideas y las discusiones, sin gestos personales, frecuentes y sinceros, será la ruina de nuestros sueños más preciados».

¡Y León concluye con la limosna (n. 115)! La verdad de tu compromiso se mide quizás por lo que das a los más pobres, porque la limosna es "restablecimiento de la justicia, y no un gesto paternalista" (san Agustín), puede "destruir los pecados del pasado" (n. 46), es, en definitiva, "el ala de la oración. Si no le das un ala a tu oración, no volará" (san Juan Crisóstomo). 

7"TE HE AMADO"

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El Papa concluye su carta con su título. Reformula todas las etapas de nuestro camino con los más pobres para reiterar su objetivo:

"Ya sea mediante vuestro trabajo, vuestra lucha por cambiar las estructuras sociales injustas, o incluso mediante ese gesto de ayuda sencillo, muy personal y cercano, será posible que ese pobre sienta que las palabras de Jesús se dirigen a él: "Te he amado" (Ap 3, 9)" (n. 121).

No se trata tanto de declarar nuestro amor a Dios, ni a sus pobres… Pero nuestras acciones por los pobres son el camino que Dios toma para decirles: "Te amo". Este es el secreto de Dilexi te: Dios declara su amor a los más pobres, a través de nosotros. ¡Es necesario que arda! 

Pierre Durieux, Aleteia

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