En jueves santo, día en que se instituyó la Eucaristía, Aleteia presenta tres testimonios de laicos que, por amor a Jesús sacramentado, han decidido dedicar una parte de su vida a servir, custodiar, acompañar y compartir con los demás el gran misterio de amor que es el sacramento del altar
SERGIO PADILLA
ADORADOR NOCTURNO
Sergio pertenece a la Adoración Nocturna Mexicana desde 2011. Recuerda una ocasión en la que el sacerdote que presidía la Eucaristía a la que asistía todos los domingos comentó: «Estas personas que ven aquí, son adoradores y durante toda la noche estarán intercediendo por nuestros pecados y los del mundo entero». Eso llamó su atención y pensó: «en realidad no sé bien qué es lo que hacen, pero algún día yo haré lo mismo».
Explica que los adoradores nocturnos renuncian a su descanso para velar durante toda la noche «para acompañar más de cerca a Jesús, en el ministerio de su agonía en el huerto de los olivos y en la noche de la pasión, que sufre para borrar el pecado del mundo».
El adorador, en su pobreza y debilidad, quiere escuchar el mandamiento de Jesús ‘Vigilad y Orad para no caer en la tentación’»
Durante los 13 años que ha «adorado por los que no adoran y bendecido por los que Lo niegan y ofenden» tiene claro que «Jesús nos invita a que revisemos dentro de nuestro corazón» y por ello, considera que aún «falta mucho para tener un verdadero cambio».
Sergio invita a que, este Jueves Santo, acudamos ante Jesús Eucaristía con agradecimiento, porque el Señor «se quedó con nosotros en la Eucaristía, para guiarnos en el camino de la salvación»; pero también con actitud de servicio, pues Jesús «lavó los pies a sus discípulos para mostrarles el mandamiento del amor y del servicio».
«Todos estamos invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Esta noche santa, Cristo nos deja su Cuerpo y su Sangre. Revivamos este gran don y comprometámonos a servir a nuestros hermanos».
FERNANDO PARRA
MINISTRO DE LA EUCARISTÍA
Fernando vive, desde hace 14 años, el «gran privilegio» de llevar a Jesús Eucaristía a los enfermos y ancianos.
«El señor te invita a ser su burrito, a que lo lleves de aquí para allá, pero también te lleva como testigo de su amor». Y por ello añade: «No solo es llevar a nuestro Señor en especie, sino que tú también tienes que ser un reflejo, llevándoles el amor y la alegría».
A lo largo de los años le ha tocado visitar lugares a los que, de no ser porque va con el Señor, normalmente no iría. Cuando ha llevado el último viático a personas agonizantes, acude con satisfacción porque el Señor le permite «llevarles el sacramento que les abre la gracia eterna».
Con este ministerio «que se vive en las calles» ha tenido la oportunidad de vivir una estrecha e íntima relación con Cristo, pues el momento de recorrer la ciudad -para llevarlo a los demás- es la oportunidad perfecta para orar y permanecer en diálogo con Él.
La vivencia más grande es poder ir caminando con el Señor porque es un rato de amistad. Es ir caminando a su lado, prepararte y decir ‘Señor ya voy porque tenemos una cita’”.
Sus tardes de servicio recorriendo su ruta y regresando a la parroquia para asistir al rosario, participar de la Misa y recibir él también la comunión son «tardes maravillosas de amigos, que fortalecen su fe».
Fernando comparte que, para acercarse a adorar la Eucaristía, solo es necesario dejar entrar a Dios en el corazón y llenarse de Él. Sin cuidar las formas físicas, pero con pureza de intención.
PEDRO Y CRISTAL
FUNDADORES DE UN PROYECTO DE ADORACIÓN
El servicio que este matrimonio ha prestado a Dios comenzó en la música. Ambos formaban parte de una banda de música católica hasta que el Señor les presentó planes aún más grandes.
Fundaron Cielo Abierto, un proyecto que recorre Latinoamérica llevando noches y conciertos de Adoración masivos. Actualmente, son casi dos millones de personas las que se han encontrado con Jesús en estos conciertos de adoración gratuitos.
Pedro González comenta que ha vivido cosas bellísimas al ser adorador, comenzando por el hecho de tomar mayor conciencia de la presencia real de Jesús en el altar.
Sin embargo, son esos grandes momentos ante Dios los que le hacen estar convencido de una cosa: «Me falta llegar a la plenitud (…) sigo en el camino». Y resalta una ventaja:
A pesar de lo que falta, «ahora sí sé dónde está la plenitud y solución de todos mis males, donde está la paz y fortaleza que necesito, la luz: en la Eucaristía”
Cristal Dominguez, su esposa, comparte que a través de una experiencia de amor profundo durante la adoración entendió el regalo del sacerdocio, la presencia viva y real de Jesús y su sacrificio por amor. Desde entonces, su adoración, participación en la Misa y comunión cambió por completo.
«Él me comenzó a enseñar y a explicar el regalo y la gracia alta del momento de la transubstanciación: Cristo mismo, en su sacerdote, transformando ese pequeño pedazo de pan y ese poco de vino en el cuerpo, sangre, alma y divinidad».
Con la adoración tomó conciencia de que recibe el amor más grande, «amor verdadero, Él, sin importar nada, dio la vida por mí». Ahora sabe que, por amor a ella, Cristo la espera en cada Eucaristía.
Y para lograr acercarse y encontrar uno mismo esa presencia real de Jesús en nuestras parroquias, Pedro pone de ejemplo a Zaqueo. «Solo tuvo esa inquietud e inmediatamente, Jesús fue a su encuentro. Él escucha el anhelo del corazón». Por ello, asegura que tener una inquietud de querer acercarse a la Eucaristía ya es lo más importante: «Cuando se tiene ese anhelo e intención es porque ya hay una gracia a la que Él está correspondiendo».
Tres formas distintas de servicio en que lo laicos que nos enseñan, como explica Fernando, que «cuando el Señor te invita, te invita a ti, a la persona que eres; con tu forma de ser, talentos; y en eso se alegra y se goza».
Majo Frías, Aleteia
Vea también Centralidad de la Eucaristía Fuente y Cumbre
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