Un antiguo libro, "De la Imitación de Cristo" de Tomás de Kempis, hecho para los monjes, ayudó a santa Teresita de Jesús a configurarse con el Señor
De la Imitación de Cristo es un libro que ha ayudado a miles de personas, incluyendo a grandes santos. En su origen, fue escrito para monjes y frailes del siglo XV, sin embargo, está redactado de tal manera que no pierde actualidad y sigue dando frutos espirituales.
¿Quién fue Tomás de Kempis?
Hijo de artesanos, su nombre fue Tomás Hemerken. Nació en Kempen, al noroeste de Colonia, Alemania. Su hermano Juan, de 12 años, fue enviado a estudiar a Deventer, en los países Bajos, y cuando le tocó el turno, descubrió que su hermano había ingresado en la orden monacal de los agustinos. Él entró en la asociación de los Hermanos de la Vida Común.
Aprendió a copiar manuscritos y luego también ingresó con los Agustinos. Escribió varias obras de devoción y espiritualidad cristiana, la más reconocida es la citada De la mitación de Cristo. Fue ordenado sacerdote en 1413 y luego en 1429 fue subprior del Convento de Agnettenberg, en Windesheim, donde estaba su hermano.
Además de sus actividades de copista -copió cuatro veces la Biblia- y ejercicios de ascesis, estaba dedicado a la enseñanza de novicios y jóvenes.
La primera edición de De la imitación de Cristo es de 1473, dos años después de su muerte.
Santa Teresita y De la Imitación de Cristo
En Historia de un alma, Teresa de Lisieux cuenta:
Desde hacía mucho tiempo yo me venía alimentando con «la flor de harina» contenida en la Imitación. Este era el único libro que me ayudaba, pues no había descubierto todavía los tesoros escondidos en el Evangelio. Me sabía de memoria casi todos los capítulos de mi querida Imitación, y ese librito no me abandonaba nunca; en verano lo llevaba en el bolsillo, y en invierno en el manguito, era ya una costumbre. En casa de mi tía se divertían mucho a costa de eso, y abriéndolo al azar, me hacían recitar el capítulo que tenían ante los ojos.
Algunos pasajes de la obra
Como Teresita se lo sabía de memoria, transcribimos algunos pasajes de la obra -dividida en cuatro libritos- que comenzó la formación de esa bella flor:
1
DESVIAR EL CORAZÓN DE LO VISIBLE
Acuérdate frecuentemente de aquel dicho de la Escritura: no se harta la vista de ver ni el oído de oír (Eccl., 1, 8). Procura, pues, desviar tu corazón de lo visible y traspasarlo a lo invisible, porque los que siguen su sensualidad manchan su conciencia, y pierden la gracia de Dios
(Libro 1, cap. 1, 4).
2
NO QUEJARTE
Cristo fue también en el mundo despreciado por los hombres, y entre grandes afrentas, desamparado de amigos y conocidos, y en suma necesidad. Cristo quiso padecer y ser despreciado, y tú ¿te atreves a quejarte de alguna cosa?
(Libro 2, cap. 1, 5)
3
EL AMOR NO DUERME
El amor siempre vela, y durmiendo no duerme.
(Libro 3, cap. 5, 5)
Fatigado no se cansa; angustiado no se angustia; espantado no se espanta: sino, como viva llama y ardiente luz, sube a lo alto y se remonta con seguridad.
Si alguno ama, conoce lo que dice esta voz:
Grande clamor es en los oídos de Dios el abrasado afecto del alma que dice: Dios mío, amor mío, Tú todo mío, y yo todo tuyo.
Mónixa Muñoz, Aleteia
Vea también Imitación de Cristo
No hay comentarios:
Publicar un comentario