La vista es uno de los sentidos más preciados del ser humano porque con ellos se perciben las maravillas y la hermosura de la creación
Todos sabemos que nuestros cinco sentidos son muy importantes para desempeñar bien cualquier tarea o actividad que se nos presente y, en general, tenemos un especial aprecio por nuestros ojos.
El aprecio que tenemos por los ojos es tan grande que incluso la Sagrada Escritura hace constar en repetidos versículos el cuidado que la persona tiene con ellos:
«Observa mis preceptos, y vivirás, guarda mi enseñanza como a la niña de tus ojos» (Prov 7,2).
«Cuídame como a la niña de tus ojos» (Salmo 17, 8).
El pecado entra por la vista
Sin embargo, también alerta que a través de lo que vea, el hombre puede irse a la perdición:
«No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, codicia de los ojos y ostentación de riqueza. Todo esto no viene del Padre, sino del mundo» (1Jn 2, 15-17).
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que «El bautismo confiere al que lo recibe la gracia de la purificación de todos los pecados. Pero el bautizado debe seguir luchando contra la concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados» (2520).
Por eso, insiste en que la gracia de Dios le dará la virtud y el don de la castidad, la pureza de intención y la pureza de la mirada, porque por ella despierta la imaginación y los demás sentidos que deberán someterse con disciplina y constancia, rechazando todos los pensamientos impuros que le apartan del camino de los mandamientos de Dios.
La Biblia advierte: «la vista despierta la pasión de los insensatos» (Sb 15, 5).
Cuidar los ojos y cuidar el alma
Nadie puede negar que la vida moderna presenta un sinfín de tentaciones que entran por la vista, más ahora que todos tenemos acceso a un teléfono celular que ofrece de todo: diversión, entretenimiento, información, cultura y…pecado, palabra que a nadie le gusta pero que es real, pues desde un dispositivo móvil se puede ingresar a sitios cuyo contenido puede despertar todo tipo de deseos y tentaciones.
El peligro es constante y no solo para los adultos, los jóvenes, adolescentes y niños también pueden perderse por la facilidad con la que se les otorga un teléfono móvil, desencadenando efectos nada recomendables en las mentes y almas de los más pequeños.
Por eso, seamos cuidadosos con lo que nos permitimos ver, el menú es inmenso, pero cada uno es responsable del cuidado de su alma. Nuestro Señor Jesucristo fue muy drástico al advertir sobre las consecuencias de no vigilar lo que entra a través de los ojos:
«Ustedes han oído que se dijo: «No cometerás adulterio». Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena» (Mt 5, 27-29).
Hagamos caso al Señor y vivamos en paz con nuestra conciencia.
Mónica Muñoz, Aleteia
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