Promotora de Ejercicios Espirituales, Mama Antula fue una santa que salía al camino, que anunciaba una Iglesia para todos.
El Papa Francisco autorizó un milagro atribuido a la intercesión de la beata María Antonia de San José, más conocida como Mama Antula, y luego de cumplidos todos los debidos procesos, el Dicasterio para las Causas de los Santos promulgó el decreto que permite su canonización. La ceremonia tendría lugar a principios de 2024.
Además de ser la primera santa nacida y fallecida en tierras hoy argentinas, Mama Antula, laica consagrada, es considerada por algunos como una auténtica fundadora de la nación argentina. No por militancia política, sino por su incansable anuncio evangélico que dejó huella en la propia identidad religiosa y cultural de los argentinos.
A ella se le atribuye, por ejemplo, el inicio de la devoción a San Cayetano de Thiene. Pero también fue responsable de mantener viva la llama de los ejercicios espirituales durante tiempos de expulsión jesuítica, y de universalizar su alcance, convocando a participar a absolutamente todos, indistintamente de la clase social, profesión, u otra diferencia que la era pautaba.
Era tal su influencia y prestigio que en Buenos Aires el Obispo consultaba con ella antes de ordenar a cualquier candidato al sacerdocio, y nadie podía recibir el orden sagrado sin antes pasar por su Santa Casa de Ejercicios Espirituales.
Una santa con vigencia
En diálogo con Aleteia, monseñor Santiago Olivera, quien fue vice postulador de la Causa de Mama Antula -y que es el obispo delegado para la causa de los santos de la Conferencia Episcopal Argentina- explicó que pese a ser una santa del siglo XVIII, aún hoy su vida y testimonio puede enseñarnos de la vida cristiana, de la vida en la Iglesia:
«Los Santos son los que han vivido el Evangelio; han encarnado el Evangelio, podemos leer en sus vidas páginas del Evangelio. Y por eso los Santos que son faros y son luz también son modelos y son siempre actuales y vigentes. Mama Antula nació en 1730 y murió en 1799, y hoy estamos hablando de ella con la alegría y con el gozo de saber de su santidad, pero con la vigencia de hoy, con la actualidad de hoy».
Ella, continuó monseñor Olivera, «nos recuerda por una parte que a la santidad la debemos transitar todos, es una vocación primera a la que todos fuimos llamados». En esa línea, recordó en la conversación el magisterio de San Juan Pablo II sobre el bautismo y la santidad. En el caso de Mama Antula, la Iglesia «nos recuerda ese trabajo pastoral tan importante de ser instrumento, puente, para que los hombres se encuentren con Jesús a través de los ejercicios espirituales, que es su trabajo fundamental, obviamente haciendo presente la obra de los jesuitas que habían sido expulsados de nuestras tierras». En ese momento histórico, Mama Antula «se puso esa obra al hombro y trabajó sin descanso con todo lo que le implicaba para que los hombres se encuentren con Jesús».
Como con el paralítico de la camilla
A monseñor Olivera le gusta asociar un pasaje bíblico a la figura de la nueva santa; se trata del pasaje en el que amigos de un paralítico bajan a éste desde el techo, en una camilla, para que Jesús pueda posar su mirada sobre él (Mateo 9: 1-8, Marcos 2: 1-12, y Lucas 5:17-26).
«A mí me gusta pensarla en esa imagen de los hombres que bajan por el techo un paralítico para que Jesús lo cure, para que Jesús lo mire. Cuando llevamos a los ejercicios espirituales, de alguna manera se hace todo el esfuerzo para poner frente a una mirada que cura, una mirada que sana, restaura y ama, que es la de Jesús, para que los hombres y mujeres de su tiempo se encuentren con Él».
Una Madre de la Patria para la Argentina
Los tiempos de la beata Antula fueron fundacionales para la nación argentina. Formalmente, se la reconoce santa de estas tierras, pero le tocó anunciar el Evangelio y confirmar la fe cristiana en tiempos en los que las decisiones políticas para las tierras dependían de la monarquía española.
«Mama Antula es un referente en nuestra patria, es como decía el cardenal Mario Poli (Arzobispo de Buenos Aires), Madre de la Patria. Canonizarla es como canonizar también nuestras raíces, nuestra historia», considera para Aleteia monseñor Olivera.
Una santa para la Iglesia de hoy
La canonización de Mama Antula nos recuerda la «grandeza de vivir apasionados por anunciar el Evangelio que transforma, y así, transformando corazones, vidas, transformamos nuestras familias, nuestra sociedad, nuestra patria querida». «En este tiempo tan difícil que estamos transitando, este regalo de la santidad de Mama Antula nos recuerda justamente la vigencia de su propuesta en la Iglesia de hoy: una iglesia que sale al encuentro, una iglesia de caminar juntos, una iglesia que habla de sínodo, que es caminar juntos; una iglesia que habla del anuncio del Evangelio, una iglesia que es para todos. Mama Antula lo ha vivido en aquellos tiempos, los suyos, y nos regala, por su santidad y por su hondura, la oportunidad de recrearlos hoy con nuestra propia vida», concluye monseñor Olivera.
Gran promotora de los ejercicios
Mamá Antula nació en el año 1730 en Santiago del Estero, que en aquel entonces formaba parte del territorio del Virreinato del Perú, con el nombre de María Antonia de Paz y Figueroa. Proveniente de una familia de prestigio, desde su juventud se dedicó a asistir a los padres jesuitas tanto en la promoción de retiros espirituales de 10 días como en la realización de obras de caridad con los hombres. Residía junto a otras «beatas» comprometidas en la causa de Dios, aunque no optaban por la vida conventual. De las comunidades indígenas locales recibió el sobrenombre de Antula, que los quechuas de la región le daban en lugar de Antonia.
Después de la expulsión de los jesuitas, Mamá Antula persistió en la realización de los retiros espirituales. Se dedicó de lleno a ello y recorrió pueblos y ciudades convocando a las personas, a veces incluso caminando descalza. Llegó a Buenos Aires, donde fundó la Casa de Ejercicios Espirituales, en la hoy denominada Avenida Independencia. Aún de pie, esta casa es refugio del ruido citadino, espacio de encuentro con Jesús con variadas propuestas que pueden conocerse en redes sociales.
El otro gran espacio porteño de encuentro con la espiritualidad de Mama Antula, con su legado, es la Basílica de la Piedad, donde descansan sus restos.
El milagro de la canonización
Más allá de una vida y una fama de santidad que ha trascendido los siglos, la iglesia confirma las canonizaciones en los candidatos que ya son beatos y a los que se les atribuya la intercesión ante Dios para la gracia de un milagro.
En este caso, se trata de una curación milagrosa en una persona que sufrió un ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas. La evidencia empírica recolectada luego de su ingreso a una unidad de cuidados intensivos en estado de coma da cuenta de la gravedad de su cuadro, inexplicablemente revertido luego de la oración para encomendarla a la beata Mama Antula que realizó todo su círculo familiar, e incluso personas que no lo conocían personalmente.
Esteban Pittaro, Aleteia
Vea también María Goretti: Una mártir
por conservar la castidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario