Vítores, tambores y trompetas de las bandas de guerra, cantos, rezos, lágrimas y sonrisas; miradas fijas en la Generala, peticiones, ofrendas y agradecimiento… Todo esto inundó las calles de Guadalajara durante la romería de la Virgen de Zapopan
Más de dos millones de fieles acompañaron este 12 de octubre el retorno a casa -la Basílica de Zapopan- de la Virgen de la Expectación. El recorrido de nueve kilómetros fue realizado desde la Catedral de Guadalajara, después de haber visitado 181 parroquias de la arquidiócesis desde el pasado mes de mayo.
Una promesa, 289 años de tradición
La Romería, tradición que desde 2018 es reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO, surgió en 1734 a partir de una promesa que Guadalajara hizo a la Virgen. El padre Armando González Escoto, cronista de la ciudad de Guadalajara e historiador, comentó para Aleteia que todo comenzó de manera espontánea:
«Comenzó para dar gracias a Dios y a la Virgen por el milagro ocurrido ese verano en que la ciudad sobrevivió a inundaciones y epidemias. En ese año se juró traerla cada año en el tiempo de lluvias, a visitar todos los templos de la ciudad, tradición que permanece».
26 mil danzantes
Este año se tuvo registro de 26 mil danzantes que acudieron para acompañar el trayecto de la Virgen. La danza es una tradición que se hereda dentro de la familia desde edades tempranas; tal es el caso de Fátima de 16, Axel de 11, quienes danzaron por segunda vez, y Daniel de ocho años, que por primera vez se unió al resto de su familia. Los tres menores explicaron que «la tradición y la fe en la Virgen» son el motivo de su danza.
La familia Mendoza es otro de estos ejemplos, pues al menos 5 generaciones han danzado en la Romería. Hace más de 50 años, el señor Blas Mendoza fue el segundo jefe de la Danza Águila Negra, años después su hijo, Pablo, quedó al frente, y actualmente es Abel Mendoza quien la dirige.
Este año Faby Mendoza danzó junto a su familia e hija mayor -que danza por primera vez- y comentó que «es una bendición poder vivir la romería como danzante, es un orgullo pertenecer a la primer danza de la romería. Ser danzante es una experiencia, en lo personal, muy emocionante y me llena de alegría, es un momento que ofreces a la Virgen para dar gracias por las bendiciones recibidas».
Su hermana Karina, que danzó por primera vez a los seis años, expresó que esta fecha los une como familia y les permite recordar a su abuelo. «Es muy lindo ver cómo los más pequeños se van haciendo partícipes de la tradición».
Explicó que es una forma de honrar la memoria de su abuelo y venerar a la Virgen por las gracias otorgadas a toda su familia. «En más de alguna ocasión he danzado como manda por haber recibido algún favor de ella, además de ver sus gracias derramadas en mí y mi familia los años que hemos danzado».
Peregrinos de todo el país
Peregrinos de diferentes estados de la república se reúnen desde la noche del 11 de octubre a las afueras de la catedral para velar en oración. Con su presencia, llenan el centro histórico de expresiones culturales y muestras de devoción.
Los portales que rodean la catedral se convierten en campamentos temporales donde los fieles como Mary esperan que amanezca para acompañar el camino de la Virgen. «Tengo más de 20 años viniendo, desde que era niña, mis abuelitos nos dejaron esa tradición de venir año con año».
«No venimos a dormir, para dormir, mejor nos quedamos en nuestras casas. Nosotros venimos a acompañarla, a estar. Si estamos en fiestas desvelándonos, o haciendo cosas que a lo mejor no tienen importancia, que no nos desvelemos un ratito con ella, no es de diario, es una vez al año».
Esta vez, Mary peregrinó especialmente para pedir por la salud de su hijo, pero comentó que cada año acude para agradecer por los milagros recibidos y las promesas que ha hecho. «Son cosas tan hermosas que he vivido que no tengo palabras para decirlas. Ahorita vengo a cumplir una promesa que yo tengo con ella y le pido mucho que me dé licencia de llegar hasta su casa a acompañarla».
Piden a la Generala por los desaparecidos de Jalisco
Este año las personas desaparecidas y sus familias estuvieron especialmente presentes en las peticiones y homilías de las celebraciones eucarísticas.
El 11 de octubre, durante la Misa de renovación de patrocinio, la reflexión del Evangelio (la visita de María a Santa Isabel) giró sobre la inmensa falta que nos hace saltar de alegría en nuestra ciudad y en nuestra patria, que se ensombrece por la tristeza de muchos desaparecidos.
El 12 de octubre, la procesión que comenzó a las seis de la mañana arribó a la Basílica de Zapopan minutos después del mediodía, donde, en medio de la multitud de fieles, se encontraban familiares de desaparecidos portando sus carteles de búsqueda.
En la Misa de bienvenida, dedicada a los desaparecidos, el Cardenal Robles reflexionó en su homilía sobre la violencia dentro del estado:
«Teniendo con nosotros la señal de amor, de misericordia y salvación nos preguntamos ¿por qué al mismo tiempo tenemos tantos signos, tantas señales de dolor, de sufrimiento y de muerte? ¿Por qué padecemos tanta violencia, tanta inseguridad, tanta desigualdad? ¿Por qué sufrimos tanto egoísmo y falta de fraternidad? ¿Por qué estamos tan confrontados y tan divididos? ¿Por qué tenemos que padecer la dolorosa herida de tantos hermanos desaparecidos, heridos de muerte?»
Majo Frías - Yohana Rodríguez Yohana Rodríguez, Aleteia
Vea también Benedicto XVI peregrina a Loreto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario