El sacerdote y exorcista Fabián Barrera atestigua "el poder de Dios"
frente al mal a través de sus experiencias de sanación y liberación.
En sus 23 años como sacerdote y exorcista, el bonaerense Fabián Barrera ha visto cosas verdaderamente "extraordinarias". Desde víctimas de posesiones liberadas hasta sanaciones de personas que llevaban más de una década en silla de ruedas. Parte de estas experiencias las ha plasmado en su último libro, Mi último exorcismo. Otras las relata en retiros y ponencias y algunas están a la espera de ser descubiertas, como las que pudieron darse en las últimas jornadas de evangelización impartidas el pasado fin de semana en el Santuario argentino de La Consolata.
Entrevistado por el diario argentino Puntal, el sacerdote exorcista detalló que estas jornadas se centran en la sanación interior, del alma, y también en la corporal. Se imparten bendiciones de sacramentales, se celebra la Santa Misa y tienen lugar adoraciones de la cruz y al Santísimo. Todo tiene lugar para buscar "un momento de gracia" en el que, según sus propias palabras, "Dios va transformando los corazones, los abre hacia la verdad y transforma nuestra vida a través de la oración y la fuerza de su palabra".
El sacerdote incardinado en Buenos Aires y dedicado a los ministerios de sanación y liberación, explica que lo que la gente busca en estas jornadas es "consuelo, sanación y alivio". Frente a los escépticos, afirma tener "la certeza de que Dios, cuando pasa por la vida de alguna persona en circunstancias complejas, se produce el encuentro" y "te regala una mirada nueva de la vida".
"Levántate, toma tu camilla y camina"
"Dios empieza a regalarte algo que no se consigue en ningún lado, que es el don de la paz. La paz que transforma los corazones y la paz que empieza a sanar verdaderamente el alma. Y sanando el alma muchas veces pasa algo extraordinario, también empieza a sanarse el cuerpo", asegura.
Pero si sus palabras no bastan, Barrera tiene ejemplos y experiencias que muestran "la acción y el poder de Dios" en cosas "verdaderamente extraordinarias".
Cuenta el caso de una mujer de Hurlingham (Buenos Aires) que llevaba 12 años en silla de ruedas. "En la Eucaristía, esa mujer se puso de pie en el nombre de Jesús y empezó a caminar". Esta es "una de tantas" experiencias que puede compartir y que muestran que "Dios asombra al que cree".
Como sacerdote entregado al ministerio de oración por los enfermos y de liberación, ha plasmado algunos de estos casos en el que es su segundo libro, Mi último exorcismo. Memorias de un sacerdote (Editorial Guadalupe), donde relata algunos episodios concretos de liberación durante su estancia en la Archidiócesis de Montevideo (Uruguay).
"Cuando Dios manda hasta el diablo obedece"
Tras años en este ministerio, Barrera admite que ha visto "fortalecida la fe", especialmente al poder "descubrir la bondad y el poder de Dios frente al mal".
Como exorcista, afirma que "el mal existe, pero el poder de Dios es mucho más grande".
"El que libera es el Señor, yo no libero nada. Yo soy solamente un instrumento del poder de Dios. Cuando Dios manda hasta el diablo obedece. Es imponente. Ver la acción del mal es terrorífica. Pero a la vez ves la acción maravillosa de Dios sanando a los enfermos y liberando a los oprimidos por el mal", agrega.
Antes de concluir, Barrera invita a los católicos a dar un cambio de enfoque en torno a la sanación y liberación. Y es que, si "Jesús está vivo y es el mismo siempre", los cristianos no deberían sorprenderse de que su poder sea efectivo, sino todo lo contrario.
"Los católicos, los cristianos, tendríamos que asombrarnos de que Jesús no estuviera sanando y liberando, porque significaría que Jesús está muerto y Jesús no está muerto: está vivo y es el mismo ayer, hoy y siempre", concluye.
J.M.C., ReL
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