Fue uno de los predicadores más solicitadosen la primera mitad del siglo XX
Ronald Knox era clérigo anglicano. Después de su conversión al catolicismo fue ordenado sacerdote. Fue un predicador muy celebrado.
Una cuestión de dar y dar
Sacerdote católico y converso del anglicanismo, Ronald Knox fue uno de los predicadores más famosos de Inglaterra en las décadas próximas a la Segunda Guerra Mundial. Bastante excéntrico, la brillantez lingüística de Knox se manifestó desde su más tierna infancia cuando, en la secundaria, escribía relatos por entregas para un periódico en latín que creó con sus hermanos.
Educado en Eton y Balliol, Knox se convirtió al catolicismo desde las filas del clero anglicano en 1917 y rápidamente fue ordenado sacerdote católico: acabó creando la "Biblia de Knox", una traducción totalmente nueva con el toque distintivo de una redacción semiarcaica e inusual.
A lo largo de su vida, Knox fue un predicador muy solicitado. Cuando se cansaba de reutilizar un sermón para la misma ocasión (graduaciones, bodas, etc.), lo publicaba y lo sacaba de circulación.
Una de esas recopilaciones es Bridegroom and Bride, un pequeño volumen de homilías para bodas reeditado recientemente por Cluny Media, que ha reeditado varios de sus libros. Las amonestaciones homiléticas de Knox a los recién casados constituyen un pequeño tesoro del que pueden extraerse ideas "nuevas y antiguas".
Al igual que su íntimo amigo Hubert van Zeller (otro de mis autores favoritos), Knox escribe que el verdadero amor romántico es una cuestión de "dar y dar", no de "dar y recibir": "El cínico te dirá que la felicidad conyugal es una cuestión de dar y recibir. No le creas; es cuestión de dar y dar". Los esposos "se administran el sacramento el uno al otro, no tanto aceptando" el regalo del otro como "permaneciendo allí en silencio y haciendo, cada uno a su vez, el regalo que está siendo aceptado".
Knox se explaya sobre el simbolismo del anillo en varios pasajes encantadores: "Los dos habéis aceptado ese deber cristiano, dentro del estrecho círculo del que el anillo de boda es el símbolo".
La imagen de Dios
He aquí otra hermosa afirmación de cómo el matrimonio refleja la naturaleza de Dios en el hombre: Dios es una comunión de personas, y ser "a imagen de Dios" es ordenarse también a una comunión de personas. Porque llevamos la imagen de Dios, no es natural que el hombre esté solo; es natural que el hombre diga a la mujer: "Yo te desposo, yo te adoro, yo te doto, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén".
Aunque existe una vocación al celibato dentro del cristianismo, no obstante "es natural que el hombre o la mujer contemplen una imagen del mundo enmarcada en una compañía humana; ¿acaso no vemos mejor con dos ojos que con uno solo?".
Esta atracción natural se siente en varios niveles: "Así como no se puede decir con seguridad: 'Aquí termina el cuerpo y comienza el alma', tampoco se puede decir con seguridad, hablando de dos amantes: 'Aquí hubo una atracción física y aquí una espiritual. Las dos están entrelazadas".
Esta base en la naturaleza es elevada, no suplantada por la gracia del sacramento. "La gracia", escribe Knox, "no es algo que viene de fuera y dice: 'No, lo estás haciendo mal, déjame enseñarte cómo hacerlo'". Más bien "perfecciona la naturaleza, transmuta algo que pertenece a la tierra y lo hace brillar con el resplandor del cielo." El amor que se siente "es ya algo sacramental", "materia prima" que está "esperando que la acción divina la pula".
Qué tranquilizador que Knox nos diga que "el amor divino y el humano no son extraños el uno al otro, no son fuerzas que tiran en direcciones diferentes". Como dice el confesor y amigo íntimo de Knox, Dom Hubert, en Vivimos con los ojos abiertos: "¿Traer a Dios al amor? Pero si Él ya está ahí... Dios es amor; el amor humano es simplemente un lado del mismo que se extiende hacia el otro. El amor humano está destinado a decirnos algo del amor divino. Para eso sirve en primer lugar. Para entender bien el amor de Dios, solo tenemos que aprender la lección del amor humano".
Bridegroom and Bride no es un tratado teológico sobre el matrimonio. No es un libro de autoayuda. Es un conjunto de meditaciones sencillas, breves viñetas sobre distintos aspectos del romance cristiano y de las ceremonias que lo ratifican y lo convierten en sacramento. Provocador sin ser un tour-de-force intelectual, Knox nos recuerda "verdades comunes", que "a causa de nuestra fragilidad humana" a menudo quedan oscurecidas.
Ante todo, es un recordatorio de que el amor romántico forma parte del plan de Dios para la humanidad, y que Él pretende sostenerlo, aumentarlo y embellecerlo mediante el sacramento del matrimonio. "¿Tu amor crece menos?", pregunta Knox: "No mientras sea alimentado por el poder que multiplicó los panes y convirtió el agua en vino. Cristo encarnado no deja de tomar todo lo que hay de más humano en nosotros y divinizarlo".
ReL, Traducido por Helena Faccia Serrano.
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