Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'
1086. 6 de marzo de 1941. Hora Santa. Yo quería reposarte, Señor, como hace tanto
tiempo me lo tienes pedido. Yo quería no darte ya nunca el cuidado de mis infidelidades; pero, he aquí que he vuelto a caer en tantas faltas, que me admiro de que Tu Misericordia no se haya cansado. Me contestó Él: Aún cuando tú vivieras hasta el fin del mundo, acumulando faltas sobre faltas pero esperando siempre el momento del Perdón, encontrarías que el Perdón te estaba esperando, aun desde antes que tú hubieras comenzado a implorarlo.
Recuerda que una vez dije: 'setenta veces siete'. Esto da la medida sin medida con que Mi Corazón responde a la pregunta: '¿cuántas veces tenemos que perdonar?' Conserva tu espíritu de penitencia.
Yo pensaba luego en mi falta de valor para dormir las noches precedentes, en un lecho con pulgas.
Me dijo: 'No puedes soportar eso por Mí? ¿Ni por ti? Para expiar tus faltas, para expiar la marea creciente de los pecados del mundo actual. Déjate penetrar por un espíritu de humilde reparación.
Recita durante todos los días de la Cuaresma el salmo 'Miserere' por todos los hombres. Déjame activar en ti la suplicación; permanece en Mí, seamos Uno. Ruega a Mi Madre que presente así su Jacob al Padre Celestial. ¿Puedo contar contigo, unida a Mí, para ayudar a las almas durante esta Cuaresma?" Yo: Sí, Señor. El: Yo te ayudaré, como te ayudo siempre, cuando tienes valor para comenzar un sacrificio. No creas que cuando te esfuerzas por esto o por aquello eres tú la que lo hace. No eres tú, Soy Yo que te ayudo. Y cuando el famoso sacrificio ya pasó ni siquiera te vuelves a acordar al siguiente día. Ten pues ánimo. Ya sabes todo lo que sufrí por tu causa y por tu bien.
Hace poco veías cómo un pedazo de cuerda medio caído de un camión, era arrastrado por todos los baches llenos de lodo; y pensaste en Mí, en el Pretorio, derribado por los verdugos y golpeando con Mi Cabeza las esquinas de las columnas. Sentiste al mismo tiempo horror y compasión. Que tu amor se traduzca en actos, porque ése es el verdadero amor. Yo te he amado así: imita a tu Cristo, pequeña esposa Mía.
tiempo me lo tienes pedido. Yo quería no darte ya nunca el cuidado de mis infidelidades; pero, he aquí que he vuelto a caer en tantas faltas, que me admiro de que Tu Misericordia no se haya cansado. Me contestó Él: Aún cuando tú vivieras hasta el fin del mundo, acumulando faltas sobre faltas pero esperando siempre el momento del Perdón, encontrarías que el Perdón te estaba esperando, aun desde antes que tú hubieras comenzado a implorarlo.
Recuerda que una vez dije: 'setenta veces siete'. Esto da la medida sin medida con que Mi Corazón responde a la pregunta: '¿cuántas veces tenemos que perdonar?' Conserva tu espíritu de penitencia.
Yo pensaba luego en mi falta de valor para dormir las noches precedentes, en un lecho con pulgas.
Me dijo: 'No puedes soportar eso por Mí? ¿Ni por ti? Para expiar tus faltas, para expiar la marea creciente de los pecados del mundo actual. Déjate penetrar por un espíritu de humilde reparación.
Recita durante todos los días de la Cuaresma el salmo 'Miserere' por todos los hombres. Déjame activar en ti la suplicación; permanece en Mí, seamos Uno. Ruega a Mi Madre que presente así su Jacob al Padre Celestial. ¿Puedo contar contigo, unida a Mí, para ayudar a las almas durante esta Cuaresma?" Yo: Sí, Señor. El: Yo te ayudaré, como te ayudo siempre, cuando tienes valor para comenzar un sacrificio. No creas que cuando te esfuerzas por esto o por aquello eres tú la que lo hace. No eres tú, Soy Yo que te ayudo. Y cuando el famoso sacrificio ya pasó ni siquiera te vuelves a acordar al siguiente día. Ten pues ánimo. Ya sabes todo lo que sufrí por tu causa y por tu bien.
Hace poco veías cómo un pedazo de cuerda medio caído de un camión, era arrastrado por todos los baches llenos de lodo; y pensaste en Mí, en el Pretorio, derribado por los verdugos y golpeando con Mi Cabeza las esquinas de las columnas. Sentiste al mismo tiempo horror y compasión. Que tu amor se traduzca en actos, porque ése es el verdadero amor. Yo te he amado así: imita a tu Cristo, pequeña esposa Mía.
6 de marzo. En mi aposento hacía yo una cubierta de altar. Me dijo: Siéntate a Mis pies.
1087. 8 de marzo de 1941. Considera la diferencia entre dos almas. Una no piensa sino en sí misma, y en todo, no busca sino su propio interés. La segunda no vive sino para procurarme dulzura y gloria. Se ha perdido totalmente para sí misma al consagrarse a Mi Servicio. Siempre está contenta y su rostro refleja la alegría. Y mientras tanto la otra arrastra, llena de temores y de fastidio, la cadena de sus días. Cuando estas dos vidas lleguen a su término verás también la diferencia."
ReL
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