El Papa Francisco invitó a los sacerdotes a experimentar el “sano cansancio” que causa la proximidad a los fieles.
En un discurso sobre la crisis de la identidad sacerdotal y cómo afrontarla, que pronunció ante Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, consagrados, seminaristas, catequistas y animadores de pastoral de Mozambique este jueves 5 de septiembre, segundo día de su viaje pastoral a África, que también le llevará a Madagascar y Mauricio, en la Catedral de la Inmaculada Concepción, el Santo Padre subrayó que “la proximidad cansa”.
“La proximidad al santo pueblo de Dios siempre cansa” y, por ello, “es bello encontrar un sacerdote, una hermana, un catequista cansado por la proximidad”.
“Que en este sano cansancio encontremos la fuente de nuestra identidad y felicidad. La proximidad cansa. Este cansancio es la santidad”.
Tras escuchar los testimonios de un sacerdote, una religiosa y un catequista, el Papa Francisco explicó que para hacer frente a la crisis de identidad sacerdotal “quizás tenemos que salir de los lugares importantes, solemnes; tenemos que volver a los lugares donde fuimos llamados, donde era evidente que la iniciativa y el poder eran de Dios”.
“A veces sin querer, sin culpa moral, nos habituamos a identificar nuestro quehacer cotidiano como sacerdotes con ciertos ritos, con reuniones y coloquios donde el lugar que ocupamos en la reunión, en la mesa o en el aula es de jerarquía”.
En ese sentido, pidió a los sacerdotes no lamentarse por los tiempos pasados, porque ese lamento “nos va petrificando. Nos va, momificando. No es buena cosa un Obispo, un sacerdote, incluso un catequista, momificado. No, no es bueno. En lugar de profesar una Buena Nueva, lo que anunciamos es algo gris que no atrae ni enciende el corazón de nadie”.
En su respuesta a los testimonios, el Papa repitió algunas de las frases de su homilía durante la Misa Crismal del 17 de abril de 2014 y señaló que “no exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: la inconmensurable grandeza del don que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños de los hombres”.
“El sacerdote es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza, el más inútil siervo si Jesús no lo llama amigo, el más necio de los hombres si Jesús no lo instruye pacientemente como a Pedro, el más indefenso de los cristianos si el Buen Pastor no lo fortalece en medio del rebaño”.
“Nadie más pequeño que un sacerdote dejado a sus propias fuerzas; por eso nuestra oración protectora contra toda insidia del Maligno es la oración de nuestra Madre: soy sacerdote porque Él miró con bondad mi pequeñez”.
Por ello, “volver a Nazaret puede ser el camino para afrontar la crisis de identidad, para renovarnos como pastores-discípulos-misioneros”.
“Renovar el llamado muchas veces pasa por revisar si nuestros cansancios y afanes tienen que ver con cierta “mundanidad espiritual”,
El Papa insistió: “renovar el llamado pasa por elegir, decir sí y cansarnos por aquello que es fecundo a los ojos de Dios, que hace presente, encarna, a su Hijo Jesús. Que en este sano cansancio encontremos la fuente de nuestra identidad y felicidad”.
ACI Prensa
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