El 20 de septiembre se realizará un acto de desagravio. Tras lamentar la “dolorosa carencia de valores humanos y espirituales”, el párroco suplicó a Dios que “no tome en cuenta estos graves pecados, sino las miles de almas buenas que le adoran en el Santísimo Sacramento”
Las celebraciones de culto en el templo dedicado a Nuestra Señora del Rosario, en la California, quedaron temporalmente suspendidas por un mandato del administrador apostólico de Caracas, cardenal Baltazar Porras, luego de que ocurriera un abominable hecho sacrílego contra las formas sagradas.
La triste noticia la dio a conocer el párroco Enrique Yánez, quien indicó que “personas inescrupulosas entraron en la casa de Dios y profanaron el Sagrario, y de nuevo el cuerpo de Jesús ha sido ultrajado y maltratado”.
Tras reiterar que “por mandato del señor cardenal quedan suspendidas las celebraciones de culto en el templo por tres días”, dijo que el viernes 20 de septiembre “se ofrecerá una misa en reparación” ante tan “abominable hecho”.
El sacerdote instó a la comunidad:”Pidamos perdón al Señor por las almas de estas personas”. Y clamó: “Que este mal no traiga consecuencias negativas en nuestras Patria, república del Santísimo Sacramento”.
“Oremos y reparemos. ¡Dios les bendiga a todos!”, agregó el sacerdote en un emotivo mensaje.
Imágenes facilitadas por Enrique Yánez a Aleteia:
“El tesoro más grande”
“Hoy en día las iglesias, sobre todo en Venezuela, no tienen vasos sagrados de oro, ni de ningún tipo de valor comercial. Modestamente, nuestros templos tienen muy pocas cosas en realidad de valor comercial”, dijo el párroco en conversación con Aleteia.
“Sin embargo, para nosotros como católicos, en el Sagrario custodiamos el tesoro más grande; porque espiritualmente y para nuestra fe, significa que es Jesús, quien está allí vivo y presente en el Santísimo Sacramento”, agregó.
“Quiero expresar como párroco que más allá del dolor por el acto sacrílego cometido contra el Santísimo y contra la Iglesia, es también muy dolorosa la carencia de valores humanos y espirituales que se está viviendo en Venezuela”, sostuvo.
Consideró además “muy lamentable que se vayan perdiendo los valores y el respeto hacia los lugares y las instituciones que para nosotros son representativas del bien, de la caridad y de las cosas positivas”.
En este aspeco, dijo: “Quisiera hacer un llamado de atención para educar y formar en valores, especialmente a las futuras generaciones, para que actos como estos dejen de suceder”.
“Elevemos una oración al Señor, presente en el Santísimo Sacramento, que es el Señor de Venezuela, para que bendiga, proteja nuestra tierra y nos conceda la paz, la libertad, la justicia y la esperanza a nuestro país”.
“Que el Señor no tome en cuenta estos graves pecados, sino las miles de almas buenas que le reconocen y le adoran en el Santísimo Sacramento”, concluyó el presbítero Enrique Yánez.
Sacrilegio, grave pecado
De acuerdo con el numeral 2120 del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), el sacrilegio consiste en “profanar o tratar indignamente los sacramentos y las otras acciones litúrgicas, así como las personas, las cosas y los lugares consagrados a Dios”.
El sacrilegio es un pecado grave sobre todo cuando es cometido contra la Eucaristía, pues en este sacramento el Cuerpo de Cristo se nos hace presente substancialmente (cf CIC can. 1367. 1376).
Es también considerado un delito en la legislación eclesial, específicamente en el Código de Derecho Canónico, el cual es particularmente claro al respecto:
El numeral 1367 de la citada legislación establece que: “Quien arroja por tierra las especies consagradas, o las lleva o retiene con una finalidad sacrílega, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica; el clérigo puede ser castigado además con otra pena, sin excluir la expulsión del estado clerical.”
Más adelante, el numeral 1376 añade en su advertencia que “quien profana una cosa sagrada, mueble o inmueble, debe ser castigado con una pena justa”.
Desagravio y reparación
Con plegaria del Papa Pío XI clamamos: “¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón”.
“…Concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén”.
Carlos Zapata/Aleteia Venezuela
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