El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Los Ángeles en Estados Unidos, Mons. Robert Barron, explicó las razones por las cuales el “karma” no es compatible con la fe católica ya que niega algunas verdades esenciales de la fe cristiana.
En su blog, Word on Fire, Mons. Barron explicó que el “karma” es un elemento de las religiones orientales, como el hinduismo y el budismo, que considera que “por una ley espiritual cósmica, somos castigados o recompensados según nuestras actividades morales”.
“Si hacemos cosas malas, vamos a sufrir, en esta vida o en la que vendrá. Y si hacemos cosas buenas, seremos recompensados aquí o en el más allá. El karma no necesariamente es inmediato, a diferencia de la ley de gravedad”, pero “a la larga la gente es recompensada o castigada según sus méritos. Y esto satisface nuestro sentido de equidad y justicia”, indicó.
En cambio, prosiguió el Prelado, la Iglesia Católica enseña que “todas las personas son pecadoras y por lo tanto merecen un castigo, pero Dios, en una muestra de generosidad, les da lo que no merecen”.
Para explicar en qué consiste esta “gracia” otorgada por Dios, Mons. Barron puso como ejemplo la parábola del Hijo Pródigo. Esta cuenta la historia de un hijo que malgastó su herencia en una vida libertina y cuando regresa arrepentido a la casa de su padre, este lo perdona, lo recibe con alegría y hace un festín en su honor con el mejor ternero.
Mons. Barron afirmó que Dios otorga su gracia como “un regalo”, pero cuando la persona la guarda de forma egoísta este don “se convierte en cenizas”. En cambio, “cuando entregas esa gracia, esta se renueva en ti”.
“Si la gracia asombrosa ha salvado a un desgraciado como yo, tengo que ser un vehículo de gracia para cada alma perdida que me rodea”, destacó el Prelado.
El Obispo Auxiliar de Los Ángeles indicó que en la Biblia hay dos pasajes que demuestran cómo Dios concede a oportunidad de redención a todos los pecadores sin excluir a nadie, a diferencia del karma.
El Prelado señaló que a pesar de que la Biblia señala que Israel es “el pueblo elegido”, en Is 56, 6-7 se lee que “a los hijos de una tierra extranjera que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y para ser sus servidores, a todos los que observen el sábado sin profanarlo y se mantengan firmes en mi alianza, yo los conduciré hasta mi santa Montaña y los colmaré de alegría en mi Casa de oración”.
Indicó que en Mt 15,21-28 una mujer cananea busca a Jesús para pedirle que libere a su hija de un demonio, pero él se niega diciéndole que solo ha venido a apacentar las ovejas de la casa de Israel. Incluso le dice “No está bien que se tome la comida de los hijos y se la tiren a los perros”. Pero ella le responde “Por favor Señor, hasta los perros comen de las sobras que caen de la mesa de los hijos”.
Jesús se sorprende por su fe y le concede lo que ella pidió. Al respecto, Mons. Barron explicó que “la mesa de la gracia fue puesta para los hijos de Israel, pero la comida de esa mesa no estaba destinada solo para los israelitas sino para todos los que vinieran. Israel fue escogido, sí, pero para el bien del mundo”.
En ese sentido, Mons. Barron manifestó que es una gracia de Dios que “no estemos viviendo bajo la dispensación del karma ¿Quién de nosotros sería capaz de soportar los fuertes vientos de la justicia pura?”.
“Los devotos de una religión de gracia tenemos que saber que el don no es solo para nosotros, más bien la generosidad de Dios está destinada a despertar en nosotros una generosidad semejante”, expresó.
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