La devastación en Dominica “es total”
La previsiones en Puerto Rico sobre el huracán María, desgraciadamente, fueron corroboradas por el paso de este tercer meteoro que toca Antillas y El Caribe en poco menos de un mes. Primero fue Irma, más tarde (y todavía acechando la costa noreste de Estados Unidos) José, y ahora es María.
Entró el lunes el martes por la madrugada sobre la pequeña isla de Dominica (75,000 habitantes) con categoría 5 en la escala Saffir-Simpson (la máxima fuerza para un huracán, con vientos sostenidos de 250 kilómetros por hora) y dejó siete personas fallecidas.
La devastación fue total, según lo dijo el primer ministro Roosevelt Skerrit (quien fue de los primeros en perder el techo de su casa), quien en un mensaje de tweeter pidió ayuda urgente, pues María dejó “una devastación total.
El primer ministro Skerrit dijo en otro comunicado por redes sociales: “Hemos perdido todo lo que podía perderse”. Y más adelante lanzó un SOS a la comunidad internacional: “Se necesita todo” para enfrentar la brutal contingencia en Dominica.
María también tocó la isla francesa de Guadalupe, donde hubo dos muertos y dos personas continúan desaparecidas y, tras perder un poco de fuerza, entró ayer miércoles en las horas de la mañana a Puerto Rico con categoría 4 en la Saffir-Simpson, con vientos de 185 a 200 kilómetros por hora.
El camino, ya en categoría dos sigue hacia República Dominicana –a donde pega el día de hoy ya con categoría 2, pero con potencial destructor considerable—y a las islas Turk and Caicos. Las predicciones del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos son que María seguirá su curso hacia el norte, bordeado la costa este de Estados Unidos, en el mismo camino que José.
El caso atípico de María –que paso de categoría 1 a 5 en la Saffir-Simpson en solo 24 horas– está corroborando las suposiciones de científicos, como el Premio Nobel mexicano, Mario Molina, quienes aseveran que la fortaleza de Harvey, Irma, José y María se debe al calentamiento global, en específico, al calentamiento de las aguas del Atlántico y del Mar Caribe.
La situación en Puerto Rico se ha tornado muy difícil tras el paso de María que golpeó sin piedad la isla durante todo la mañana de ayer. El meteoro entró por el sur y luego, en una diagonal extraña, salió por el norte de la isla, dejando sin fluido eléctrico a toda las casas habitación de este territorio asociado a Estados Unidos.
Justamente por ello, el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló, quien había advertido la gravedad del huracán y ordenado evacuar todas las zonas costeras de la isla, pidió al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que –como hizo en Florida o en Texas, con el paso de Irma y de Harvey—declare a Puerto Rico “zona de desastre”.
La ayuda estadounidense y del exterior tiene que fluir inmediatamente, pues desde hace tiempo se sabe que las finanzas públicas de Puerto Rico están en bancarrota, con una deuda externa (impagable) de 120,000 millones de dólares.
Y las labores de rescate, que apenas comienzan, tanto como las de reparación o reconstrucción de infraestructura serán costosas y no habrá dinero suficiente para ello en las arcas públicas. Roselló indicó que tan solo reparar el servicio eléctrico en la isla podría tomarse “varios meses”.
Desde ayer miércoles y hasta la mañana del sábado, Roselló ha decretado el toque de queda para evitar problemas en las calles y las carreteras, inundadas en, prácticamente, todo el territorio boricua así como para prevenir actos de pillaje que pudieran suceder, sobre todo en las casas de las personas que han sido evacuadas.
Hasta el cierre de esta edición solamente se hablaba de una persona muerta, en Bayamón, por el paso de María. Pero, desgraciadamente y como sucede en estos casos, el recuento de los fallecidos, desaparecidos y daños materiales, apenas comienza.
María ha sido el ciclón más poderoso que ha golpeado Puerto Rico desde 1928. Y, tal como pasó con Dominica y el ciclón David hace 38 años, o con Barbuda hace una semana, Puerto Rico no volverá a ser el mismo, la composición de la isla habrá cambiado.
Así lo describió el director de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres, Abner Gómez, apenas María había abandonado a su presa: “Definitivamente, vamos a encontrar a nuestra isla destruida. La información que hemos recibido no es nada alentadora. Es un sistema que ha destruido todo lo que ha tenido a su paso”.
Sin embargo, el mensaje del gobernador Roselló hizo que nadie en la isla bajara la guardia: “No hay ningún huracán más fuerte que el pueblo de Puerto Rico”.
Jaime Septién, aleteia
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