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lunes, 25 de septiembre de 2017
Exorcistas y ex adeptos coinciden: el yoga no se queda en posturas físicas, busca unirnos con «algo»
Es una práctica panteísta-nihilista, alerta el sacerdote Javier Luzón
El yoga no es solo un conjunto de ejercicios corporales: envuelve una filosofía
y apunta a una religión, y ninguna de las dos es buena. Foto: UN News.
Muchas personas están convencidas de que el yoga es un sistema
de posturas físicas asépticas. Hay mucho más. Con la asesoría de Javier Luzón Peña (licenciado en Filosofía y Letras, doctor en Teología y profesor de Antropología Teológica, quien ha sido exorcista en Madrid) y de Juan Sánchez (ex practicante de reiki) y Rosa María Ramírez (ex practicante de yoga), ambos autores de la conferencia Cristianismo y new age: reiki, yoga..., peligros que acechan a nuestra fe, el siguiente diálogo muestra la contraposición entre dos católicos.
Uno de ellos desconoce que el yoga está íntimamente ligado al hinduismo y que, al practicarlo, su bienestar espiritual corre peligro; el otro intenta explicarle que todas estas posturas y ejercicios de respiración en realidad son pasos hacia la unión panteísta-nihilista con Brahman, el impersonal divino hindú.
-He comenzado a practicar yoga y me he estado sintiendo muchísimo mejor de todas mis dolencias. -¿De veras? Me alegra que estés mucho mejor, aunque te cuento que yo también quise practicar yoga por el mismo motivo, hasta que decidí consultar al padre Javier Luzón Peña, experto en la materia. Él me alertó de que cualquier tipo de yoga (Raja yoga, Karma yoga, Jnana yoga, Hatha yoga, Laya yoga o Kundalini yoga, Bhakti yoga y Mantra yoga) es a cual más peligroso.
-¿Peligroso? ¿Qué peligro puede haber en una práctica que contribuye al bienestar de tanta gente? ¡Si es como gimnasia! -Lo que ocurre es que el yoga nunca se puede reducir a una disciplina corporal, pues está entroncado en el hinduismo y lo que intenta es que la persona pueda llegar a un estado de conexión con su “yo divino”, es decir, al nirvana. Esto lo hace a través de las posturas de las manos (mudras), del cuerpo (asanas), del sonido (mantras) y de la respiración (pranayama). De modo que no puede ser considerado como un ejercicio solo físico, aunque esa sea la intención de quien lo practica. Ten en cuenta que la palabra yoga proviene de la raíz sánscrita yuj, que significa “unión”, pues el yoga pretende unir el yo temporal o jibacon el yo infinito o Brahman, que es el concepto hindú de dios. Este dios no tiene nada que ver con nuestro Dios personal. Para los hinduistas, se trata de una sustancia impersonal, espiritual, que es uno con la naturaleza y con el cosmos; por lo tanto, es panteísta. Nosotros, en cambio, sabemos que somos criaturas de Dios, hijos suyos, pero no una unidad con Él.
-Bueno, a mí no me interesa esa espiritualidad, soy católico y solo quiero aprovechar el beneficio físico que experimento en mi clase de yoga. -Entiendo que practicas el yoga por motivos físicos, sin buscar espiritualidad en él, pero, como te decía, el yoga no puede separarse de sus raíces hunduistas del mismo modo que no podemos separar el cristianismo de Jesucristo. El yoga fue concebido para adorar a los dioses hindúes y cada una de sus posturas está diseñada para adorar a una de sus deidades.
»Por eso, aunque los practicantes empiezan con posturas físicas que parecen gimnasia, poco a poco notan que las asanas actúan más hondo en su ser. Si buscas mejorar tu salud, puedes acudir a ejercicios que no interfieran con tu fe: estiramientos de toda la vida, andar, correr, hacer gimnasia…
-¿De verdad crees que puede causarme daño espiritual, aunque me enfoque en el ejercicio físico? -Lo creo. Es más, abordar el yoga pensando que tiene poca o ninguna relación con su raíz espiritual puede poner en mayor peligro tu bienestar espiritual. El otro día escuchaba el testimonio del sacerdote belga Joseph-Marie Verlinde, quien durante años practicó yoga y meditación trascendental y fue la mano derecha del yogi Maharishi Mahesh, el gurú de los Beatles. Él cuenta que, a raíz de un viaje a Alemania, le comentó a su gurú que los europeos estaban haciendo yoga para relajarse, y el gurú “tuvo un ataque de risa; se quedó pensando un momento, y dijo: ‘Sin embargo, esto no impedirá que el yoga tenga su efecto’”.
-¡Qué me dices! Pero me hace tanto bien que no quisiera dejarlo. -Te entiendo, pero te estás metiendo en un terreno movedizo porque las ocho vías que guían las prácticas del yoga, desde la ignorancia a la iluminación, son como una escalera: cada vía tiene un objetivo espiritual y, juntas, forman una unidad. Y aunque comiences solo con una de ellas, poco a poco, sin darte cuenta, irás pasando a las otras.
-Si esto fuera así, no creo que tantos católicos practicasen yoga. ¡Si hasta conozco curas y monjas que lo proponen! Y a mi clase de yoga va gente que veo en la parroquia. -Yo solo te recomiendo que escuches el testimonio completo del padre Verlinde en YouTube.
»Él asegura que no pude haber un “yoga cristiano”. La confusión de muchos católicos se debe a que, a veces, sus instructores de yoga desconocen su significado o piensan que es para relajarse, hacer gimnasia o concentrarse, y así se lo venden a sus alumnos. O bien lo ocultan deliberadamente. Y los alumnos no saben que estas prácticas son parte de una teosofía antagónica al cristianismo. Creo que si conociéramos los tesoros de nuestra fe, no buscaríamos bienestar en ese ambiente.
-Es verdad que alrededor del yoga se teje todo un ambiente. En eso te doy la razón… -Claro, y eso se nota desde que llegas a los centros de yoga: están decorados con estatuas de un Buda, imágenes del yogui de los siete chacras o deidades del hinduismo. Estas imágenes no están puestas al azar. La imagen del Buda, por ejemplo, es símbolo de un planteamiento vital diametralmente opuesto al cristianismo. Y el saludo de despedida del yoga, la palabra sánscrita namasté, tiene significado espiritual. Significa: “La divinidad que hay en mí honra a la divinidad que hay en ti”. Piensa una cosa: si en tu centro de yoga ves estas imágenes y escuchas esas expresiones, ese lugar no es para un católico como tú.
El yogi con las siete chakras, omnipresente en los centros de yoga en una forma u otra.
-Tengo amigos que sí buscan la espiritualidad que propone el yoga, pero me aseguran que podemos adaptar el yoga para rezar a nuestro Dios. -El padre Luzón explica que ninguna práctica que se oponga a la naturaleza humana puede acercarnos a Dios.
Javier Luzón Peña, sacerdote de la diócesis de Madrid.
»Estas prácticas son nihilistas, es decir, buscan la disolución del yo en la nada, de modo que la persona queda desprotegida espiritualmente, aunque no sea consciente. Y esto es diabólico, porque solo a los diablos les interesa nuestra destrucción.
-¿Diabólico? Si es así, ¿por qué la Iglesia no lo advierte? -Sí ha habido intervenciones del Magisterio de la Iglesia, empezando por el Vaticano en un documento llamado Jesucristo, portador del agua de la vida. Una reflexión cristiana sobre la Nueva Era, del año 2003. También los obispos de la conferencia episcopal estadounidense, y en España, los del País Vasco y Navarra, Burgos o Ávila han aclarado los inconvenientes de estas prácticas de la Nueva Era.
-¿Nueva Era? Creo que estás llevando las cosas demasiado lejos… -Bueno, yo te cuento lo que sé. El mismo padre Luzón me comentaba que en los años en que ejerció como exorcista en Madrid, al hacerle la historia clínica a la persona que pedía ayuda –porque padecía vejaciones, opresiones, obsesiones o posesión diabólica–, cuando contaba que había practicado yoga, fácilmente reconocía que había empezado a sentirse mal desde aquellas clases.
-Explícame eso: ¿el padre Luzón te asegura que hay conexión entre el yoga y los demonios? -Así es. Él cuenta que “de los más de diez mil casos que he atendido de personas atribuladas por los espíritus inmundos, un porcentaje muy elevado realizó prácticas de la Nueva Era, como el yoga, el reiki o el taichí”.
-¿De esa magnitud es el peligro? -Sí, es peligrosísimo recurrir a posturas corporales que, en sí mismas, aunque no lo sepa el que las practica, son invocaciones a deidades hinduistas; su inocuidad es solo aparente.
-Me has dejado pensativo. Lo investigaré más. Algo que me ha chocado siempre es ver a los instructores de yoga practicando reiki a sus alumnos, imponiendo las manos… -Ah, la imposición de manos es aún más peligrosa, pues es signo de ejercitar un poder que se tiene dentro sobre quien lo recibe. En el Antiguo Testamento solo imponían las manos los sacerdotes y profetas; y en el Nuevo Testamento, Jesucristo y los apóstoles. Las imposiciones que invocan a “energías”, en realidad invocan espíritus inmundos que pueden entrar en la persona. Es muy distinta a una imposición que hace un ministro de Jesucristo quien, por el poder recibido en el sacramento del Orden, transmite el Espíritu Santo. Pero del reiki ya hablamos otro día…
-¿Entonces me estás diciendo que debo dejar de practicar yoga? -Tú decides; yo solo te cuento que estas prácticas de la Nueva Era son megapeligrosas, pues a través de ellas pueden entrar espíritus malignos, como sucede a veces a quienes abren sus chacras: los invade el espíritu de la serpiente.
Tres razones para no practicar el yoga Así las resume el padre Javier Luzón Peña:
-El yoga es una práctica panteísta-nihilista, pues su objetivo es unir el “yo temporal”, con el “yo eterno” o Brahma, el concepto hindú de dios. Este dios es una sustancia impersonal, espiritual, que es uno con la naturaleza y el cosmos, y en el que la persona tiene que disolverse para alcanzar el nirvana o extinción del sufrimiento, mediante la iluminación o apertura del “tercer ojo”. Así, la persona adquiere “poderes divinos”, pero en realidad muchas veces queda poseída.
-El yoga, como el tao y otras facciones de matriz hinduista, tiene un trasfondo amoral ya que postula que el bien y el mal son equivalentes y acaban fusionándose.
-El yoga conlleva el riesgo de enajenar al que lo practica, porque postula que la liberación del espíritu se consigue con técnicas de meditación que en realidad llegan a alterar el estado de conciencia, alienando al individuo y exponiéndolo a la invasión de espíritus inmundos.
Las ocho prácticas del yoga buscan conducir al practicante de la ignorancia a la iluminación, así: 1. Autocontrol (yama). 2. Práctica religiosa (niyama). 3. Posturas (asanas). 4. Ejercicios de respiración (pranayamas). 5. Control de los sentidos (pratyaharas). 6. Concentración (dharana). 7. Contemplación profunda (dhyana). 8. Iluminación (samadhi).
Las posturas y los ejercicios de respiración que son considerados en Occidente como prácticas inocuas, en realidad son los pasos 3 y 4 hacia la unión panteísta-nihilista con Brahman.
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