lunes, 17 de febrero de 2025

El Papa, hospitalizado, agradece a quienes lo sostienen con la oración

pope hands cross

El Papa se encuentra hospitalizado y decidió publicar el texto de la tradicional meditación que suele leer desde la ventana del Palacio Apostólico todos los domingos

“Les agradezco el afecto, la oración y la cercanía con la que me acompañan en estos días”, dijo el Papa Francisco, actualmente hospitalizado por bronquitis infecciosa en el Policlínico Gemelli, en su mensaje difundido por la Santa Sede para el Ángelus del 16 de febrero de 2025. Agradeciendo también a los médicos que lo están tratando, el pontífice dirigió un saludo a los participantes del Jubileo de los Artistas y al mundo de la comunicación con los que no pudo encontrarse a causa de su hospitalización, y pidió oraciones por la paz en Ucrania, Oriente Medio, Birmania, Sudán y la región de Kivu de la República Democrática del Congo.

Desde el 14 de febrero, el Papa, de 88 años, es tratado por equipos médicos en el Policlínico Gemelli, un hospital romano situado a pocos kilómetros al noreste del Vaticano. Tras diez días de bronquitis, le realizaron varias pruebas que revelaron una infección pulmonar.

El Papa se encuentra actualmente en una habitación del décimo piso del edificio central del hospital. Aún no se conoce la duración de su estancia. Hospitalizado en marzo de 2023 por la misma enfermedad, solo permaneció tres días en la clínica, frente a diez días en julio de 2021 y junio de 2023 por operaciones relacionadas con el aparato digestivo.

En su mensaje del Ángelus, el Papa agradece a los médicos y al personal de enfermería del Gemelli. “Hacen un trabajo muy valioso y muy cansador, ¡apoyémoslos con la oración! " dice él.

Saludos a los artistas que vinieron para el Jubileo.

Este domingo, el Papa Francisco fue sustituido en la Misa Jubilar de los Artistas y del Mundo de la Cultura por el cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación. El cardenal portugués leyó la homilía que el pontífice tenía previsto pronunciar en esta ocasión.

En su mensaje del Ángelus, el Papa Francisco saludó a todos los que acudieron a participar en el evento. "Me hubiera gustado estar entre vosotros", aseguró, explicando que "todavía necesita tratamiento para [su] bronquitis".

Llamados a la paz

En su breve discurso, el pontífice aprovechó para subrayar "la importancia del arte como lenguaje universal que difunde belleza y une a los pueblos, contribuyendo a traer armonía al mundo y a silenciar todo grito de guerra".

El Papa luego, como es habitual, aprovechó la oración mariana para lanzar llamamientos por la paz en las diversas regiones del mundo. Citó los conflictos mortales que afectan actualmente a Ucrania, Palestina, Israel, pero también a todo el Medio Oriente, Birmania, Sudán y la región de Kivu de la República Democrática del Congo.

Ángelus y hospitalización

En el pasado, ha sucedido que el Papa (Francisco en julio de 2021, pero también Juan Pablo II en varias ocasiones) recita la oración del Ángelus desde la ventana del décimo piso del Policlínico Gemelli. Esta vez, los médicos del pontífice argentino le pidieron que renunciara a esa posibilidad, prescribiéndole "reposo absoluto".

Esta es la segunda vez que el Papa se abstiene de leer el Ángelus, la anterior fue durante una hospitalización en el Gemelli en junio de 2023, durante la cual había sido operado dos días antes de una hernia intestinal, con riesgos de oclusiones. Contrariamente a este precedente, el Papa decidió publicar el texto de la tradicional meditación que suele leer desde la ventana del Palacio Apostólico todos los domingos a mediodía antes de recitar la oración mariana del Ángelus.

I.Media

Mensaje de Ángelus 

Texto preparado por el Santo Padre

Hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Hoy se ha celebrado en el Vaticano la Eucaristía dedicada especialmente a los artistas venidos de varias partes del mundo para vivir las Jornadas jubilares. Agradezco al Dicasterio para la Cultura y la Educación la preparación de este evento, que nos recuerda la importancia del arte como lenguaje universal que difunde la belleza y une los pueblos, contribuyendo a llevar armonía al mundo y a hacer que calle todo grito de guerra.

Deseo saludar a todos los artistas que han participado. Hubiera querido estar presente entre ustedes, pero, como saben, me encuentro aquí en el Policlínico Gemelli porque aún necesito algunos cuidados para mi bronquitis.

Saludo a todos los peregrinos presentes hoy en Roma, en particular a los fieles de la diócesis de Parma, que han venido en peregrinación guiados por su obispo.

Invito a todos a que sigan rezando por la paz en la atormentada Ucrania, en Palestina, Israel y en todo Oriente Medio, en Myanmar, Kivu y Sudán.

Les agradezco el afecto, la oración y la cercanía con la que me están acompañando en estos días; también quiero agradecer a los médicos y a los operadores sanitarios de este hospital sus cuidados: realizan un trabajo muy valioso y fatigoso; ¡apoyémoslos con la oración!

Y ahora, encomendémonos a María, la “llena de gracia”, para que nos ayude a ser, como ella, cantores y artífices de la belleza que salva el mundo.

Ofrecemos también   

JUBILEO DE LOS ARTISTAS Y DEL MUNDO DE LA CULTURA

SANTA MISA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
LEÍDA POR EL CARDENAL JOSÉ TOLENTINO DE MENDONÇA

Basílica de San Pedro,
VI Domingo del Tiempo Ordinario, 16 de febrero de 2025

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En el Evangelio que acabamos de escuchar, Jesús proclama las Bienaventuranzas frente a los discípulos y a una multitud de personas. Las hemos escuchado muchas veces y, sin embargo, no dejan de sorprendernos: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!» (Lc 6,20-21). Estas palabras invierten la lógica del mundo y nos invitan a mirar la realidad con ojos nuevos, con la mirada de Dios, que ve más allá de las apariencias y reconoce la belleza, aun en la fragilidad y en el sufrimiento.

La segunda parte tiene palabras duras y de advertencia: «¡Ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!» (Lc 6,24-25). El contraste entre “felices ustedes” y “ay de ustedes” nos remite a la importancia de discernir dónde ponemos nuestra seguridad.

Ustedes, artistas y personas de cultura, están llamados a ser testigos de la visión revolucionaria de las Bienaventuranzas. Su misión no sólo es crear belleza, sino revelar la verdad, la bondad y la belleza escondidas en los pliegues de la historia, de dar voz a quien no tiene voz, de transformar el dolor en esperanza.

Vivimos un tiempo de crisis compleja, que es económica y social y, ante todo, es crisis del alma, crisis de significado. Nos planteamos cuestiones sobre el tiempo y la orientación. ¿Somos peregrinos o errantes? ¿Caminamos con una meta o estamos dispersos deambulando? El artista es aquel o aquella que tiene la tarea de ayudar a la humanidad a no perder la dirección, a no extraviar el horizonte de la esperanza.

Pero, atención, no una esperanza fácil, superficial, desencarnada. ¡No! La verdadera esperanza se entrelaza con el drama de la existencia humana. No es un refugio cómodo, sino un fuego que arde e ilumina, como la Palabra de Dios. Por eso el arte auténtico es siempre un encuentro con el misterio, con la belleza que nos supera, con el dolor que nos interroga, con la verdad que nos llama. De otro modo, “¡ay!”. El Señor es severo en su exhortación.

Como escribe el poeta Gerard Manley Hopkins, «el mundo está cargado de la grandeza de Dios. / Flamea de pronto, como relumbre de oropel sacudido». Esta es la misión del artista: descubrir y revelar esa grandeza escondida, hacerla visible a nuestros ojos y a nuestros corazones. El mismo poeta percibía también en el mundo un «eco de plomo» y un «eco de oro». El artista es sensible a esas resonancias y, con su obra, realiza un discernimiento y ayuda a los demás a discernir entre los diferentes ecos de los hechos de este mundo. Y los hombres y las mujeres de cultura están llamados a valorar esos ecos, a explicárnoslos y a iluminar el camino por el que nos llevan; si son cantos de sirenas que nos seducen o bien llamadas de nuestra humanidad más verdadera. Se les pide una sabiduría para distinguir lo que es como «paja que se lleva el viento» de aquello que es sólido «como un árbol plantado al borde de las aguas» y capaz de dar fruto (cf. Sal 1,3-4).

Queridos artistas, veo en ustedes unos custodios de la belleza que sabe inclinarse ante las heridas del mundo, que sabe escuchar el grito de los pobres, de los que sufren, de los heridos, de los presos, de los perseguidos, de los refugiados. Veo en ustedes unos custodios de las Bienaventuranzas. Vivimos en una época en la que se levantan nuevos muros, en la que las diferencias se vuelven un pretexto para la división más que una ocasión de enriquecimiento mutuo. Pero ustedes, hombres y mujeres de cultura, están llamados a construir puentes, a crear espacios de encuentro y de diálogo, a iluminar las mentes y a encender los corazones.

Alguno podría decir: “Pero, ¿para qué sirve el arte en un mundo herido? ¿No hay quizá cosas más urgentes, más concretas, más necesarias?”. El arte no es un lujo, sino una necesidad del espíritu. No es huida, sino responsabilidad, invitación a la acción, llamada, grito. Educar en la belleza significa educar en la esperanza. Y la esperanza nunca está separada del drama de la existencia; atraviesa la lucha cotidiana, las fatigas de la vida, los desafíos de nuestro tiempo.

En el Evangelio que hoy hemos escuchado, Jesús proclama bienaventurados a los pobres, a los afligidos, a los pacientes, a los perseguidos. Es una lógica invertida, una revolución de la perspectiva. El arte está llamado a participar en esta revolución. El mundo tiene necesidad de artistas proféticos, de intelectuales valientes, de creadores de cultura.

Déjense guiar por el Evangelio de las Bienaventuranzas, y que el arte que hacen sea anuncio de un mundo nuevo; que su poesía nos lo haga ver. No dejen nunca de buscar, de interrogar, de arriesgar. Porque el verdadero arte nunca es cómodo, ofrece la paz de la inquietud. Y recuerden: la esperanza no es una ilusión; la belleza no es una utopía; el don que tienen no es una casualidad, es una llamada. Respondan con generosidad, con pasión, con amor.

Vatican.va




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