Si vas a la peluquería y pides un recogido para un evento, te darán un precio; pero, si dices que eres una novia, el precio será considerablemente mayor, por exactamente la misma razón. Esto lo puedes trasladar al menú, a las flores, la música, y así sucesivamente. Después de analizarlo, todos, rojos y azules, altos y bajos, ricos y pobres, hemos llegado a la conclusión de que esto de las bodas para celebrar el sacramento del matrimonio se nos ha ido de las manos.
Los invitados se estremecen cuando reciben una invitación de boda, y se ponen a calcular el precio del cubierto. Se ofrece una cantidad ingente de comida que hace que las bacanales romanas parezcan cosa de aficionados, y se llena todo de accesorios que aumentan considerablemente la cantidad de ceros en la cifra final.
Como resultado, muchas parejas inician la convivencia, y aplazan la boda para un momento de mejor situación económica, que, en muchos casos, nunca llega. Cuando esto sucede, empiezan a convivir sin recibir el regalo más necesario, valioso y gratuito que recibirían si pasasen por el altar: la gracia sacramental.
Una alianza de amor total
En el libro Cocinar con sobras…, después del Sí quiero, se habla de este tema formulando una pregunta: ¿prefieres saltar con red o sin red, con Dios o sin Dios? Ya sabes la respuesta.
¿Sabes que cuanto más cerca estás de Dios, más enamorado estás de esa persona a la que has elegido? Esto ocurre porque, cuanto más cerca estás de Dios, más amas el camino que te lleva hasta Él.
Y ese camino tiene nombre propio: el de tu cónyuge. La gracia sacramental te otorga también unos superpoderes extraordinarios: la capacidad titánica y sobrenatural de resolver conflictos, un aumento considerable de la paciencia, y un pozo sin fondo de generosidad, de amor sin medida.
El sacerdote don Javier Sánchez-Cervera, párroco de San Sebastián Mártir, en San Sebastián de los Reyes, Madrid, sabe todo esto, y, por eso, el próximo 29 de agosto ha organizado la primera macro-boda.
Él decía que no se podía resignar, que no podía aceptar que la gente no estuviese casada y quedarse cruzado de brazos, así que ha tratado de liberar la boda de clichés y convencionalismos superfluos. Van a quitar todos los accesorios y enfocarse en cuidar y mimar todo lo espiritual.
Durante el fin de semana del 14 al 16 de junio, han llevado a cabo un curso prematrimonial específico para los participantes. Además, cuentan con equipos de abogados para la burocracia y con equipos de peluquería. El sacerdote comentaba que, probablemente, el centro parroquial se convierta en un gran salón de belleza para las novias.
Y es que, en las bodas de Caná, ya nos demostraron cómo les gusta mimar a los novios, especialmente a la Virgen. Así que, ¿cómo no van a estar confabulados para que todo salga bien este 29 de agosto en San Sebastián de los Reyes?
Mar Dorrio, Aleteia
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