Durante su discurso a jóvenes y catequistas del Congo en el Estadio de los Mártires, Francisco propuso medidas "concretas" para acabar con la violencia, el tribalismo, la brujería o el individualismo": la oración, "el ingrediente esencial".
Es la última jornada del Papa Francisco en su "peregrinación de paz" en el Congo antes de continuar un viaje que le llevará a Sudán del Sur. Su primer acto oficial de la jornada ha estado marcado por el encuentro mantenido con los jóvenes y catequistas en el Estadio de los Mártires de Kinsasa. Por la tarde tiene programado un encuentro de oración con religiosos antes de su acostumbrada reunión privada con los miembros de la Compañía de Jesús, en la Nunciatura Apostólica.
El futuro, la paz y la estabilidad del país y especialmente de la Iglesia congoleña está marcando el 40º viaje apostólico de Francisco y la mañana de este 2 de febrero ha mostrado el "incomparable" papel que jóvenes y catequistas tienen a la hora de "dar", "amar" y "construir un futuro distinto".
"De tus manos puede llegar la paz que falta en el país", alentó. "Pero, concretamente, ¿qué es lo que hay que hacer [para lograrlo]?", se preguntó.
En torno a esta pregunta orientó todo su discurso, que elaboró precisamente comparándolo "con los dedos de las manos".
La oración, "el arma más potente que existe"
De este modo, destacó que al pulgar, el primer dedo, le corresponde la oración, "el primer ingrediente, el más esencial, porque nosotros solos no somos capaces. No somos omnipotentes, y cuando alguien cree que es así, fracasa miserablemente", explicó.
Así, destacó la necesidad de "enraizarse en la oración" y "en la escucha de la Palabra de Dios, que nos permite crecer cada día en profundidad, dar fruto".
"La oración es el agua del alma, es humilde, como el agua no se ve, pero da vida. Quien reza, madura interiormente y sabe levantar la mirada hacia lo alto, acordándose que fue hecho para el cielo", expresó.
Francisco invitó a los miles de asistentes al Estadio de los Mártires a mirar a Cristo "clavado en la cruz" y a confiarle las cruces, temores y afanes. "Los abrazará. Lo hizo ya hace dos mil años y aquella cruz que hoy soportas, era ya parte de la suya".
La oración, añadió, "es el motor de la paz, es la verdadera fuerza de la paz. Es el arma más potente que existe".
El Papa, a su llegada al abarrotado Estadio de los Mártires de Kinsasa.
La comunidad, antídoto contra la droga, la brujería… ¿y las pantallas?
En su discurso, Francisco también aludió al individualismo como la causa de "falsos paraísos egoístas" como son la droga, el ocultismo, la brujería o incluso el pasar "horas frente al teléfono".
En este sentido, también advirtió frente a "la tentación de señalar a alguien con el dedo, de excluir por un origen distinto, del regionalismo, del tribalismo, que representan la negación de la comunidad. Primero se cree en los prejuicios, después se justifica el odio y la violencia y al final nos encontramos en medio de la guerra".
Otra forma de individualismo a la que se refirió es la de "interactuar con personas lejanas e incluso falsas": "Es triste ver jóvenes que están horas frente a un teléfono. Después de que contemplaran tanto tiempo la pantalla, los miras a la cara y ves que no sonríen, la mirada está cansada y la mirada aburrida".
Por eso, se refirió a la comunidad como "el camino para estar bien consigo mismo, para ser fieles a la llamada", "para construir un mundo mejor" que "pasa por el otro, por la comunidad. Es hacer Iglesia".
"Siente que tu bien depende del bien del otro, que es multiplicado por la comunidad. Siéntete custodiado por el hermano y por la hermana, por alguien que te acepta tal como eres y que quiere cuidar de ti. Y siéntete responsable de los demás", aconsejó.
"Sin honestidad somos paganos, idólatras"
Su siguiente alegoría del "dedo medio" fue la honestidad, a la que se refirió como el ingrediente fundamental para un futuro a la altura de las expectativas.
Para Francisco, ser cristianos no solo es sinónimo de testimoniar a Cristo. También es incompatible con "dejarse enredar en lazos de corrupción". Por eso, advirtió que "el cristiano no puede más que ser honesto, de lo contrario traiciona su identidad. Sin honestidad no somos discípulos ni testigos de Jesús; somos paganos, idólatras que adoran su propio yo en vez de adorar a Dios, que usan a los demás en lugar de servirlos".
¿Cómo vencer la corrupción? Se basó en un testimonio, el del joven Floribert Bwana Chui, para aludir a la coherencia y el ejemplo: "Hace 15 años, con tan solo veintiséis años de edad, fue asesinado en Goma por haber obstruido el paso de productos alimenticios en mal estado, que habrían dañado la salud de la gente. Podía haberlo ignorado, no lo habrían descubierto e incluso se habría beneficiado. Pero, como cristiano, rezó, pensó en los demás y eligió ser honesto, diciendo `no´ a la suciedad de la corrupción".
"Estén atentos. No te dejes vencer por el mal, vence el mal con el bien", incidió.
Fragilidad y dificultad, camino de "grandes metas"
Su siguiente lección se refirió al "dedo que más trabajo cuesta levantar", que recuerda cómo "las grandes metas en la vida pasan a través de la fragilidad, el esfuerzo y las dificultades".
"En nuestra fragilidad, en las crisis, ¿cuál es la fuerza que nos permite seguir adelante? ¡El perdón! Porque perdonar quiere decir saber empezar de nuevo. Perdonar no significa olvidar el pasado, sino no resignarse a que se repita. Para crear un futuro nuevo necesitamos dar y recibir perdón", comentó.
"El hacerse pequeño atrae a Dios"
Francisco concluyó sus cinco consejos "para discernir ante las voces persuasivas" refiriéndose a la humildad: "Podrías decir: soy poca cosa y el bien que puedo hacer es una gota en el mar. Pero es precisamente la pequeñez, el hacerse pequeño, lo que atrae a Dios. La palabra clave en este sentido es servicio. Esta es una regla de vida. El que sirve se hace pequeño".
J.M.C., ReL
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(abundante información)
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