Un simple comentario sin malicia por parte de uno de los cónyuges puede desatar un tsunami familiar
¿A qué se debe esto? A veces, interpretamos las cosas según nuestro sesgo, es decir, de forma parcial, sin tener en cuenta que esa interpretación puede verse afectada por una serie de vivencias, recuerdos o percepciones cargadas de subjetividad.
Por este motivo, aprender a discutir en pareja es todo un reto, dado que esa discusión llegará a buen término en la medida en que sepamos comunicarnos.
El problema que nos podemos encontrar a lo largo de nuestro recorrido es pensar que las dificultades no van a aparecer y que a nosotros «eso» no nos va a ocurrir.
El matrimonio no es un camino de rosas, tiene sus espinas, que son las que nos permiten valorar más ese tesoro que tenemos entre manos cuando damos el sí quiero.
Ahora que septiembre va terminando, son muchos los matrimonios que se plantean si lo suyo tiene sentido.
El verano no sólo ha sido caluroso térmicamente, comentaba una señora, en las discusiones que hemos tenido, no nos hemos entendido, nos hemos faltado al respeto, incluso delante de los niños, ya no nos aguantamos y encima nadie me entiende…
La convivencia no siempre es fácil
Una situación como ésta, puede ser el inicio de una verdadera crisis. Nadie dijo que la convivencia fuera fácil.
Por eso, a estas alturas, puede ocurrir que mucha gente se plantee que no merece la pena su relación, que con tanta tensión acumulada, estamos mejor separados, que ya no nos aguantamos.
Las estadísticas dicen que septiembre es uno de los meses en el que se inician muchos procesos de separación. La gente vuelve hastiada de las vacaciones de verano, porque se ha convivido más y cuestiones que durante el año parecían estar contenidas, en verano se ven más. Incluso se multiplican, así que la vuelta a la realidad puede hacer que nos replanteemos el rumbo que queremos dar a nuestra relación.
¿La solución es separarse?
¿Realmente la solución es la separación? Hoy en día parece que una dificultad o una crisis es sinónimo de ruptura.
¿Somos conscientes verdaderamente del significado del compromiso que en su día asumimos? El mayor anhelo que tenemos las personas es amar y ser amados, pero cuando ese amor falla (a veces por un cúmulo de interpretaciones sesgadas, por una mala contestación, por actos u omisiones que nos dañan), nos sentimos vacíos, sin rumbo y podemos llegar a pensar que nadie nos entiende, mucho menos nuestro cónyuge.
Todos necesitamos sentirnos valiosos, importantes y amados por la persona con la que nos hemos comprometido. Por eso, las discusiones generan tanto sufrimiento en las parejas.
En esos momentos, parar y pensar de forma objetiva acerca de qué nos está pasando, puede ayudar a relativizar esas discusiones y lo que nos sucede. Quizás la otra persona está reaccionando de esa manera que nos hiere, como respuesta a algo que le duele y no sabe bien cómo expresarlo.
Puede ocurrir también, que seamos nosotros los que estemos interpretando de manera subjetiva, cargando de intención negativa eso que nos quería decir nuestra pareja, fijándonos sólo en lo que nos molesta o en cómo nos habla la otra persona, sin procurar entender el por qué de esa reacción. El otro no nos ataca porque sí. Nos falta mirar y entender al otro desde el amor.
La epístola de San Pablo a los Corintios, en el capítulo 13, nos da una definición magistral de lo que es el amor.
Esto no significa que debamos justificar todo, lo que se nos dice o cómo nos lo dicen, claro que no. Pero sí puede ser una señal de alarma para entender los porqués de la otra persona. Así nos lo explica el Papa Francisco en el capítulo cuarto de Amoris Laetitia, cuando se refiere a las características del amor en el matrimonio.
Ese amor no es sólo un sentimiento, es la decisión de querer a la otra persona de manera incondicional, precisamente porque hemos experimentado que esa persona es buena para nosotros, la elegimos libremente para iniciar juntos el camino de la vida.
Pero como decíamos, ese camino no está exento de dificultades y, a veces, esas dificultades vienen en forma de discusiones. Saber que esas piedras van a aparecer en nuestro camino nos permite ir dando los pasos firmes para sortearlas cuando sea necesario.
¿Cuál es la clave?
Una de las claves del éxito de un matrimonio es conocer técnicas de comunicación en pareja, no sólo para hablar, sino para aprender a discutir de manera constructiva.
Ahora que ha empezado el otoño, podemos hacer balance de nuestro verano, del calor en nuestra relación y de cómo podemos aprender a comunicarnos para seguir creciendo desde el amor.
Nadie dijo que fuera fácil, es todo un arte, pero ¿qué mejor inversión que la que podemos hacer en el Proyecto de nuestra vida?
Mercedes Honrubia es directora orientadora y mediadora del Instituto Coincidir, especializada en coaching familiar.
Si tienes dudas o preguntas, puedes acudir gratuitamente a consultorio@aleteia.org
Mercedes Honrubia García de la Noceda, Aleteia
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(información abundante)
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