He estado oyendo una serie de 6 documentales que recomiendo vivamente, se titula “De Jesucristo a Constantino”. Me dio reparo empezar a oírla porque últimamente los documentales sobre Jesucristo son una sarta de disparates, pero probé y me lleve la grata sorpresa de que es seria y respetuosa (https://www.ivoox.com/de-jesucristo-a-constantino-el-nacimiento-una-audios-mp3_rf_79773182_1.html)
Veo muchas similitudes en algunas cuestiones sobre la situación de los primeros cristianos y la nuestra. Sin animo de agotar el tema señalo dos importantes.
En primer lugar, el martirio. Los primeros cristianos vivieron inmersos en su mayoría en el imperio romano, es decir, vivían entre paganos. En la sociedad romana los valores no eran precisamente los cristianos, pero eran un pequeño grupo, que en relativamente poco tiempo cristianizó todo el imperio romano.
Nosotros vivimos en una sociedad pagana, o más bien apóstata que es a mi juicio mucho peor. Me llamó la atención que las primeras persecuciones no eran “de oficio” sino a denuncia, ósea que eran denunciados por ser cristianos por sus vecinos. Esto también me recuerda mucho a la situación actual ¿verdad?
Cuando les obligaban a derramar libaciones a dioses romanos hubo varias posturas entre los cristianos, los que se presentaban casi voluntarios al martirio, los que huían para no ser martirizados y los que apostataban de su fe, pocos, pero los había.
Ahora no nos echan a las fieras, pero esta disyuntiva se nos presenta también de forma muy clara. Si yo soy un médico y me niego a hacer abortos, puedo perder mi trabajo, si soy profesor y me niego a decir que mi alumno varón es mujer, puedo perder mi trabajo e ir a la cárcel... y así en multitud de casos a día de hoy. ¿Entonces qué hacemos? Claro que es comprensible tener miedo “Tengo una familia que mantener y no puedo permitirlo el lujo de negarme” comprensible si, por supuesto pero...¿justificable? Pienso que no.
“La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”. Y así lo explica el documental perfectamente: mártires como Perpetua y Felicidad con su valentía y fe contribuyeron de forma increíble a la extensión de la fe y tras el martirio una época de paz y crecimiento para la Iglesia. Si tragamos con todo por miedo, por muy justificado y comprensible que sea ese miedo, entonces es que la fe no vale nada.
Aunque vamos a ser sinceros, por una fe descafeinada en la que todo son “los pobres” que sirven de excusa para todo y “el planeta” sin referencia al Cielo ni al Infierno, al pecado y la gracia, ni a la inhabitación trinitaria ni a Cristo mismo, que le da igual ser cristiano que politeísta porque total todos somos hijos de Dios, por esa fe de ONG no doy la vida, vamos ni la vida ni nada.
Segundo tema, catolicismo sociológico. Cuando yo estaba en el cole era lo peor de lo peor. ¡Madre mía qué espanto que la sociedad fuera católica pero la gente lo siguiera por costumbre y no por convicción! Bien es cierto que una parte de razón hay, vivir en una sociedad católica si no hay un encuentro con Cristo pues no es exactamente ser católico, pero mira, muchas ventajas tiene frente a la situación actual.
Por lo pronto la sociedad te inculca valores cristianos, lo cual construye y edifica la sociedad y te construye y edifica como persona. La sociedad actual alejada de valores cristianos se destruye a si misma y destruye a las personas, a la vista esta, no hace falta argumentar mucho. Así que es mucho mejor vivir en una sociedad cristiana aun sin serlo que vivir en una sociedad woke donde al mal se le llama bien y al bien mal, y andas desde joven pensando si eres hombre o mujer, compartiendo intimidad con infinidad de parejas sexuales, abortando, o criando hijos de padres distintos en el mejor de los casos, o perros y gatos que no hay que pagarles la vuelta al cole… Vamos, que la alternativa al catolicismo sociológico nos ha salido de cine.
¡Que grande fue el emperador Constantino! Si pequeños grupos de cristianos evangelizando persona a persona y siendo ejemplo de fe heroica y caridad mutua transformaron el mundo entero ¿podemos nosotros? Con Cristo si, pero si la sal se vuelve sosa no sirve más que para echarla a los perros.
María José Mansilla, ReL
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