sábado, 20 de agosto de 2022

Especialmente para los que NO suelen participar en la Celebración de la Misa Dominical: Para que vean lo que están perdiendo

 Aquí podemos ofrecerle sólo unos pocos aspectos
de las mil maravillas de la Santa Misa

El amor de Cristo por nosotros transformaría.

Si tan solo pausáramos por un momento para considerar con atención lo que ocurre en este Sacramento, estoy seguro que pensar en el amor de Cristo por nosotros transformaría la frialdad de nuestros corazones en un fuego de amor y gratitud.

Santa Ángela de Foligno


El Santo Sacrificio de la Misa aniquila todas las fuerzas del infierno.

Para el demonio no hay ejercicio de piedad más temible que la Santa Misa, ya que este Santo Sacrificio aniquila todas las fuerzas del infierno y es la fuente de todos los bienes para el hombre. ¡Oh riquezas incalculables del Santo Sacrificio de la Santa Misa!

San Marcelino Champagnat

La única Eucaristía de la que se alimenta el mundo no cristiano.

La única Biblia que leen los llamados alejados es la vida de los cristianos. Y podríamos añadir: somos nosotros, e nuestra vida, la única Eucaristía de la que se alimenta el mundo no cristiano.

Siervo de Dios Cardenal F. X. Nguyen van Thuan
Testigos de la esperanza

El acto más excelso, más santo, más meritorio y más glorioso.

La Santa Misa, que renueva la inmolación del Salvador y nos aplica personalmente todo el mérito del sacrificio de la cruz, es el acto más excelso, más santo, más meritorio para el hombre y más glorioso para Dios.

San Pedro Julián Eymard

La riqueza insondable de Cristo.

Tenemos al Verbo encarnado todo entero, con todo lo que Él es y todo lo que hace, Jesús Dios y hombre, todas las gracias de su Humanidad y todos los tesoros de su Divinidad, o, para hablar con San Pablo, la riqueza insondable de Cristo Ef 3, 8.

P. M. Bernardot op
De la Eucaristía a la Trinidad

La más maravillosa de sus obras.

. . .Por eso, para que la inmensidad de este amor se imprimiese más profundamente en el corazón de los fieles, en la última cena, cuando, después de celebrar la Pascua con sus discípulos, iba a pasar de este mundo al Padre, Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia.

Santo Tomás de Aquino
Doctor de la Iglesia
Opúsculo 57, en la Solemnidad de Corpus Christi, lect. 1-4























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