En la vida conyugal, a medida que envejecemos y nuestros cuerpos se vuelven más frágiles, hay otra forma de redescubrir una intimidad dulce y alegre, afirma tranquilizadora la psicóloga Marie de Hennezel: el envejecimiento libera la ternura. He aquí algunas maneras de dar cabida a la ternura y revelar el potencial de amor que la edad hace posible
Empezar a envejecer significa tener que renunciar a algo. Una de ellas es la renuncia a una sexualidad plena, al menos tal como la imponen los dictados de cuerpos juveniles sin signos de envejecimiento. Sin embargo, es aquí donde puede producirse una discreta metamorfosis que embellece la vida.
Para Marie de Hennezel, que trabaja con personas mayores desde hace más de treinta años y estudia estas cuestiones en su consulta, envejecer libera la ternura. Esta es la visión de las personas mayores… «.
Con el paso del tiempo y los cambios en el cuerpo, se produce una evolución psicológica, una especie de dejarse llevar, que favorece la liberación de la ternura.
Es un enorme potencial para el amor que la edad avanzada hace posible», explica la psicóloga a Aleteia.
Según ella, todo el mundo puede experimentarlo a partir de los cincuenta. El deseo toma entonces caminos «nuevos, desconocidos», y conduce al descubrimiento de «experiencias sorprendentes» que abren «espacios de gracia, abrazos, caricias, miradas, palabras suaves» Una forma especial de deseo y una forma elevada de amor. Pero, ¿cómo hacer sitio a la ternura a medida que envejecemos?
He aquí algunas sugerencias de Marie de Hennezel:
1
ELEGIR LA EXPERIENCIA «POSITIVA» DE LA VEJEZ
Se trata de elegir entre dos experiencias: la del declive y la pérdida, que nos lleva a aferrarnos a la juventud, o la de la imagen positiva e inventiva de la vejez. «Comprendiendo la paradoja de la vejez, podemos vivir las cosas de otra manera y mantener nuestra autoestima. Si las relaciones sexuales en la vejez son menos impulsivas, son más tiernas y suaves: son diferentes, lo que puede significar ‘fructíferas y felices'», explica la psicóloga.
Ver la vejez como una experiencia diferente, fructífera y feliz, nos permite abrirnos a lo que pueda venir después. Para ello, hay que cultivar la curiosidad de espíritu y la apertura de corazón. Y aquí es donde la ternura puede ocupar un lugar privilegiado.
2
OLVIDAR QUE LA SEXUALIDAD ES SOLO COSA DE JÓVENES
A diferencia de las tradiciones orientales, el mundo occidental asocia la sexualidad con la juventud. Cuando envejecemos, se nos prohíbe ser sexuales. Sin embargo, los testimonios de personas mayores que conocieron el amor a una edad avanzada demuestran que la edad nunca es un obstáculo. Su relación se basa en el cuerpo.
«Hablan de una proximidad carnal, de un contacto cuerpo a cuerpo en el que no interviene necesariamente el órgano sexual», explica Marie de Hennezel. Pero es una cercanía tierna, suave, con miradas y palabras que cuentan mucho. Es una «comunión sensual donde la ternura está en el centro y la sexualidad es casi contemplativa», dice la psicóloga. Para acogerla y darla, hay que ser menos superficial y profundizar e intimar más.
3
PASAR DEL CUERPO QUE TENEMOS AL CUERPO QUE SOMOS
Lo más importante es «llorar la pérdida de la juventud del cuerpo, y ser tierno con él, porque es este cuerpo el que vamos a conservar hasta el final», subraya la psicóloga. De ahí la importancia de quererlo y cuidarlo.
A medida que envejecemos, olvidamos que se trata de «un cuerpo vivo, animado por emociones que se expresan a través de miradas, gestos y caricias. Y cuando se expresa aún mejor a través de la ternura, es un descubrimiento maravilloso que forma parte del embellecimiento de la edad», añade.
4
EL PODER DE LA PALABRA
La ternura no es solo cuestión de gestos, sino también de palabras y de la voz y el tono que las acompañan. No hay nada mejor que recibir ternura a través de palabras, mensajes escritos o palabras habladas. Como explica Marie de Hennezel, el resultado es un auténtico «disfrute de la ternura, que puede transformar a la otra persona». Es una herramienta de creación, alegría y transformación.
5
… Y PARECE
En la madurez, la seducción cambia. Ya no se trata de control, sino de una mirada llena de ternura que irradia bondad y alegría interior. Esta mirada atrae y hace atractiva a la persona, gracias también a sus ganas de vivir, de respirar, de encontrarse con los demás, que permanecen hasta el final.
6
ESTAR EN CONTEMPLACIÓN
La contemplación conduce a la ternura, es tierna en sí misma, se manifiesta cuando miramos a un niño que juega, o a una persona a la que queremos. Muchas personas mayores entrevistadas por Marie de Hennezel afirman que la vejez es, para ellas, una aventura espiritual; un verdadero «viaje hacia la interioridad».
Algunos incluso experimentan una verdadera juventud interior, con una apertura a lo nuevo y un corazón dispuesto a amar con ternura. Es un reto maravilloso para hacer la vida más tierna y más bella.
Marzena Devoud, Aleteia
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