Hace años mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de visitar la obra de Don Bosco en Turín. Tomé un tiempo para orar al Padre y agradecerle a Jesús por la vida de este hombre, que muchos años después, con sus frutos, afectaría a la mía positivamente. Ese día, a solo dos cuadras de ahí, se exponía la Sábana Santa y pudimos verla y reflexionar. Una vez más el buen don Bosco me llevaba hasta Jesús.
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