En 1994, san Juan Pablo II escribió una carta a los niños unos días antes de la Navidad
Los niños de todo el mundo esperan con impaciencia la llegada del día de Navidad y la celebración del cumpleaños de Jesús.
Aunque la mayoría de los niños están deseando desenvolver sus regalos, también hay muchas otras tradiciones navideñas que capturan su imaginación durante esta época tan especial del año.
San Juan Pablo II recordaba este tiempo de expectación en una carta que escribió a los niños en 1994:
Dentro de unos días celebraremos la Navidad, ese día santo tan lleno de significado para todos los niños de todas las familias… La Navidad es la fiesta de un Niño, de un Recién Nacido. Por tanto, ¡también es vuestra fiesta! Lo esperas con impaciencia y te preparas con alegría, contando los días e incluso las horas que faltan para la Noche Santa de Belén.
En lugar de centrarse en los regalos, que se han convertido en un elemento central de la celebración moderna de la Navidad, San Juan Pablo II recordó la tradición de muchos niños de recrear el belén:
Casi puedo veros: estáis montando el belén en casa, en la parroquia, en cada rincón del mundo, recreando el ambiente y la atmósfera en la que nació el Salvador. Sí, es verdad. En Navidad, el establo y el pesebre ocupan el centro de la Iglesia. Y todo el mundo se apresura a ir allí, a hacer una peregrinación espiritual, como los pastores la noche del nacimiento de Jesús. Más tarde, serán los Magos los que lleguen desde el lejano Oriente, siguiendo la estrella, hasta el lugar donde yace el Redentor del universo.
San Juan Pablo II incluso recordaba con cariño las tradiciones de su infancia en Navidad:
Queridos niños, mientras os escribo pienso en cuando, hace muchos años, yo era un niño como vosotros. Yo también experimentaba los sentimientos de paz de la Navidad y, cuando brillaba la estrella de Belén, corría al pesebre junto con los demás niños y niñas para revivir lo que sucedió hace dos mil años en Palestina. Los niños expresábamos nuestra alegría sobre todo cantando. ¡Qué hermosos y conmovedores son los villancicos que, según la tradición de cada pueblo, se cantan alrededor del Belén! ¡Qué pensamientos tan profundos encierran y, sobre todo, qué alegría y ternura expresan acerca del Divino Niño que vino al mundo aquella Noche Santa!
En muchos sentidos, san Juan Pablo II señala la belleza de la Navidad vista a través de la lente de un niño. Como adultos, a menudo perdemos de vista la alegría de la Navidad y no la experimentamos con ningún sentido de asombro.
Al acercarnos a la Navidad, acerquémonos al belén como un niño, mirando con cariño al Niño Jesús que duerme plácidamente en el heno.
Philip Kosloski, Aleteia
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