El matrimonio no es un 50-50, sino un 100-100. No se trata de dividir entre lo tuyo y lo mío, sino de compartir todo lo nuestro.
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Las estadísticas son francamente alarmantes. Ese “hasta que la muerte nos separe”, lo están cambiando por “hasta que el divorcio nos separe”. Según estadísticas del centro de control de enfermedades del gobierno, EE. UU. promedia un divorcio cada 36 segundos: aproximadamente 2,400 divorcios por día.
Pero no nos quedemos en números poco esperanzadores y pongamos manos a la obra para ser una estadística menos de esta plaga. ¿Cómo? Haciendo cada uno lo que nos corresponde, recordando el compromiso de vida que hemos adquirido con el otro; estando alertas, conocer y trabajar para poner un alto a todo aquello que pone en riesgo nuestra relación matrimonial.
El reconocido escritor matrimonial David Willis propone 9 hábitos que pueden llevar al divorcio.
1. Ser reservado con tus “cosas” de internet
En pocas palabras, cuando guardas secretos a tu cónyuge sobre conversaciones poco prudentes, sobre todo con alguien del sexo opuesto. O bien, visitas páginas que como persona con dignidad y amor propio no debería. No necesito ser tan específica en esto, ¿verdad? Recuerda que en el internet hay tentaciones muy peligrosas que podrían dañar tu matrimonio.
2. Dividir todo en lo “tuyo” y lo “mío”.
Pensamiento egoísta ese de lo tuyo y lo mío. No se trata de dividir, sino de complementarnos y de compartirnos todo. Cuando un esposo y una esposa tienen cuentas bancarias separadas, amigos, sueños, metas, casi todo separado, corren el riesgo de crear vidas completamente separadas. El matrimonio se trata de compartir -generosidad-, el divorcio de dividir -egoìsmo-. Mientras más puedas compartir, más fuerte será tu matrimonio.
3. Poner el matrimonio “en espera” mientras crías a tus hijos
Este error lo cometen la gran mayoría de las parejas, descuidar el matrimonio mientras los hijos están creciendo. Y por supuesto, ¿qué sucede cuando llega del nido vacío -si no es que antes-? Que ahora son 2 perfectos desconocidos compartiendo una cama. Aún cuando haya hijos la persona más importante debe seguir siendo tu cónyuge. Los hijos, a cualquier es edad, merecen el derecho de tener unos padres unidos en una relación sólida y llena de amor.
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4. Darse las “sobras”
David Williams llama a algunas parejas “matrimonio de compañía de cable”. Así sucede con algunas parejas. Estas compañías parecen brindar sus mejores ofertas y servicios al comienzo de la relación y luego de que finaliza el “período introductorio” dan lo menos posible. Fueron excelentes en dar lo mejor de sí al principio de la relación, pero a medida que pasa el tiempo, comienzan a dar las sobras.
5. Mantener rencores y cuentas de ellos
Cuando nuestras palabras o acciones le han causado daño hay que ser rápidos para admitir la culpa y buscar el perdón. Y al revés. Cuando nuestro cónyuge nos ha ofendido lo mejor es estar dispuestos a perdonar para no dar lugar a la amargura. Las heridas del pasado no deben aparecer en un argumento presente nunca.
6. Confiar en tus “sentimientos” más que en tu compromiso
Los sentimientos son inconstantes y hasta traicioneros. Habrá veces que el estar casado no se “sentirá” nada bonito. Es más, hasta aburrido y enfadoso te parecerá. Sin embargo, recuerda que tienes un compromiso que va más allá del sentir. No te dejes llevar por eso porque los “sentimientos” a menudo llevan a las personas al adulterio.
7. Tomar decisiones sin consultar al otro
Este ego desvirtuado que el mundo de hoy nos ofrece, el mismo orgullo puede convencernos de que no tenemos que dar cuentas ni consultarle a nadie. ¡El orgullo ha sido la ruina de tantos matrimonios! No te dejes llevar. Son pareja…
8. Intentar cambiarle
Nadie tiene el poder de cambiar a nadie. Todo cambio es personal. Pero lo que sí puedes es amarle con sus imperfecciones y con mucho amor y paciencia ayudarle a crecer en sus áreas de oportunidad.
9. Tener el divorcio como opción.
Las parejas más saludables han eliminado la palabra divorcio de su vocablo. Recuerda que las parejas que hoy por hoy siguen juntas no es porque no hayan tenido una razón para divorciarse, sino que su mutuo compromiso siempre ha sido más grande que sus diferencias y defectos.
Yvonne Ream, aleteia
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