Hoy, 27 de abril, la
Iglesia celebra universalmente el Domingo de la Divina Misericordia,
establecido por la Congregación (hoy Dicasterio) para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos el 23 de mayo del año 2000, a petición del Papa
San Juan Pablo II. Desde ese año, el domingo siguiente al Domingo de
Resurrección (II Domingo del Tiempo Pascual) está destinado a la celebración de
la Divina Misericordia, con la que concluye la Octava de Pascua.
El objetivo de esta fiesta
es hacer llegar a todos los corazones un poderoso mensaje: Dios es
Misericordioso y ama a todos.
"Deseo que la Fiesta
de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y,
especialmente, para los pobres pecadores", le dijo Jesús a Santa Faustina
Kowalska.
"Las almas mueren a
pesar de mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir,
la Fiesta de mi Misericordia. Si no adoran mi misericordia morirán para
siempre", insistió Cristo a Faustina en otra ocasión. En consecuencia, cada
creyente tiene la responsabilidad de abrir su corazón al Corazón luminoso de
Jesús. Dios nos espera siempre con los brazos abiertos.
Durante la fiesta de la
Divina Misericordia los fieles pueden obtener indulgencias plenarias y la
Iglesia recomienda el rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia.
El Papa Francisco, en el
marco de la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Cracovia (Polonia,
2016), llamó a San Juan Pablo II y a Santa Faustina Kowalska ‘Apóstoles de la
Divina Misericordia’. Ambos santos fueron polacos, y aunque no se conocieron
entre ellos, cada uno en su tiempo y contexto, fueron testimonios de un Dios
que acoge y perdona a su creatura con amor. Ambos mostraron el rostro divino
siempre abierto al perdón.
(ACI)
Vea también Llamativos testimonios
Coronilla de la Divina Misericordia
No hay comentarios:
Publicar un comentario