
Cuando el cambio llama a la puerta, muchas personas dicen inmediatamente "no, gracias", por costumbre, por miedo a lo desconocido o simplemente porque no quieren salir de su zona de confort. Esto puede implicar grandes cambios -como cambiar de trabajo, mudarse a una nueva ciudad o elegir un destino de vacaciones diferente-, pero también cambios más pequeños -como comprar una nueva marca de teléfono, cambiar de peluquería o pintar el salón de azul-.
A menudo resulta tentador pensar que un cambio no es necesario o temer que requiera demasiado esfuerzo, recursos y energía. Pero evitar el cambio para permanecer cómodamente en la situación actual no es necesariamente una forma satisfactoria de vivir.
¿No sería mejor explorar las posibilidades de cambio en lugar de ignorarlas? Demostrando el valor necesario para aceptar ciertas situaciones, puede progresar en su vida y lograr una mayor realización. He aquí algunas formas de vencer tu resistencia natural al cambio: ¿Te resistes a cambiar? Cuatro maneras de avanzar
1La vida se escribe con «síes»,
no con “y si...”
Cuando se trata de cambiar, es fácil centrarse en los casos hipotéticos. ¿Mudarse a una casa nueva? Vale, pero ¿y si los nuevos vecinos no son simpáticos? ¿Empezar una nueva afición? ¿Y si me apunto a ese nuevo curso y no llego a final de año? Estos «y si…» pueden ser paralizantes y no cambian en nada la trayectoria de tu vida. En cambio, decir "sí" te abre puertas, te permite experimentar cosas nuevas y te ayuda a avanzar.
2No tome decisiones en tiempos de desolación

Un sabio principio ignaciano de discernimiento sugiere que no debemos tomar grandes decisiones cuando no nos encontramos en un buen estado emocional y espiritual, ya que esto podría llevarnos a tomar malas decisiones. En tales casos, es más sensato tomarse el tiempo necesario para reflexionar, en lugar de precipitarse a actuar. Cuando se está en paz es cuando se puede evaluar una situación de forma más objetiva.
3Después de todo, ¿por qué no?
Cuando te enfrentas a una decisión, es importante que te preguntes las verdaderas razones por las que estás nervioso o eres reacio a un cambio concreto. Escribir puede ayudarte a elaborar e identificar tanto los obstáculos superficiales que te impiden plantearte algo nuevo como los miedos más profundos que se esconden tras ellos.
4Imagina tus peores temores y luego asúmelos en
Cuando un temor te abruma y te impide comprometerte con algo nuevo, puede ser útil llevar el miedo al extremo e imaginar el peor escenario posible. Por ejemplo, quieres dejar tu negocio en suspenso, pero temes las consecuencias catastróficas, pensando que esto te pondrá en dificultades financieras. Pero si llevas este miedo al extremo, te das cuenta de que, incluso en el peor de los casos, podrías apoyarte en tu familia y encontrar otra fuente de ingresos. Puede que la vida no sea exactamente como la habías imaginado, pero no sería catastrófica.
A menudo se ve el cambio como algo que hay que evitar, pero puede verse como una invitación a seguir adelante y mejorar tu vida. Así que deja a un lado tus miedos y da la bienvenida a las oportunidades que se te presenten.
Cecilia Pigg, Aleteia
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Así tomaba decisiones San Ignacio de Loyola
Cuando se trata de tomar buenas decisiones, buscamos que ésta alcance un bien mayor en nosotros, pero, en ocasiones, eso llega a provocar cierta desesperación o duda dentro de nosotros. Sin embargo, san Ignacio de Loyola nos deja los siguientes consejos, para que después de seguir estos sencillos pasos sepamos qué hacer al respecto.

1No decidas si estás vulnerable
Esto, sin duda, debe ser el primer punto. Una persona no puede tomar decisiones sabias cuando se encuentra bajo una emoción a flor de piel; es decir, cuando está en un desequilibrio mental, pues esto solo hará que se tome una decisión por impulso.
2Da gloria a Dios
Una vez que somos conscientes de que hemos sido creados para amar y ser amados podemos pensar cuál de las opciones que se nos presentan para escoger dará mayor gloria a Dios.
3Haz una lista de pros y contras
En una hoja escribe los pros y contras de la decisión que estás por tomar. De esta forma verás cuál de los dos predomina más, lo que te permitirá tener una clara visión de los escenarios posibles.
4Dejarlo en manos de Dios
No hay como dejar, siempre, todo en manos de Dios. Él sabe lo que es bueno y mejor para nosotros y busca siempre nuestro bienestar; por ello, no nos olvidemos de hacer equipo con Dios, poniendo de nuestra parte.
Él también nos ayuda y nos responde, dejemos en oración eso que nos genera inquietud y, si ya has hecho estos pasos ignacianos, preséntale a Dios tu decisión y de esa forma sabrás si tu elección te da paz.
¿Y si me equivoco?
Ahora bien, ¿piensas que no tomaste la mejor decisión? No te preocupes, Dios no nos abandonará, incluso en los malos momentos. De hecho, en dónde más se hace presente es en la dificultad y adversidad. Recuerda que siempre podemos aprender de cada situación.
Solo falta que confiemos y le pidamos a Dios que nos muestre el camino en el que, con nuestras acciones, le serviremos más y mejor, pues esa es la gran clave de todo.
Karen Hutch, Aleteia
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