martes, 4 de junio de 2019

Soy joven pero no tonto. Hablemos de inmediatez, castidad e ideología de género

La inmediatez. Creo que ese es uno de los valores mundanos más buscados por los jóvenes de hoy en día (me incluyo en el rótulo). Digo «valores mundanos» porque es un valor subjetivo que la gran mayoría de la gente que nos rodea tiende a buscar. Ultimamente, Netflix ha estado subiendo mucho contenido (sin hacer una valoración positiva o negativa, simplemente mencionando el hecho) sobre la adolescencia y esa valoración de lo inmediato. Esto me llevó a reflexionar sobre los siguientes puntos.

1. ¿Se condice la inmediatez con el escuchar la voluntad de Dios?



Como fieles cristianos católicos apostólicos romanos, sabemos que nuestro Padre celestial tiene un plan para nosotros incluso antes de darnos origen en la historia (Jer 1, 5). Estamos hechos para responder a ese plan. Si nuestro anhelo es ser felices y santos ante los ojos de Dios, es menester cumplir con esa misión. Ahora bien… ¿Dios se comunica de la misma manera y con la misma velocidad que nosotros? Claramente no. Más de una vez he escuchado la expresión «Los tiempos de Dios no son los del hombre» y hoy es muy necesario recordar eso.
Los jóvenes tendemos a impacientarnos cuando algo no tiene la velocidad que nos gustaría. Si la conexión de Internet no es lo suficientemente rápida, nuestros nervios empiezan a jugarnos una mala pasada. Cuando una conversación no tiene el ritmo que nos gustaría que tuviera, empezamos a mirar el celular y dejamos de escuchar a nuestro interlocutor. Si una clase no es tan interesante como nos gustaría que fuera, algunos empezamos a mover una de nuestras piernas de arriba abajo, como si eso fuera a acelerar el tiempo.
Si todo eso lo hacemos con cosas que podemos ver… ¿qué dejamos para la lentitud de las cosas espirituales? Dios habla en el silencio. Si no logramos acallar el terrible ruido de nuestro día a día, si las redes sociales nos inundan de sonido en el interior y las series ocupan más espacio en nuestra semana que la oración, muy probablemente nos sea imposible escuchar a Dios. Hay que apretar un poco el freno y discernir qué es lo que realmente necesitamos en nuestra vida cotidiana y qué se puede dejar de lado para poder escuchar a Jesús que llama a la puerta de nuestro corazón (Apoc 3, 20).

2. Noviazgo y castidad

Si bien hemos tratado este tema en repetidas ocasiones, dada a la variada oferta de la plataforma de streaming más famosa de Internet, me parece válido traer a colación este tema. Se ha banalizado el verdadero significado de una relación sexual. Es cada vez más frecuente en los jóvenes el desarrollar una mentalidad que dicta que es necesario para su bienestar social el haber entrado en intimidad con alguien (a esta altura de la cultura contemporánea ni siquiera importa de qué sexo sea ese otro) para ser alguien. Y eso no está mal, está pésimo. Hago énfasis en el gigante error en el que se cae al sostener que es necesario «practicar» antes del matrimonio. Sacado de su contexto de unidad y procreación, (reservado para el matrimonio como enseña el papa Pablo VI en su encíclica «Humanae Vitae») el acto se convierte en uno de egoísmo, expresado por una búsqueda de la propia satisfacción personal.
La castidad no es una virtud que los ancianos quieren imponer por estar «chapados a la antigua». Cuando hablamos de castidad buscamos dejar en claro que hay una manera de vivir el amor, esa entrega que, en su expresión máxima, implica dar la vida por el otro. Esa manera se llama castidad. Si no sabes mucho del tema, sería ideal que te informes un poco.

3. Ideología de género

Merece un punto y aparte. Como algunos sabrán, es ley que aparezca por lo menos una referencia de una inclinación sexual «no binaria» en todo material audiovisual producido en Hollywood. Increíble. Cada vez que te sientas a disfrutar de algo que creías «entretenimiento inocente», te encuentras con propaganda LGBT sin falla.
Es necesario un criterio especialmente atento a la hora de consumir este tipo de material. En el momento en el que notemos que afecta para mal nuestra vida espiritual, es mejor dejarlo de lado. Porque no vale la pena perder la paz, fruto de una relación con Dios, por unos minutos de entretenimiento banal. ¿Qué más identificas en los nuevos lanzamientos de Netflix?, ¿Estás de acuerdo con lo dicho? Haznos saber qué opinas de este tema en los comentarios.
Ignacio Romero, catholic-link






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