La pregunta del título es una pregunta no muy fácil de responder, pero no porque no tengas la respuesta, porque probablemente la encontraste enseguida, sino más bien porque a veces es difícil entender cómo enfrentarlo.
En el video que vas a ver, hay 70 personas que
tienen entre 5 y 75 años que han respondido a esa misma pregunta. Y sus respuestas nos llevan a una
idea principal: no importa si tienes 5 años o 75, siempre te encontrarás con obstáculos y dificultades. Y es que, sea en menor o mayor
escala, el dolor, el esfuerzo y el sacrifico van a
estar siempre presentes. 
Y ante esto, puedes tomar dos actitudes:
entristecerte porque el dolor te aqueja y el
sacrificio es muy grande,  o aceptar el dolor
y buscar la manera de enfrentarlo.
Sin embargo, la realidad es que la vida no es
 tan blanco o negro y seguramente sabes de lo
 que te estoy hablando, porque aunque siempre
quieras elegir la opción de tener la actitud más
positiva, tú y yo somos personas frágiles y
vulnerables, con algunos vacíos emocionales y espirituales que no nos permiten recuperarnos tan fácilmente como quisiéramos.





Pero la buena noticia es que abrazar el dolor, incluso puede permitirnos ser un poco más felices. ¿Es eso posible? A continuación te doy un par de ideas que pueden ayudarte a verlo con más claridad: 

Acepta el sufrimiento

Cuando aceptas el sufrimiento, no quiere decir que te lo debes tragar pasivamente, sin decir ni una palabra, quiere decir que lo acoges como algo que es parte de tu experiencia de vida, incluso eligiéndolo con actitud esperanzadora (esta es la única manera de encontrar belleza en el). Mientras que si no lo aceptas y rehuyes, puede llegar a hacer mucho daño. 

¿Puede salir algo bueno del sufrimiento?

Después de aceptar el dolor y el sacrificio con alegría, viene la segunda parte: obtener un bien del sufrimiento, algo que Jacques Philipe en su libro «La libertad interior» explica de forma brillante: las contrariedades nos hacen ser conscientes de que no somos propietarios únicos de nuestra vida y evitan que nos encerremos en nosotros mismos. Si todo fuera de acuerdo a nuestros deseos, no seríamos capaces de crecer, de abrir nuestra mente ni nuestro corazón. Empezando por ahí, «Dios en su amor, su omnipotencia y sabiduría, posee la facultad de obtener un bien de un mal». (Jacques Philipe, pp. 46-62)

Abrirse a la gracia y confiar

Muchas veces a lo largo de su palabra, el Señor te hace saber que está contigo incondicionalmente y que con Su amor serás capaz de superar cualquier dolor o esfuerzo por más imposible que parezca. La única condición con la que debes cumplir es abrir tu corazón a Su gracia, porque esto es lo que Él te promete: «No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío. Si cruzas las aguas, yo estoy contigo, si pasas por los ríos, no te hundirás, Si andas sobre las brasas, no te quemarás, ni la llama te abrasará…dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo… No temas, que yo estoy contigo» (Isaías, 43, 1-5). 

No olvidar orar

Aceptar el dolor, ver su lado positivo y abrirse a la gracia, será más fácil y llevadero por el camino de la oración. Estar en comunicación constante con Jesús, contarle tus problemas y alegrías, pedirle ayuda con las dificultades por las que pasas tú y tus seres queridos, decirle lo que te enoja y te duele, pero también darte tiempo de escuchar lo que te quiere decir y abrir tu corazón, será una de las mejores formas de dejarnos ayudar por Él.
Además de libros espirituales como los de Jacques Philipe, también te invito a leer el Salmo 23 y la historia de Job, un verdadero ejemplo de paciencia y perseverancia, pero sobre todo de fe, esperanza y amor a Dios, para profundizar en lo que recibimos del Señor cuando confiamos en Él.

Silvia Ordoñez, catholic-link