Sabemos que tienes la mejor de las intenciones, pero aquí tienes algunos consejos para construir una mejor relación con tus hijos adultos y sus cónyuges
Las suegras son una fuente de alegría sin fin… como objeto de burla, por desgracia. Por supuesto, esos chistes se basan en estereotipos y caricaturas, pero puede haber un germen de verdad en ellos. A muchas esposas jóvenes les quita el sueño la mera perspectiva de pasar reuniones, cenas o vacaciones con sus suegras.
Decidí preguntar a mis amigos, conocidos y parientes sobre lo que les molesta, les preocupa o simplemente les enfada del comportamiento de sus suegras. También busqué en foros de Internet y grupos de medios sociales enfocados en relaciones difíciles.
Mi objetivo no era simplemente recoger un puñado de quejas, sino más bien ofrecer a las suegras una guía bien fundamentada sobre algunos comportamientos que deberían evitar en la relación con sus yernos o nueras.
No critiques su forma de vestir
Comencemos con un tema ligero. Comentar negativamente el aspecto o la ropa de tu nuera o yerno muestra una falta de tacto por tu parte. No le dirías a ningún otro huésped en tu casa que va vestido de forma inapropiada, ¿verdad? Tampoco es muy agradable señalar todos los cambios (especialmente los negativos) en el aspecto de tu nuera. Por ejemplo, hay comentarios que es mejor no pronunciar del tipo: “Vaya, todavía tienes que perder algo de peso después del parto”.
No llames todos los días
Sí, lo sé, es una señal de cariño y de interés, pero las llamadas telefónicas diarias a tu hijo/hija se convierten en una molestia, tarde o temprano. Además, es una señal de que el cordón umbilical no está cortado si los padres piden a sus hijos un informe sobre sus actividades con tanta frecuencia.
Por supuesto, una madre cariñosa (especialmente si tiene un hijo único) no se siente de esa manera, pero para una persona adulta que trata de establecer su propia vida de la manera que quiere, puede ser incómodo e incluso molesto.
No critiques sus decisiones y elecciones vitales
Sugerir que la decisión de tu hijo o hija con respecto a su compañero/a de vida fue una mala elección es del todo inapropiado. Fue una elección hecha por un adulto, una persona autónoma y tienes que respetar eso.
“Mi suegra ha dejado caer en múltiples ocasiones que su hijo debe de sentirse muy infeliz conmigo porque, en su opinión, le doy demasiadas responsabilidades. No espero nada más que el compromiso habitual en nuestra vida familiar. El hecho de que, en su época, preparar las comidas y limpiar la casa fuera un trabajo exclusivo de las mujeres no significa que tenga que ser así en nuestra familia”, se quejó una de las mujeres con las que hablé.
No comentes su división de responsabilidades
Este es otro tema tabú: juzgar la división de roles y responsabilidades en la familia de tu hijo o hija. Solo porque tú hiciste las cosas de una manera en tu matrimonio no significa que esa manera deba ser la de la familia de tu hijo o hija.
Tu hijo no es necesariamente infeliz porque cambie pañales o se ocupe de la colada, y tu hija no tiene por qué ser desdichada por haber tomado la decisión de trabajar fuera de casa o ser ama de casa, sea cual sea el caso.
No impongas tu criterio
Las suegras tienen más experiencia de vida a sus espaldas y, naturalmente, a menudo quieren compartir su sabiduría o consejo, incluso (o a veces especialmente) cuando no se les pide. Por supuesto, saber que puedes confiar en tu suegra cuando la necesitas es muy bonito, pero espera a que te lo pidan, no te impongas.
Las intervenciones verbalizadas de la siguiente manera: “Lo haré yo porque ya lo he hecho antes” o “Tengo contactos” o “Yo sé más que tú”, podrían tener el efecto opuesto al deseado.
No cuestiones sus métodos y decisiones educativos
La llegada de los nietos abre un verdadero tesoro de frases que nunca deberían salir de la boca de una suegra. En primer lugar, no cuestiones las decisiones de los padres o sus métodos de educación, especialmente con los nietos delante. Por supuesto, puedes estar en desacuerdo con ellos y puedes hablar del tema (tranquilamente) con tu hijo/a y su cónyuge, pero recuerda, ellos no tienen por qué seguir tu consejo.
Otra cosa: no cuestiones el ritmo de día que los padres han establecido para sus hijos (horarios de comida, cuándo y con qué frecuencia se cepillan los dientes, duermen la siesta, etc.). Pasar unas pocas horas con tu nieto no te autoriza a socavar aquello por lo que los padres han estado trabajando durante semanas, si no meses. Al fin de cuentas, es su hijo y es asunto suyo cómo gestionar ese tiempo.
No crees una situación de abuela buena-padres malos
Algunos abuelos no pueden entender que las reglas que los padres han elaborado con sus hijos son sagradas e intocables. Si los padres deciden que el niño no puede ver la televisión (o que la vea solo 15 minutos) o que no puede salir solo o que no puede jugar con ciertos juguetes o dispositivos, entonces no hay más que hablar.
La abuela no será la mejor abuela del mundo si, durante el tiempo que el nieto pase en su casa, le deja hacer todo lo que está prohibido en casa. Eso debilita la autoridad de los padres. Quizás pienses que eso te ayuda a tener una mejor relación con tus nietos, pero es una ilusión.
No ofrezcas comida que los padres no permiten
Otra regla, muy similar a la anterior, se refiere a los alimentos que los padres —por la razón que sea— han eliminado de la dieta de su hijo. Quizás sea la carne porque decidieron ser vegetarianos. Podría ser el azúcar porque lo consideran dañino. Podría ser cualquier cosa a la que sospechen que el niño pueda ser alérgico.
Cualquiera que sea la comida y la razón, todo lo que tienes que hacer es respetar sus reglas. No caigas en la tentación de pensar que serás una “superabuela” por desobedecer las decisiones de los padres. Acabará teniendo el efecto contrario.
Lo mejor que puedes hacer como suegra es ocuparte de tu propia vida y apoyar las decisiones de tus hijos sobre sus propias familias. ¿Recuerdas hace años cuando no tenías tiempo por los niños, el trabajo o un millón de otras razones?
Aprovecha el tiempo que tienes ahora, no te inmiscuyas y sé flexible. La mayoría de los hijos adultos quieren que sus padres y suegros participen de sus vidas y recibirán con gusto tus consejos, tu ayuda y tu amor si tienes el tacto de saber darlos.
Marta Brzezińska-Waleszczyk, Aleteia
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