domingo, 29 de abril de 2018

¿Sabías que un retiro espiritual puede cambiar tu cerebro?


Los investigadores estadounidenses han descubierto que los Ejercicios Espirituales influencian los sistemas de bienestar cerebral

PEACE
Los retiros ignacianos parecen provocar “cambios significativos” en el cerebro, sostienen los científicos estadounidenses.
Los investigadores del Marcus Institute of Integrative Health de la Thomas Jefferson University han estudiado las respuestas cerebrales de las personas que han hecho algún retiro ignaciano y han publicado los resultados a los que llegaron en Religion, Brain and Behaviour.
El doctor Andrew Newberg, director de las investigaciones del instituto, afirmó que el estudio “ha mostrado cambios significativos en los transmisores de la dopamina y la serotonina después del retiro de siete días”.
“Visto que la serotonina y la dopamina son parte de la recompensa y de los sistemas emocionales del cerebro, nos ayuda a entender por qué estas prácticas llevan a experiencias emocionales poderosas y positivas”, añadió, como refiere el Catholic Herald.
La dopamina es conocida como “placer químico”y está implicada en una amplia serie de funciones cerebrales, desde el control de la atención hasta el movimiento. La serotonina es a menudo llamada “la hormona del sentirse bien” y ayuda a controlar emociones y estados de ánimo.
El estudio fue realizado por el Fetzer Institute e involucró a 14 participantes cristianos entre 24 y 76 años que asistieron a un retiro ignaciano y practicaron los Ejercicios Espirituales del fundador de los jesuitas, san Ignacio de Loyola.
Después de la misa de la mañana, los participantes transcurrieron la mayor parte del día en silencio, oración y reflexión, y encontraban cada día a un director espiritual.
Los participantes revelaron un cambio positivo significativo a nivel de salud, tensión y cansancio, e informaron de una sensación de “autotrascendencia” que los investigadores vinculan al aumento de los niveles de dopamina.
“El retiro en el que participé me transformó y me ayudó a conectarme más fácilmente al Espíritu y a reconectarme con Dios”, confesó un participante según informa el Independent. “Antes del retiro, además, tenía un nivel limitado de emociones, en particular no era muy empático y no podía llorar. Durante el retiro, sin embargo, sentí exactamente lo opuesto”.
Antes y después del retiro, los participantes fueron sometidos a un TAC que permitió a los investigadores evaluar su actividad cerebral.
Después de 7 días de retiro, demostraron una reducción de entre el 5 y el 8% en la conexión del transmisor de dopamina, y una reducción del 6,5% en el transmisor de serotonina. Para los investigadores estas disminuciones pueden llevar a una mayor disponibilidad de dopamina y serotonina en el cerebro, que puede tener efectos psicológicos positivos.
“De alguna forma, nuestro estudio suscita más preguntas que respuestas”, subrayó el doctor Newberg. “Nuestro equipo está curioso por saber cuáles aspectos del retiro provocaron los cambios en los sistemas de neurotransmisión y si diversos retiros producirían efectos diferentes. Esperamos que estudios futuros logren responder estas preguntas”.
 Roberta Sciamplicotti

Y…

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«Un criterio... para decir que una parroquia, una comunidad católica, es realmente madura, es que debe tener vocaciones. Con las vocaciones sacerdotales, y las otras, se mide la madurez de una comunidad, de una parroquia, de una diócesis». «Toda comunidad ha de procurar sus vocaciones, como señal incluso de su vitalidad y madurez. Hay que reactivar una intensa acción pastoral que, partiendo de la vocación cristiana en general, de una pastoral juvenil entusiasta, dé a la Iglesia los servidores que necesita». «Al terminar este encuentro breve, deseo dirigirme idealmente a todos los religiosos y sacerdotes que viven serenamente día a día su vocación, fieles a los compromisos adquiridos, constructores humildes y escondidos del Reino de Dios, de cuyas palabras, comportamiento y vida irradia el gozo luminoso de la opción que hicieron. Son precisamente estos religiosos y sacerdotes, los que con su ejemplo aguijonearán a muchos a acoger en su corazón el carisma de la vocación». «Los institutos religiosos deben mantener un sentido firme y claro de su identidad y misión propias. Un estado continuo de cambio, una incoherencia entre cómo se expresan los valores e ideales, y cómo se viven de hecho, un excesivo ensimismamiento e introspección, un énfasis exagerado en las necesidades de los miembros como opuestas a las necesidades del Pueblo de Dios, frecuentemente son obstáculos fuertes para aquellos que sienten la llamada de Cristo: ven y sígueme (Mt 19,21)».






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