miércoles, 8 de enero de 2025

Evangelio del día


Lectura del Evangelio

Después que los cinco mil hubieron comido y quedaron satisfechos: Inmediatamente Jesús hizo subir a sus discípulos a la barca e ir delante de él a la otra orilla, a Betsaida, mientras él despedía a la multitud. Y después de despedirse de ellos, subió al monte a orar. Al atardecer, la barca estaba en el mar y él solo en tierra. Y vio que avanzaban penosamente, pues el viento soplaba en contra. Y hacia la cuarta vigilia de la noche llegó hasta ellos, caminando sobre el mar. Quiso pasar junto a ellos, pero cuando lo vieron caminar sobre el mar pensaron que era un fantasmay gritaban, porque todos le veían y se espantaban. Pero en seguida les habló y les dijo, 'Anímate, soy yo. No temas'. Y subió con ellos a la barca, y cesó el viento. Y ellos se quedaron completamente atónitos, pues no entendían lo de los panes, sino que se les había endurecido el corazón.

Reflexión sobre el grabado

 

Las lecturas del Evangelio muestran con frecuencia a Jesús orando. En el Evangelio de hoy, Marcos cuenta que, tras la milagrosa comida de los cinco mil (lectura de ayer), Jesús se retiró al monte a orar. Sin embargo, este tiempo de soledad no le separó de los demás. Al contrario, parece que aumentó su conciencia de los necesitados. Mientras oraba, Jesús se dio cuenta de que sus discípulos luchaban contra un fuerte viento en contra, agotados por sus esfuerzos remando. Abandonando su lugar de oración, se dirigió a ellos y les tranquilizó profundamente, diciéndoles, 'Anímate, soy yo. No temas'.

El relato de Marcos sugiere que la oración de Jesús no sólo le unía a Dios, sino que también profundizaba su conexión con los que se encontraban en dificultades. Del mismo modo, cuando rezamos, nos abrimos a la presencia del Señor y, al hacerlo, a menudo estamos más en sintonía con las necesidades y las luchas de los demás. Nuestras oraciones deben conducirnos hacia los demás. Acercarnos a Jesús nos introduce en su amor y su preocupación por los demás. No es de extrañar que gran parte de nuestra oración se convierta en intercesión por los necesitados. La oración auténtica fortalece nuestra comunión con el Señor y amplía nuestra capacidad de cuidar de los demás, especialmente de los que capean las tormentas de la vida, como hizo Jesús con sus discípulos en el mar.

Nuestro grabado según Charles Jarabert, pintor académico francés, retrata el dramático momento en que Jesús camina sobre el mar y se acerca a la barca de sus discípulos. La escena está dominada por el cielo nocturno, las turbulentas aguas del mar de Galilea, con imponentes olas iluminadas por la luz de la luna que rompen contra una barca pequeña y frágil. Sin embargo, de la escena emana una gran serenidad. En la barca, representada lo más cerca posible de nosotros, el espectador, los discípulos aparecen en diversos estados de miedo y lucha contra la tempestad. Algunos se agarran a los costados de la barca para protegerse de las olas, mientras que otros se esfuerzan en remar con rostros marcados por la desesperación. Las figuras están representadas con gestos dramáticos, que ponen de relieve su humanidad y vulnerabilidad frente a la fuerza de la naturaleza. El juego de luces y sombras de nuestro grabado es muy poderoso.

by Padre Patrick van der Vorst




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