Las lecturas
del Evangelio muestran con frecuencia a Jesús orando. En el Evangelio de
hoy, Marcos cuenta que, tras la milagrosa comida de los cinco mil (lectura
de ayer), Jesús se retiró al monte a orar. Sin embargo, este tiempo de
soledad no le separó de los demás. Al contrario, parece que aumentó su
conciencia de los necesitados. Mientras oraba, Jesús se dio cuenta de que
sus discípulos luchaban contra un fuerte viento en contra, agotados por sus
esfuerzos remando. Abandonando su lugar de oración, se dirigió a ellos y
les tranquilizó profundamente, diciéndoles, 'Anímate, soy yo. No
temas'. El relato de
Marcos sugiere que la oración de Jesús no sólo le unía a Dios, sino que
también profundizaba su conexión con los que se encontraban en
dificultades. Del mismo modo, cuando rezamos, nos abrimos a la presencia
del Señor y, al hacerlo, a menudo estamos más en sintonía con las
necesidades y las luchas de los demás. Nuestras oraciones deben conducirnos
hacia los demás. Acercarnos a Jesús nos introduce en su amor y su
preocupación por los demás. No es de extrañar que gran parte de nuestra
oración se convierta en intercesión por los necesitados. La oración
auténtica fortalece nuestra comunión con el Señor y amplía nuestra
capacidad de cuidar de los demás, especialmente de los que capean las
tormentas de la vida, como hizo Jesús con sus discípulos en el mar. Nuestro
grabado según Charles Jarabert, pintor académico francés, retrata el
dramático momento en que Jesús camina sobre el mar y se acerca a la barca
de sus discípulos. La escena está dominada por el cielo nocturno, las
turbulentas aguas del mar de Galilea, con imponentes olas iluminadas por la
luz de la luna que rompen contra una barca pequeña y frágil. Sin embargo,
de la escena emana una gran serenidad. En la barca, representada lo más
cerca posible de nosotros, el espectador, los discípulos aparecen en
diversos estados de miedo y lucha contra la tempestad. Algunos se agarran a
los costados de la barca para protegerse de las olas, mientras que otros se
esfuerzan en remar con rostros marcados por la desesperación. Las figuras
están representadas con gestos dramáticos, que ponen de relieve su
humanidad y vulnerabilidad frente a la fuerza de la naturaleza. El juego de
luces y sombras de nuestro grabado es muy poderoso. |
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