«Yavé entró y se paró, y llamó como las otras veces: «Samuel, Samuel». Este respondió: «Habla, Yavé, que tu siervo escucha«
1 Samuel 3, 10
Dios siempre está llamando, pero poco lo escuchamos. Me encanta saber que es nuestro Padre y se preocupa por nuestro bienestar. ¿Lo has notado?
El bullicio del mundo cada vez es más ensordecedor.
«Ver» a Dios
Por eso me gusta mucho ir a un parque cercano de mi casa, con mi esposa Vida, y disfrutar de la naturaleza, el canto de las aves. Todo me recuerda a Dios. Es como nos dicen las Sagradas Escrituras:
«Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras«.
Rom. 1,20
A menudo caminamos y rezamos el rosario mientras lo hacemos. Veo su firma y su presencia en su creación. Y me digo sorprendido:
«Todo esto lo creaste para que pudiésemos contemplar la belleza, tu majestad, y experimentar tu amor».
La sencillez de Benedicto XVI
Hoy todos hablan del papa emérito Benedicto XVI. Era un erudito, un hombre de gran sabiduría, sencillez, humilde y daba mucha importancia al silencio.
Pensé que no podía leer los escritos del Benedicto XVI por ser demasiado elevados, incomprensibles para mí, hasta que un día me topé con este pensamiento suyo: «Ser santo es ser amigo de Dios». Y me di cuenta de que su profundidad estaba en la sencillez.
El 7 de marzo 2012 en su audiencia general dijo estas palabras:
«Hay una relación importante del silencio con la oración. En efecto, no sólo existe nuestro silencio para disponernos a la escucha de la Palabra de Dios.
A menudo, en nuestra oración, nos encontramos ante el silencio de Dios, experimentamos una especie de abandono, nos parece que Dios no escucha y no responde.
Pero este silencio de Dios, como le sucedió también a Jesús, no indica su ausencia. El cristiano sabe bien que el Señor está presente y escucha, incluso en la oscuridad del dolor, del rechazo y de la soledad.
Jesús asegura a los discípulos y a cada uno de nosotros que Dios conoce bien nuestras necesidades en cualquier momento de nuestra vida. Él enseña a los discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis» (Mt 6, 7-8).
11 cosas que nos impiden escuchar a Dios
Hice una pequeña encuesta en mi cuenta de Twitter. Pregunté qué nos impide escuchar a Dios. Te comparto algunas de las mejores respuestas.
- El bullicio del mundo.
- La codicia.
- El pecado que nos aleja de la presencia de Dios.
- La búsqueda del placer.
- Las posesiones terrenales.
- El no saberse que somos hijos de Dios.
- No abrir el corazón a Dios.
- No leemos las Sagradas Escrituras.
- El bienestar personal según es concebido por el mundo, no por Dios.
- La soberbia.
- La carencia de humildad.
La respuesta está en la Biblia
Desde que empecé a leer la Biblia le recomiendo a todo el que pueda que la lea. Los católicos debemos empezar a leer la Biblia. En ella Dios nos habla. Descubro grandes maravillas, hay una riqueza por descubrir en las Sagradas Escrituras.
Ahora podrías preguntarme: «¿La Biblia menciona esta situación?». Busca una Biblia, seguro en casa tienes una. Ábrela en Lucas 8:
«… al oír la Palabra, la reciben con alegría; pero estos no tienen raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba desisten. Lo que cayó entre los abrojos, son los que han oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurez.»
Aquí está la respuesta Bíblica. Nos impiden escuchar a Dios y ver los frutos de su Palabra:
- Las preocupaciones.
- Los placeres de la vida.
- Las riquezas.
Ahora lo sabes. Evita los ruidos innecesario, escandalosos, las preocupaciones que te atrapan, confunden y no te permiten escuchar a Dios. Reza, y hazlo con fe, serenidad, humildad y alegría, como si ya hubieses recibido lo que pides.
Cuéntame, ¿qué piensas? ¿qué nos impide escuchar a Dios? Puedes escribirme si lo deseas. Te dejo mi email personal: cv2decastro@hotmail.com
Claudio de Castro, Aleteia
Vea también El 'oasis del espíritu' (el silencio)
- Benedicto XVI
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