Se llama "técnica del sandwich", y es útil en todas partes, desde la oficina hasta la sala de estar
Me encanta recibir comentarios positivos. En serio, me encanta. Las palabras de afirmación positiva son mi lenguaje del amor principal, así que los comentarios positivos sobre cualquier cosa, desde un buen diseño de un plan de entrenamiento hasta una trenza espectacular en una niña de 12 años, me provocan una sensación muy placentera.
Por una parte, es una bendición para las personas que me quieren porque no hace falta mucho para hacerme feliz. Unas cuantas palabras de afirmación positiva pueden hacerme cambiar de humor en un abrir y cerrar de ojos.
Pero por otra parte también es una maldición, porque el inconveniente de adorar los comentarios positivos es que odio (sí, ODIO) los comentarios negativos.
No se trata de orgullo, no es que crea que siempre estoy en lo correcto o que sea perfecta, ni mucho menos. El problema es que interiorizo los comentarios negativos tan fácilmente como los positivos. Los siento como una crítica hacia mí y no hacia mis límites o puntos débiles.
Sin embargo, madurar también significa aprender a aceptar los comentarios negativos e incluso aprovecharlos. En estos últimos años he aprendido que, para mí, la forma más fácil de escuchar una crítica es sin duda oír la afirmación positiva primero. Un método que The StartUpdenomina sándwich.
El proceso es fácil y apetitoso, por como suena:
- 1.Ofrece elogios que confirmen los valores positivos que una persona percibe de sí misma y su lugar en la empresa.
- 2.Intercala los comentarios que pueden verse como negativos en el medio, como un sándwich.
- 3.Termina reiterando los elogios anteriores o explicandoque trabajar en estos puntos negativos puede reforzar los valores positivos.
Dicho método no debería limitarse a un entorno profesional. De hecho, suelo digerir mejor los comentarios negativos en un ambiente de trabajo que en uno personal. La crítica más feroz que pueda hacerme un cliente o un compañero no me desesperará tanto como un pequeño comentario que provenga de mi madre o mi hermana.
Mi teoría es que esto ocurre porque las relaciones personales son precisamente eso, personales. Prefiero que mis compañeros de trabajo me quieran por cómo soy, pero no voy a cavar un hoyo y terminar con mi vida si no lo hacen. Seguiré tan normal sabiendo que las relaciones profesionales no son lo más importante en la vida.
Pero la relación con mi familia es otra historia. Ellos sí son lo más importante en mi vida. Me importan mucho, lo que significa que su opinión sobre mí (tanto positiva como negativa) también me importa mucho.
Qué interesante, escribiendo esta publicación me he dado cuenta de que mi padre siempre ha utilizado este método. Tras años como empresario sacando adelante negocios, seguramente sea innato en él hacer críticas de la forma más efectiva posible. Sin duda es por esto que nunca siento sus comentarios negativos como algo realmente negativo. Más bien, siempre me parecen “críticas constructivas”, con especial hincapié en la parte “constructiva”.
Si bien no puedo empezar a pedirle a todo el mundo que quiero que me hagan críticas negativas con el método del sándwich, sí que puedo empezar a utilizarlo yo misma. La próxima vez tenga que decirle algo serio a mis hijos, me aseguraré de empezar por lo positivo, entrar con tacto en lo negativo, y después terminar reiterando lo positivo. Tengo claro que este método no es solo más efectivo, también es más compasivo y cariñoso.
Aunar la corrección con la consideración y el cariño es la mejor forma de ser padre y persona.
Calah Alexander, Aleteia
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