Seré “la suegra” como resultado de mi maternidad y de mucho trabajo conmigo misma, no sólo los días de fiesta. Amo tanto a mi hijo que aceptaré todo lo que vendrá con el paquete de su felicidad.
A veces me gustaría ponerme una nota final por toda mi maternidad, y ya que soy madre desde hace tres años (¡sólo!), admitiréis que sería una nota bastante irreal.
Pero, por si acaso, en un armario guardo la estatuilla de mercadillo de un Óscar, y en otro armario guardo un pequeño objeto con forma de emoticono de una “caca”, (lo bueno es que tiene dibujada una sonrisa;)). Los premios son intercambiables dependiendo de la etapa de la maternidad en la que trato de mantener el equilibrio.
Por ejemplo, en el primer año hubo muchos “así no”. La esperanza competía con la sensación de impotencia. Sin embargo, en el segundo embarazo me sentí como un pez en el agua. Y por esa razón, como estoy sólo al comienzo de mi maternidad, y porque mi autoconfianza sufrirá muchos altibajos, voy a ponerme la nota final el día que me convierta en… suegra.
Sé que es un tema que es mejor silenciar diplomáticamente o resumirlo con un chiste al estilo “una suegra 10”. Pero, dejadme que hable en serio y de forma directa. Sí, las estadísticas dicen que hay una alta probabilidad de que, en unos pocos años, me tocará desempeñar este significativo papel. Y a ti también. Entonces nos tocará pasar la prueba práctica de madurez.
Debido a que nuestro principal objetivo como padres es proporcionar a los niños unas raíces (¡saludables!) para que sepan quiénes son, que conozcan su identidad y tengan valores, y darles un par de alas para que, en el momento adecuado, puedan abrirlas y volar hacia sus sueños.
Las raíces. Nosotros también las tenemos. Son el contexto, lo que nos enseñaron nuestros propios padre y lo que creamos nosotros porque con nuestra relación matrimonial empezamos a crear nuestra familia. Suena sublime, pero esta poesía es como la vida misma: la necesidad de deshacerse del egoísmo para educar a los hijos para el mundo. Es muy importante quitar de nuestro ego la capa de azúcar y valorar nuestra libertad al servicio de ellos.
¿Una suegra de chiste? No, gracias
Sin una autorreflexión, nos convertiremos en el cliché de la típica suegra complicada.
Aunque mis hijos aún llevan pañales y están lejos de pensar sobre las fechas de sus bodas, pienso mucho sobre el hecho de que ser “la suegra” no es ningún concepto que se pueda inventar e implementar cuando llegue el momento. No voy a poder improvisar nada, no podré añadir más colores al asunto cuando quiera.
Ser “la suegra” es el resultado de mi maternidad y del trabajo en mí misma, no sólo cuando estoy de vacaciones. Amo a mis hijos tanto como para aceptar todas las opciones que vendrán en el paquete con su felicidad (según su concepto, no el mío). Éstas son esas alas y ese vuelo. Soy consciente de que no pierdo a nadie y que, con 20 o 40 años, él vendrá a verme de vez en cuando para recibir una cantidad ilimitada de abrazos, que en su vida aparecerá alguien nuevo, alguien muy importante, que se sentirá bien a mi lado. Así de simple. Y sé que por el papel de “mamá-suegra” conseguiré la estatuilla dorada.
NATALIA BIAŁOBRZESKA, aleteia |
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