Carlo Acutis nació en Londres el 3 de mayo de
1991 y murió el 12 de octubre de 2006 a la edad
de 15 años, tras ser diagnosticado con leucemia.

El pasado mes de julio, el Papa Francisco lo declaró venerable, luego de que sus virtudes heroicas fueran reconocidas.
Quienes compartieron tiempo con él, afirman que el joven sentía un profundo amor por la eucaristía, asistía todos los días a misa, rezaba el rosario diariamente y se preocupaba por servir a otros a como diera lugar. Hizo su primera comunión a los
siete años y ofreció los dolores de su enfermedad al Papa y la Iglesia Católica. Su alegría, entrega y dedicación lo llevaron a ser querido por todos.
Carlo desarrolló una gran pasión por la tecnología
y todo lo relacionado con ella, que sirvió como
 impulso para evangelizar y llevarlo a crear su más destacada exposición virtual: «Los Milagros
Eucarísticos en el Mundo». Consideraba a la Virgen María su más grande confidente, daba clases de catecismo a niños pequeños y disfrutaba participar en distintos voluntariados.
«Nuestra meta debe ser el infinito, no el finito. El Infinito es nuestra Patria. Desde siempre el Cielo
nos espera». 
Su causa de beatificación inició el 15 de febrero de 2013 y culminó el 24 de noviembre de 2016, actualmente su caso se encuentra en proceso en el Vaticano.
Acutis ofrecía con gran amor sus dolores, cuando los médicos o enfermeras le preguntaban cómo se
sentía, afirmaba: «¡Hay gente que sufre mucho más
que yo!». Los cortos años que Carlo tuvo la fortuna de
vivir no fueron impedimento para que su misión de evangelizar se cumpliera, hoy su historia le da la
 vuelta al mundo y se espera que sea reconocido
como patrono de los cibernautas.
Estas son cuatro importantes lecciones que nos deja Carlo:

1. No hay límites para alcanzar la santidad

Aunque aún no ha sido declarado santo, Carlo nos demuestra que sin importar la edad o el lugar del que vengamos, todos estamos llamados a un camino de santidad. Algunas veces Dios se vale de los corazones más sencillos y pequeños para mostrar su obra. El profundo amor que sentía Carlo hacia la Eucaristía debe impulsarnos a seguir sus pasos. Cultivar el amor a Dios en los más pequeños se convierte hoy en una tarea indispensable.

2. La entrega y el servicio son la clave para vivir en Cristo

Ayudar a otros debe convertirse en uno de los deberes más importantes para un cristiano. Actuar frente al rechazo, la indiferencia, el dolor, el sufrimiento o la tristeza, nos permite ver en los demás el rostro de Cristo. Unirnos con generosidad y amor a los que más lo necesitan nos hace experimentar el amor de Dios de maneras inimaginables. Ver a Cristo en los más pobres, en aquel hermano o amigo caído transforma nuestro corazón y nos ayuda a ser conscientes de nuestra propia miseria.

3. Ofrecer con amor el sufrimiento nos acerca más a Dios

Carlo decidió afrontar su grave enfermedad con el alma llena de amor. Contrario a lo que muchos piensan, el agotamiento y el dolor no fue impedimento para que renunciara a su anhelo de seguir transmitiendo el mensaje de Dios. A los ojos de los demás, el sufrimiento de un niño puede ser considerado injusto, cruel, absurdo. Pero Carlo nos confirma una vez más que ofrecerle a Dios cada pena y dolor hace más ligero el peso de la cruz. 

4. Ir de la mano de María siempre hará la carga más ligera

Carlo murió el día de la Virgen del Pilar. Su devoción y profundo amor por la Virgen hicieron que este fuera el complemento perfecto para acercarse aun más al perfecto amor de Cristo. Ir de la mano con María Santísima es indispensable, unirnos en su dulzura y ternura le otorga a nuestro corazón la sencillez y la fortaleza que tanto necesitamos para seguir adelante aun cuando el sufrimiento y el dolor parecen no tener fin. La devoción a la Virgen María  caracteriza a todos los santos. Esperemos que Carlo, pueda unirse pronto a la lista de jóvenes santos.
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