Cuando un progenitor deja la familia, en los niños y niñas se desencadenan reacciones distintas
Gelsomino del Guercio, aleteia
La separación entre los padres es un sufrimiento presente en toda la vida de sus hijos. Lo sostiene Antonello Vanni en “Figli nella tempesta. La loro sofferenza nella separazione e nel divorzio” (Hijos de la tempestad. Su sufrimiento en la separación y el divorcio, Edizioni San Paolo).
Un sufrimiento al que algunos psicólogos han dado un nombre: el “síndrome de los hijos del divorcio”.
Ansiedad y sistema inmunitario disminuido
El síndrome, en los adultos que han vivido el trauma de la separación de sus padres, se manifiesta desde el punto de vista psicológico, con la persistencia de la ansiedad, depresión, angustia, rabia y resentimiento. Desde el punto de vista físico hay un fuerte impacto negativo en la calidad del sistema inmunitario: se está más expuesto a patologías de distinta naturaleza.
Relaciones difíciles
Desde el punto de vista emotivo, el síndrome se caracteriza por el desarrollo de miedos como por ejemplo al abandono, a la traición, a la exclusión, al rechazo. Y naturalmente influye en las relaciones: hay una capacidad menor de mantener vínculos de amistad, sentimentales o matrimoniales basados en el respeto y la confianza mutua. No es casualidad que los “hijos del divorcio” tiendan a construir familias más frágiles, a menudo destinadas a romperse, como sucedió con sus padres.
Menor rendimiento escolar y laboral
Los daños del síndrome se registran también desde un punto de vista escolar y de la carrera profesional con inferiores adquisiciones de competencias, ausencias frecuentes, mayor abandono escolar, a lo que sigue menor nivel académico y laboral. También el estatus socioeconómico logrado en la edad adulta es menos ventajoso, a menudo, respecto al alcanzado por hijos de familias intactas.
Crecer sin un padre amoroso
En particular, estudios realizados por el psicólogo y sacerdote Cornelius Evans muestran que en ambientes como escuelas, universidades, lugares de trabajo y familias, los hijos varones, después de un divorcio que haya alejado al papá del núcleo familiar, crecen llevando consigo un fuerte malestar emocional debido a la falta de relación con un padre presente y amoroso. El resultado era el de hijos que con el tiempo se volvían esquivos y solitarios, ansiosos y débiles.
Rabia y depresión
El común denominador de estos casos de niños, adolescentes y hombres era una profunda rabia, causada por la falta de comprensión de los motivos reales del alejamiento del padre. Otro estudio del psicólogo Archibald Hart muestra que además de la rabia, otra característica común es la depresión, con baja autoestima y los consiguientes problemas de comportamiento.
La ausencia del amor de la figura paterna
En las mujeres, niñas, adolescentes o adultas, crecer sin la figura paterna desencadena sentimientos de abandono por parte del padre, baja autoestima, tendencia a la actividad sexual precoz, desconfianza en las relaciones con figuras masculinas. “Todo lo que yo quería era el amor de mi padre”, son las palabras de una mujer a la psicóloga a la que se había dirigido para resolver sus problemas.
Trastornos alimenticios
La psicóloga Margo Maine ha demostrado incluso que el alejamiento de la figura paterna de la familia estaría en la base de trastornos alimentarios como la anorexia, la bulimia, dietas obsesivas y desequilibradas. Las hijas tienen una intensa necesidad de sentirse dignas del amor paterno, de recibir su aprobación y su afecto. La ausencia del mismo les hace sentir sin valor e importancia: el trastorno alimenticio vendría a colmar ese vacío dejado por el amor paterno.
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