jueves, 27 de abril de 2017

¿Me puede ayudar la religión a salir de la depresión?

La fe, vivida en manera equilibrada, es siempre un don maravilloso, sin por ello renunciar a las herramientas que nos ofrece la ciencia


¿Me puede ayudar la religión a salir de la depresión?


Inma, Álvarez, aleteia
¿Rezar ayuda a luchar contra la depresión? Por supuesto que sí. Son varios los estudios que muestran una relación positiva entre la espiritualidad y la salud psicológica. Pero la religión nunca debe sustituir al tratamiento farmacológico. Para entendernos en pocas palabras: rezar solo no cura la depresión, pero unida a los tratamientos necesarios, ayuda a curarla, e incluso a prevenirla.
¿Por qué? Los estudios más recientes y completos sobre este trastorno ayudan a comprender el motivo: estar deprimido no es simplemente estar “triste” o “en baja forma”: La depresión mayor es una auténtica enfermedad en la que intervienen factores tanto genéticos como biológicos y psicosociales. Por eso, el tratamiento de la depresión deberá basarse en la compresión de su etiología y en la integración de la farmacoterapia y la psicoterapia.
A nivel biológico, las personas con depresión tienen alteraciones a nivel de neurotransmisores, citoquinas y hormonas, además de modificaciones en los sistemas nervioso, inmunológico y endocrino: está relacionada con la disminución de una sustancia producida por el cuerpo humano – concretamente, en el cerebro y en los intestinos -, la serotonina, y que está presente en muchas funciones corporales y psicológicas.
Por tanto, para luchar contra la depresión, es necesario un tratamiento farmacológico que “ayude” al cuerpo a recuperar esos niveles de hormonas y neurotransmisores necesarios para realizar sus funciones normalmente.
Lo importante es distinguir lo que entendemos por depresión y lo que puede ser simplemente un momento de cansancio donde predomina la falta de motivación. La espiritualidad será siempre una fuerza interior que nos acompaña en la vida, pero no será siempre el remedio único para superar situaciones clínicas que requieren también la ayuda profesional de un medico o de un psicólogo o psiquiatra.
Por eso, el primer paso para afrontar este trastorno es saber si hay verdadera depresión: Todas las personas pasamos por periodos de desánimo o tristeza, pero un estado anímico de tristeza y cansancio constante que nos acompaña durante varios meses o años, incluso en sus estados más graves con pensamientos de muerte y suicidio, no puede ser catalogado como algo que podemos gestionar sólo con automotivación, o refugiándonos exclusivamente en la oración personal o comunitaria, por muy positivas que estas sean en la vida de las personas.
Aclarado esto, es importante señalar que la fe tiene una importante influencia a la hora de luchar contra la depresión: La investigación más reciente es de la Universidad de Columbia (EE.UU.), y de ella ya hemos hablado en Aleteia.
Por otro lado, un estudio realizado por un grupo de investigadores del Rush University Medical Center de Chicago, en Estados Unidos, reveló que las creencias religiosas previenen la depresión y mejoran la respuesta a los tratamientos en las personas que la padecen.
Patricia Murphy, una de las investigadoras del estudio explicó, que para superar la enfermedad, lo que parecería ayudar mucho es la fe en un ser superior. Según ella, si bien la medicación para tratar la depresión es fundamental, también lo es el rol que juega la religión en la vida de estos pacientes.
Por tanto, una sana vida espiritual ayuda seguramente a las personas a vivir con la motivación humana y la dimensión trascendente necesarias para gozar de una sana tensión en la vida, lo que en principio ayuda a alejarse de los contextos depresivos. Pero eso no significa que la persona que sufre depresión no tenga una adecuada vida espiritual: pueden intervenir factores genéticos y o de otro tipo, que escapan a su control.
El sentido común nos debe recordar que la vida biológica y psíquica responde también a leyes que conocemos científicamente y que hay que saber también respetar, sin limitar todo a un puro fideismo que no corresponde a la verdad sobre nuestra vida.
Dicho de otra manera, la fe, vivida en manera equilibrada, es siempre un don maravilloso, sin por ello renunciar a las herramientas que nos ofrece la ciencia y la propia inteligencia para mejorar nuestra calidad de vida.
Artículo realizado en colaboración con Javier Fiz Pérez, Psicologo y Psicoterapeuta, Profesor de Psicología en la Universidad Europea de Roma, delegado para el Desarrollo Cientifico Internacional y responsable del Área de Desarrollo Científico del Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP).

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