Un misterio de medio siglo de antigüedad esclarecido gracias al sacramento de la penitencia
Nunca es demasiado tarde para obtener la absolución de los pecados, como bien atestigua esta sorprendente historia digna de la serie policiaca Cold Case. El pasado diciembre, un sacerdote de Biarritz (Francia) escuchó en confesión a un anciano que le aseguró ser el autor de un hurto cometido hace cincuenta años. Y no era un robo cualquiera, sino el de una cruz de procesión policromada de “madera blanda de carolin” [álamo negro de Canadá, NdelT], que fue “extraída” del Convento de los Jacobinos de Toulouse en 1967 durante su restauración.
Pero ahí no queda la cosa, el penitente admitió su falta y además la reparó: puesto que el hombre nunca se había separado de la preciosa cruz, la entregó a su confesor en cuanto hubo recitado su acto de contrición y la absolución fue pronunciada.
Aunque desconcertado, el sacerdote remitió el preciado objeto a un compañero de Montpellier, que a su vez la entregó al municipio de Toulouse. El ayuntamiento de Toulouse, como propietario del convento –conocido también por albergar las reliquias de santo Tomás de Aquino–, ha iniciado el proceso de autentificación de origen de la pieza a través de la policía judicial regional, esperando, sin duda, devolverla al lugar que le corresponde, según informa la prensa local.
aleteia francesa
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