Díselo a toda mamá que espera un niño: acoge los cambios de tu cerebro
con orgullo y grandes esperanzas
Se tiende a hablar del cerebro de las mujeres embarazadas y de las mamás en general como de un órgano que ha perdido fuelle. A las mamás (embarazadas o no) les pasa a menudo que sienten que su cerebro no funciona como debería, o al menos como funcionaba antes: se olvidan de las cosas, no logran concentrarse, sueñan con los ojos abiertos, se conmueve a la mínima..
Como madres de cinco niños (sumados, ¿eh?) que luchan por poner en marcha una actividad profesional alternativa, podemos confirmar que a menudo nos parece tener lo que los ingleses – basándose en la idea de que la mujer embarazada le transmite el cerebro a su hijo – llaman baby-brain.
Pero no es verdad. Nuestro cerebro, simplemente, ya no es el mismo que teníamos cuando estudiábamos. El cerebro cambia durante el embarazo. ¡Pero de verdad! Pero no se vuelve menos funcional que antes. Se vuelve increíblemente más capaz y se alinea con el reto de desarrollar habilidades absolutamente fundamentales para nuestra supervivencia, la de nuestro hijo y la de la sociedad. Esto lo hemos sentido siempre con fuerza aquí en Il Parto Positivo. Armadas de lógica y educadas en la ciencia, nos ha parecido siempre que era la única explicación para la verdadera metamorfosis que una mamá hace en los meses/años en torno al nacimiento de su hijo.
Pero ahora tenemos un artículo publicado en Nature Neuroscience que parece justo darnos la razón. De él hablaron los medios de comunicación de todo el mundo (por ejemplo, este artículo de El País) a finales del año 2016. Pero para nosotras no era suficiente. Así que pedimos a la primera autora del artículo, Elseline Hoekzema, que nos enviara la versión íntegra. Ella nos respondió con la gracia y la generosidad de las grandes mujeres (¿será porque está embarazada?) y así ahora podemos contarles la historia de manera más detallada… brevemente en este post y, si quieren, personalmente en nuestro laboratorio.
Elseline y sus colegas examinaron la estructura de los cerebros de una muestra de mujeres antes de la concepción, y después del parto. Y han visto – sí, ¡visto! – que había una gran diferencia. El cambio afectaba sobre todo al espesor de la materia gris en algunas zonas del cerebro y era visible hasta dos años después del nacimiento del niño. ¿Y adivinan a qué están vinculadas esas zonas del cerebro? A la Teoría de la mente.
La Teoría de la Mente es la capacidad de atribuir estados mentales a uno mismo y a los demás. En otras palabras, se refiere a ser consciente del hecho de que lo que pensamos son – precisamente – “pensamientos” y no “La Realidad” (¡prohibidas las bromas sobre sus jefes en el trabajo!) y que también los demás tienen el mismo tipo de pensamientos/convicciones/expectativas que están influenciados por su punto de vista. (Del artículo publicado en Nature Neuroscience por Hoekzema et al. 2016)
Recapitulando: las mamás tienen menos materia gris en las zonas del cerebro vinculadas a la capacidad de ponerse en la piel de los demás. Acostumbrados como estamos a pensar que “cuanto más, mejor”, la frase nos parecerá que las madres son menos capaces de empatía. Pero lo contrario es mucho más probable, además de lógico.
Como ya han mostrado varios estudios sobre el cerebro durante la adolescencia, cuando se habla del espesor de la materia gris, menos es mejor: una capa más fina de células grises se asocia con mayores competencias sociales. Se trata probablemente de una especie de optimización, que hace que las redes neuronales sean más funcionales y sofisticadas. Esto se traduce en un comportamiento cognitivo, social y emocional más maduro. El estudio de Elseline Hoekzema y de sus colegas nos indica que este parece ser justamente el caso de las madres.
Así que nuestro sentimiento ya no está solo informado por la lógica y educado por la ciencia, sino que también está apoyado por datos empíricos: el cerebro de la mujer es PORTENTOSO.
Es un órgano capaz de sentir/pensar/percibir lo que otro siente/piensa/percibe con una precisión y velocidad que no tiene nada que envidiar a Valentino Rossi. Un órgano que es capaz de tomar decisiones complejas considerando los puntos de vista de todos los factores implicados (a diferencia de… ¡ah no! Habíamos dicho que no bromearíamos sobre ello!). Todo esto, el cerebro de la mujer lo hace en condiciones de severa deprivación de sueño.
El cerebro de una mamá es verdaderamente, bioquímicamente, capaz de mostrarle a la persona que hay detrás de cada necesidad, la razón detrás de las lágrimas (¡no caprichos!), el esfuerzo detrás del resultado. A veces nos parece que no somos capaces de llevar a cabo las tareas más sencillas. ¿Las cosas prácticas y racionales que nuestro marido sabe hacer tan bien y que nuestro jefe pretende que volvamos a hacer rápidamente nos cuestan un esfuerzo mayor que antes? ¡Es simplemente porque estamos haciendo cinco tareas sencillas y dos complejas a la vez!
Con un artículo en Nature Neuroscience para animarnos, hoy decimos a toda mamá (en espera): acoge los cambios de tu cerebro con orgullo y grandes expectativas. Son cambios hechos adrede para servirte a ti, a tu hijo, y ya que estamos, a nuestra sociedad, que de estas capacidades anda muy necesitada (y que en cambio las desperdicia haciéndonos perder el trabajo si dos meses después del parto no hemos vuelto a trabajar).
Déjennos robar la frase de Ina May a propósito del útero y adaptarla un poco a nuestra medida: “No hay órgano como el cerebro femenino. Si los hombres lo tuvieran, se sentirían orgullosos de él. Así tenemos que hacer nosotras”.
Aleteia
Aquí al artículo original (italiano) publicado por Il Parto Positivo
No hay comentarios:
Publicar un comentario