Desde 1961 la principal cadena de radio de Colombia ha transmitido el ‘Sermón de las siete palabras’, una tradición que también está presente en todas las parroquias del país
Archivos electrónicos confirman que el ‘Sermón de las siete palabras’ pronunciado por monseñor Augusto Trujillo Arango cada Viernes Santo, al día siguiente era noticia de primera plana de los principales periódicos. Su voz recia y serena, impecablemente modulada, y sus conceptos contundentes sobre las realidades colombianas del momento, lo convirtieron en un referente ético y moral que nadie podía desconocer.
El periodista Orlando Cadavid recuerda que en la Semana Santa de 1960 tres directivos de la cadena radial Caracol viajaron desde Bogotá a Manizales, en el centro de Colombia, para escuchar en vivo uno de sus sermones y “quedaron maravillados con la palabra alada del entonces obispo auxiliar”. Al año siguiente, añade Cadavid, el prelado debutó en cadena nacional de radio y a los 38 años ya era figura de la Iglesia y un personaje admirado por los católicos que lo catalogaron “como el número uno de los oradores sagrados de Colombia”.
Su sermón era tan esperado que los viernes de pasión, a la 1:00 de la tarde, los oyentes de todas las condiciones sociales hacían una pausa para escuchar en respetuoso silencio sus reflexiones fundamentadas en las frases finales pronunciadas por Jesús en la cruz. “Las siete palabras de monseñor Trujillo Arango paralizaban el país. La cadena radial que las transmitía acaparaba toda la sintonía nacional”, relata el historiador José Fernando Montoya.
Este púlpito radial que en los años 80 tuvo ratings de sintonía de dos millones de oyentes, lo mantuvo durante 44 años —de 1961 a 2005— todo un récord mundial en materia de prédica religiosa a través de un medio masivo de comunicación. Era un sermón de dos horas que monseñor distribuía en segmentos de diez a dieciséis minutos para cada una de las siete palabras, entre las cuales no permitía publicidad, pero sí breves pausas de música clásica o gregoriana.
Así lo hizo desde el comienzo, primero como obispo auxiliar de Manizales, luego en Jericó (Antioquia) y por último en calidad de arzobispo de Tunja, una de las jurisdicciones más católicas de Colombia. Sus intervenciones siempre las comenzaba con un saludo que se hizo popular: “Hermanos y amigos de Colombia”.
Luis Enrique Rodríguez, editor general de Caracol Radio, comenta que monseñor era muy organizado en la preparación de su sermón anual, hasta el punto de que diez días antes del Viernes Santo ya lo tenía escrito, revisado y listo para grabarlo.
En entrevista con Aleteia, Rodríguez señaló que la cadena radial nunca le llamó la atención o lo censuró por muy drásticas o polémicas que fueran sus opiniones, así estuvieran dirigidas contra el gobierno, el empresariado, los políticos, la guerrilla o el narcotráfico. “Él tenía plena libertad de decir lo que quisiera y nunca se le impusieron condiciones. Era un sacerdote muy respetable, de recio carácter, con grandes calidades intelectuales y difícilmente maleable”, recalca este periodista, encargado en la actualidad de coordinar el tradicional sermón.
El sermón, 58 años después
Los sermones de Trujillo Arango terminaron en 2005 cuando el obispo, gravemente enfermo, declinó la invitación de Caracol para continuar con sus prédicas. Dos años después, el 24 de febrero de 2007, falleció en Manizales.
Vicente Silva Vargas/Aleteia Colombia
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