miércoles, 16 de enero de 2019

Quieres motivar e influir positivamente sobre los demás? Aquí te digo como hacerlo.



Un gran número de empleados se sienten frustrados, preocupados,
 molestos o desanimados en algún momento de su jornada laboral.
Esto es debido a que o no están de acuerdo con el jefe, no apoyan
la sugerencia de un colega o tienen opiniones diferentes de la mayoría.
Y casi ninguno de estos empleados comparte sus opiniones de
orma que obtenga resultados positivos. O bien se callan porque
creen que es políticamente desaconsejable estar en desacuerdo con
la mayoría o con la autoridad, o se guardan sus opiniones
divergentes hasta que finalmente explotan. Es decir, pasan del silencio
 a la violencia y mientras mantienen una actitud pasivo-agresiva.
Ninguno de estos métodos consigue que las ideas salgan a la luz, donde pueden pasar a formar parte de la visión colectiva, y ninguno ayuda a mejorar las condiciones de trabajo o las relaciones con los demas.
 

¿Por qué pasamos del silencio a la violencia? 

Recurrimos al silencio porque nos sentimos inseguros de mantener conversaciones que son de vital importancia. Son interacciones donde el riesgo es mas elevado, hay divergencia de opiniones y las emociones tienden a dispararse. Le tenemos cierto temor porque nuestra experiencia pasada nos ha enseñado que, si nos mostramos emocionales y honestos, es probable que pase algo indeseado, incluso negativo. Por eso tendemos al silencio. Creemos que es mejor dejar que otra persona diga lo que piensa antes de arriesgar nuestra propia reputación.
Pasamos a la violencia porque no estamos bien capacitados para mantener este tipo de conversaciones. Si bien la experiencia muestra que la habilidad para dialogar y conversar es la clave para ejercer influencia, la efectividad en el trabajo e incluso mejorar nuestras relaciones familiares, la mayoría de nosotros tenemos poca o ninguna capacitación formal sobre el tema. Hemos desarrollado nuestra perspectiva y modus operandi observando a nuestros progenitores, profesores, amigos, colegas y ex jefes.
Cuando finalmente nos decidimos a hablar, inevitablemente nos basamos en habilidades mediocres ejemplificadas en estos modelos de conducta y terminamos utilizando el sarcasmo, el humor cáustico, el sentimiento de culpa, tácticas de debate, respuestas acidas y otras formas de violencia verbal. Cuando finalmente nos percatamos de que nos hemos metido en un campo de minas por haber dicho algo, la siguiente reacción es retirarnos al silencio. Pasamos del silencio a la violencia y volvemos a empezar, sin entender lo infructuoso y destructivo que es este proceso.
Sin embargo, esto no tiene que ser así. Podemos aumentar nuestra capacidad para influir en las decisiones, mejorar las relaciones y expresar nuestra opinión de una manera útil y productiva. Estos son algunos consejos para poder llevarlo a cabo:
1. Invierte tu pensamiento. La mayoría de nosotros decidimos hablar o no dependiendo de los riesgos de hacerlo. Las personas que son realmente buenas utilizando estas habilidades no piensan primero en los riesgos de hablar sino en los riesgos de no hacerlo. Son muy conscientes de que, si no comparten su punto de vista único y singular, tendrán que vivir con las malas decisiones que se tomen como resultado de retener sus opiniones informadas.
2. Deja de hablar. Cuando reconozcas una conversación importante, deja de hablar, incluso en mitad de la oración si es necesario. La forma en cómo desarrollas esta conversación tendrá un gran impacto en tu relación con la otra persona y en los resultados que deseas y que te importan. Piensa en lo que se dice y cómo se dice. Crea una brecha entre el estímulo y la respuesta. Mantén el cerebro funcionando y no te dejes embargar por las emociones.
3. Hazte tres preguntas. El gran problema con las emociones fuertes es que el cerebro se apaga y reaccionamos emocionalmente, en lugar de pensar cómo responder. Antes de llegar a esta situación, la persona sabia se hace las siguientes preguntas: ¿qué es lo que realmente quiero? O tal vez, ¿qué problema estoy tratando de resolver? O, ¿qué relación quiero con esta persona cuando termine esta conversación? Usa estas tres preguntas para activar y enfocar el cerebro, y disuadir a las emociones fuertes.

4. Crea un espacio seguro. ¿Has notado alguna vez que ciertas conversaciones, incluso cuando se abordan temas conflictivos o arriesgados, se desarrollan bien? ¿Y sin embargo otras, que tratan sobre desacuerdos un tanto triviales, pueden llegar a degenerar en posiciones defensivas e incluso en retroceso? ¿Por qué pasa esto?
El antídoto contra la actitud defensiva durante una conversación importante es crear un espacio seguro. Las personas pueden escuchar comentarios difíciles, e incluso duros, siempre que se sientan seguros con la persona que los facilita.
¿Cómo se puede crear este espacio de seguridad? Ayudando a los demás a comprender que te preocupas por sus intereses tanto como te interesas por los tuyos propios. Cuando las personas creen que esto es cierto, se abren mas rápidamente a tus puntos de vista. Cuando se creen manipulados, se apagan y vuelven al silencio. Y, en segundo lugar, procura demostrar a los demás que son respetados por ti y que tus intenciones son claras y sinceras. El propósito mutuo y el respeto mutuo son la base para crear este espacio de la seguridad.
5. Empatiza. La clave para influir es la empatía. Antes de comenzar una conversación o una negociación, los líderes influyentes reflexionan detenidamente como afectan o afectarán a otras personas los problemas que quieren abordar. Piensan en las consecuencias naturales de la situación para la otra persona y les aseguran que estas consecuencias siempre existen. Por ejemplo, si un empleado parece incompetente, es probable que su incompetencia sea tan frustrante para él como para los demás. Pero si de manera respetuosa le ayudas a ver cómo se toman en consideración sus propios intereses mientras se aborda el problema, estarán motivados de manera natural a participar en la solución.
6. Invita al diálogo. Después de crear un espacio seguro, comparte tus opiniones con confianza. Una vez que lo hayas hecho, invita a que se compartan opiniones diferentes. Esto significa que realmente estimulas y alientas a la otra persona a que esté en desacuerdo contigo. Las personas realmente buenas utilizando estas habilidades no están simplemente expresando su opinión; quieren aprender. Si tu objetivo es simplemente “dejar caer” sobre los demás, se resistirán y te resistirán. Si por el contrario estás abierto y eres receptivo a escuchar otros puntos de vista, crearas un espacio seguro y estarán más abiertos a los tuyos. Y, por último, si tu mente se queda en blanco o no puedes recordar nada en el momento más álgido de la conversación, pregúntate lo siguiente: "¿Dónde estamos, en silencio o en violencia?" Si es así, haz todo lo posible para volver al diálogo positivo reforzando el espacio seguro.
No es mi intención sugerir aquí que si sigues todos los pasos mencionados arriba la gente te dará todo lo que quieres. Lo que estoy diciendo es que tu influencia para con ellos aumentará. En lugar de contribuir negativamente a los problemas expresando tus inquietudes de forma emocional, lo estarás expresando verbalmente y de forma respetuosa, y este enfoque te brinda el potencial para una solución.
por Conversaciones Lúcidas, ReL 
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