Visitando la casa de mi papá encontré unas revistas. Una me interesó de manera especial. Relataba las peripecias de unos mellizos allá en Estados Unidos: Los médicos tenían que separarlos con una operación quirúrgica. Uno de ellos se recuperó muy bien mientras que el otro se puso cada vez más delicado. Unos días después una de las enfermeras traía al mellizo sano y lo colocó en la cama del enfermo. (¿Habrá sido para que se despidan?). El niño sano abrazó al enfermito. Y no se imaginan: el mellizo enfermo comenzó a mejorar y más adelante sanó.
Yo tengo una hermano cirujano que después de mucho tiempo me visitó. Cuando nos sentamos a la mesa para comer, mi hermano comentó un caso que le preocupaba mucho: había tenido que separar por cirugía a unas mellizas. Una de ella estaba bien pero la otra estaba cada vez peor. Le comenté lo que yo había leído y le traje la revista para que vea el artículo. Lo leyó. Al terminar dejó el plato servido y se fue corriendo al hospital. Ordenó que trajesen la melliza sana y la pusieran en la cama de la enferma. La niña sana tocó con la mano a la enfermita y esta comenzó a reaccionar y mejorar.
Al médico le hicieron una entrevista sobre el caso y éste dio testimonio que así son las cosas de Dios que sabe salvar vidas.
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