Las sugerencias de este experto en psicología conjugan le fe católica con la psicología moderna
William Mackenna
Estoy constantemente absorto por las muchas responsabilidades y actividades de mi vida. Siento como si mi ansiedad estuviera empeorando cada vez más, y no logro relajarme ni disminuir el paso.
Estoy constantemente absorto por las muchas responsabilidades y actividades de mi vida. Siento como si mi ansiedad estuviera empeorando cada vez más, y no logro relajarme ni disminuir el paso.
¿Cómo puedo hacer para seguir con el dinamismo de la vida cuando es tan difícil decir no?
Esto de estar tan ocupado, me creas o no, es uno de los problemas más comunes. Tenía el mismo problema cuando iba a la universidad, y me había vuelto insoportable.
Un día fui a ver al capellán del campus y le hablé de mi ansiedad y de mi constante estar ocupado. “¿Por qué has elegido estar siempre tan ocupado?”. No lograba creer su respuesta.
Primero no me parecía que estar tan ocupado fuera una elección mía. Pero luego pensándolo bien, me di cuenta que él tenía razón. Había elegido yo estar ocupado.
Cada actividad extracurricular, cada invitación que aceptaba, todo lo que estaba haciendo, era mi elección.
Me di cuenta de que mi vocación de esa época era ser un estudiante universitario, y no era necesario estar involucrado en un millón de otras actividades extracurriculares.
Estas actividades extra me estaban, de hecho, causando ansiedad y añadían ruido a mi vida, impidiéndome tener tiempo de silencio indispensable para reflexionar y cuidar de mi mismo.
No estoy diciendo que no debemos tener actividades fuera de nuestro trabajo. El tiempo libre es muy importante para la salud mental y el bienestar social.
Las actividades que fungen de desembocadura social y dan tiempo para “recargarse” son de gran ayuda y pueden ser también maravillosas oportunidades para volverse más virtuosos.
El problema surge cuando estas cosas son fuentes de ansiedad más que de alegría y relax.
El centro de la situación difícil que estás pasando en este momento no está sólo vinculado con la elección de estar ocupados, sino también con la idea de que decir “no” a los demás tendrá consecuencias negativas sobre tu relación con ellos, sobre la imagen que tienes de ti mismo, o sobre ambas cosas.
En el centro de la necesidad de estar ocupados radica la idea de que sin las actividades con las que ocupar el tiempo perdemos valor hacia los demás y hacia nosotros mismos.
Cuando creemos esto, nuestra autoestima se vincula directamente con lo que logramos realizar y lo bien que hacemos lo que hacemos.
Una posible solución a este enfoque es recordar que tu dignidad y tu valor no se basan en las cosas que haces. Si sientes que una cierta actividad o un cierto compromiso te está causando un estrés excesivo y ansiedad, ¡olvídalo!
Probablemente será difícil. Nadie quiere aparecer como poco fiable, pero es mucho mejor que ser gobernados por el ansia o que nos salga una úlcera en el estómago.
Si estos cambios no te dan el alivio que buscas, entonces te recomiendo ir a un terapeuta para trabajar sobre las razones más profundas y personales que te empujan a estar siempre tan ocupado.
Y luego recuerda que Cristo te da dignidad y respetabilidad, y no importa lo que hagas o lo que piensen de ti otras personas: su amor por ti no cambiará nunca.
William McKenna, MS, es voluntario en el IPS Center for Psychological Services. El Institute for the Psychological Sciences ofrece cursos de psicología, tanto on line como en diversas estructuras del área metropolitana de Washington DC. Visita www.ipsciences.edu para más información.
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