La Iglesia es muy sensible a los accidentes de tráfico y las muertes que producen
Álvaro Real, aleteia
En España, durante el 2015 hubo 1.018 accidentes mortales en los que han fallecidos 1.126 personas y 4.843 han necesitado hospitalización como consecuencia de las heridas sufridas. (¿Cuáles son las estadísticas para el Perú?) La Iglesia siempre ha sido muy sensible a esta problemática y cerca de la Fiesta de San Cristóbal (3 de julio) celebra su Jornada por la Responsabilidad en el Tráfico.
En España, durante el 2015 hubo 1.018 accidentes mortales en los que han fallecidos 1.126 personas y 4.843 han necesitado hospitalización como consecuencia de las heridas sufridas. (¿Cuáles son las estadísticas para el Perú?) La Iglesia siempre ha sido muy sensible a esta problemática y cerca de la Fiesta de San Cristóbal (3 de julio) celebra su Jornada por la Responsabilidad en el Tráfico.
El responsable de la CEE para estos temas, monseñor José Sánchez explica: “En la carretera o en la calle, en el coche o como peatones, no podemos perder los modales y ser jueces inmisericordes con todos los que se cruzan en nuestro camino y hacen -o dejan de hacer- una maniobra o adoptan una actitud inadecuada. Todos hemos sido testigos, o protagonistas, alguna vez, de insultos o discusiones entre conductores por motivos, que, con un poco de paciencia, comprensión y educación, habrían quedado en nada”.
De igual manera se expresan algunos obispos en las cartas pastorales de hoy. Por ejemplo, el obispo de Tarrasa, monseñor Josep Angel Saiz Meneses, habla de la cortesía y la urbanidad en el volante: “Tener urbanidad es conducir con atención y con buenos modos y buenos modales. Esto es de gran importancia en la educación vial y los es para todos. Tratemos a los demás como nos agrada que ellos nos traten a nosotros”.
Decálogo del conductor:
I. No matarás.
II. Que la carretera sea para ti un instrumento de comunión entre las personas, y no de daño mortal.
III. Que cortesía, corrección y prudencia te ayuden a superar los imprevistos.
IV. Sé caritativo y ayuda al prójimo en la necesidad, especialmente si es víctima de un accidente.
V. Que el automóvil no sea para ti expresión de poder y dominio, ni ocasión de pecado.
VI. Convence con caridad a los jóvenes, y a los que ya no lo son, para que no se pongan al volante cuando no estén en condiciones de hacerlo.
VII. Apoya a las familias de las víctimas de los accidentes.
VIII. Haz que se encuentre la víctima con el automovilista agresor en un momento oportuno, para que puedan vivir la experiencia liberadora del perdón.
IX. En la carretera, protege a la parte más débil.
X. Siéntete tú mismo responsable de los demás
(«Orientaciones para la Pastoral de la Carretera», Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, Vaticano 2007).
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