martes, 7 de junio de 2016

Lincoln, la diócesis asombrosa: por qué funciona tan desproporcionadamente bien desde hace 20 años

Ordena tantos sacerdotes como Los Ángeles con 44 veces menos población

Lincoln, la diócesis asombrosa: por qué funciona tan desproporcionadamente bien desde hace 20 años


Carmelo López-Arias, ReL

Con sólo 97.000 fieles, Lincoln es una diócesis pequeña en un estado no pequeño en extensión (el 16º de Estados Unidos) pero sí en población (37º en número de habitantes, no llega a dos millones) y en densidad de población (43º sobre cincuenta), con una capital, Lincoln, donde vive un cuarto de millón de personas.


En su territorio, los católicos son solo el 16,4%, una cifra baja en la media nacional, y por debajo de la media del estado de Nebraska (28%), que sin embargo es alta en la media nacional. Eso configura una comunidad católica menos potente en recursos, pero más cohesionada.



Sobre esta base demográfica se edifica desde hace treinta años uno de los éxitos apostólicos más notables de la Iglesia norteamericana.



¿Crisis de vocaciones? En Lincoln, no
Según el Center for Applied Research in the Apostolate [Centro para la Investigación Aplicada en el Apostolado] de la Universidad de Georgetown, es la única diócesis estadounidense que todos los años desde 1993 ha estado entre las veinte primeras del país en proporción de sacerdotes ordenados por habitante.



Por ejemplo, en el trienio 2010-2012 se ordenaron 22 sacerdotes, en orden de magnitud prácticamente los mismos que los 34 que ordenó en el mismo periodo la diócesis de Los Ángeles con una población 44 veces mayor. Año a año, sólo 4 más en la megalópolis californiana que en su hermana del centro-norte del país.



Recientemente el obispo James Conley destacaba que teniendo en cuenta los de este curso, la diócesis habrá ordenado 17 sacerdotes en dos años. Todo ello permite unos buenos índices de reemplazo para un clero que figura entre los más jóvenes de Estados Unidos.



El obispo Conley, con los últimos ordenados en su diócesis.



Éstas son las cifras diocesanas:



-150 sacerdotes (cifra de 2012, hoy es superior) en 134 parroquias;



-141 religiosas de 14 órdenes y congregaciones;



-27 colegios católicos de enseñanza primaria, muchos dirigidos por religiosas o sacerdotes;



-6 institutos católicos de enseñanza secundaria, de uno de los cuales, el St Pius X High School, salieron 18 de los 48 jóvenes que entraron en el seminario en 2014;



-96% de alumnos católicos en escuelas e institutos.



Razones del éxito: un posible análisis
Son datos que resultan muy notables en el conjunto de las diócesis norteamericanas. ¿A qué se deben? Lo analizaba recientemente en su blog Brian Williams, ex agnóstico y ex luterano converso al catolicismo en 2006, historiador, casado y padre de cinco hijos. Por un lado, razones ajenas a la Iglesia, como la ventaja de concentrar más la población católica frente a la dispersión de grandes ciudades con porcentajes importantes de católicos del tipo de Los Ángeles, Chicago o Nueva York, o el carácter eminentemente rural y conservador del estado y en particular de la diócesis.



Partido de béisbol que juegan sacerdotes de la diócesis de Lincoln contra sacerdotes de la archidiócesis de Omaha para recaudar fondos para las vocaciones. En el minuto 5:22 tiene lugar un "incidente" de un jugador con el árbitro resuelto "sacramentalmente", como corresponde a un partido plagado de sacerdotes.



Pero además, Williams destaca cuatro tipos de razones de orden interno: gobierno bueno y estable, bajo nivel de clericalismo, continuidad litúrgica e identidad católica en la enseñanza.



Estabilidad y ortodoxia de los pastores
En los últimos cincuenta años Lincoln ha tenido sólo tres obispos: Glennon Flavin (1967-1992), Fabian Bruskewitz (1992-2012) y James Conley (desde 2012).



Según Williams, en ocasiones han sido "minusvalorados" por sus hermanos en el episcopado, pero han mantenido una continuidad "haciendo suyas las prioridades perennes de la Iglesia".



Baja clericalización de laicos
En Lincoln se aplica la máxima de que la clericalización de los laicos frena las vocaciones. No hay un programa de diaconado permanente, pero sí de acolitado y de lectorado.



El acolitado sólo lo ejercen hombres, según otro principio, promovido por la Santa Sede y empíricamente comprobado en las diócesis que lo aplican, de que cuando son compartidos por hombres y mujeres, el número de hombres disminuye o incluso acaban ejerciéndolo las mujeres en exclusiva. Como, según las estadísticas, el 80% de los seminaristas han sido monaquillos y el 50% lectores, el alejamiento de los hombres de ambos ministerios tiene una incidencia directa en la disminución de vocaciones.



En efecto, la instrucción Redemptionis Sacramentum de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, entonces (año 2004) dirigida por el cardenal Francis Arinze, establece que aunque "a esta clase de servicio al altar pueden ser admitidas niñas o mujeres, según el juicio del obispo diocesano y observando las normas establecidas", sin embargo "no se puede olvidar que del conjunto de estos niños, a lo largo de los siglos, ha surgido un número considerable de ministros sagrados" (n. 47). Y remite a la carta de la misma congregación en 1994 (entonces bajo el cardenal Antonio Javierre), que cita Williams en su análisis, donde la Santa Sede aplaude la decisión de diócesis de Lincoln de que "se mantenga la clara tradición que se refiere al servicio al altar por parte de niños", porque "donde esto se ha efectuado las vocaciones sacerdotales felizmente han aumentado. Siempre permanecerá que los niños que ayudan continuarán y sustentarán el semillero".



En Lincoln, el número de acólitos o lectores es grande (30 o 40 en una parroquia de 1200 fieles), y ministerios extraordinarios como la distribución de la comunión por laicos sólo se utilizan bajo necesidad, no como algo habitual. No hay niñas monaguillo y sí mujeres lectoras, aunque en las misas de diario, no en las de domingo.



Paz litúrgica
Tras la reforma postconciliar, sostiene Williams, los obispos de la diócesis de Lincoln han mantenido la sobriedad, el respeto a los cánones y el fomento del esplendor de la liturgia.



En los años 90, monseñor Bruskewitz fomentó la coexistencia con la misa tradicional e invitó a la Fraternidad de San Pedro, acogida a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, a instalar en la localidad de Denton su seminario norteamericano. Actualmente siete sacerdotes diocesanos la celebran, entre ellos el rector del seminario diocesano, quien lo hace una vez al mes para los seminaristas, y también ocasionalmente el mismo obispo actual, monseñor Conley. Buena parte del clero joven de la diócesis está aprendiendo a decirla, y los seminaristas diocesanos y los de la Fraternidad de San Pedro hacenconvivencias y vigilias de oración juntos y rezan vísperas "según el viejo y el nuevo rito".



En la misma línea de mantener una continuidad litúrgica, el obispo Conley fomenta que también la liturgia postconciliar en inglés se celebre ad Orientem [hacia Oriente] esto es, con el sacerdote vuelto "hacia el Señor", en vez de hacia el pueblo. Él lo hace todos los domingos desde 2014, y anima a los sacerdotes a hacer lo mismo, lo cual siguen el 40% de las parroquias.



Formación católica específica
Los obispos que siguieron a monseñor Flavin mantuvieron su criterio de que los colegios católicos mantuviesen su identidad frente a la mundanización, tuviesen un coste asequible (algunos están entre los colegios privados más baratos de Estados Unidos, 100 dólares al año) y que en el plantel de profesores abundasen sacerdotes, religiosos y religiosas y llevasen sus signos distintivos: alzacuellos o hábito. En el citado instituto San Pío X, para 1200 alumnos de enseñanza secundaria hay 4 religiosas y 15 sacerdotes.



La hermana Collette es la superintendente de los colegios en la diócesis de Lincoln y hermana del anterior obispo, Fabian Bruskewitz. Aquí se les ve en dos fotos distanciadas varias décadas.



Otra medida característica de la diócesis de Lincoln: los sacerdotes recién ordenados dan clase en el instituto durante al menos 5 años, aunque algunos además estén destinados en parroquias. De esta forma la interacción entre el clero joven y la juventud es elevada, lo que ayuda al alto índice de vocaciones.



Además, y frente a otras diócesis donde el colegio asiste colectivamente a misa una vez al mes o una vez a la semana, en Lincoln la misa colectiva por grados es diaria.



Todos estos elementos, según el análisis de Brian Williams, explican los buenos resultados evangelizadores de la diócesis de Lincoln. Él los sintetiza en que, en vez de intentar adaptarse a la agenda secularista (véase la contundente carta del obispo Conley contra la reciente normativa de la Administración Obama imponiendo la ideología de género), sus últimos tres obispos han mantenido "una agenda exclusivamente focalizada en salvar almas" según los criterios milenarios de la Iglesia. Para muchos es una sorpresa, pero... funcionan.

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