Luis Delgado, catholic-link
El post que vas a leer a continuación propone una corta reflexión a un video difundido por el portal de noticias GOOD, y que fue elaborado en base a datos del World Factbook de la CIA en USA. El mismo presenta de forma muy didáctica, pero a la vez cruda e impactante, cuál sería el resultado estadístico de necesidades y atributos clave para la población mundial si esta fuera solo de cien personas. Más allá de brindar claridad a la distribución en realidades importantísimas para el mundo de hoy, bajo un ojo crítico, nos habla también de la desigualdad y carencia de búsqueda del bien común que vivimos actualmente.
Esta animación puede resultar atractiva y didáctica, o quizás no, pero algo que si nos toca ponderar e interiorizar es que los números y muñecos que vemos en el video representan personas. Sin importar las cifras, son seres humanos, como tú y como yo, que sufren y viven en una cruda realidad.
La sensación que me dejo la primera vez que lo vi, fue pensar que es evidente que algo no anda bien. Luego seguí con una serie de quejas en la línea de «¿Cómo es posible que suceda esto …? ó ¿Por qué nadie habla de aquello…?» hasta que me di cuenta que quejarse no sirve de mucho, indignarse es fácil y todos podemos hacerlo … pero plantear soluciones que hagan más dignas a las otras personas no lo es tanto. Sin embargo, para plantear respuestas correctas hay que hacerse preguntas correctas. San Juan Pablo II en la encíclica Centessimus Annus nos decía:
«Es un estricto deber de justicia y de verdad impedir que queden sin satisfacer las necesidades humanas fundamentales y que perezcan los hombres oprimidos por ellas. Además, es preciso que se ayude a estos hombres necesitados a conseguir los conocimientos, a entrar en el círculo de las interrelaciones, a desarrollar sus aptitudes para poder valorar mejor sus capacidades y recursos. Por encima de la lógica de los intercambios a base de los parámetros y de sus formas justas, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad. Este algo debido conlleva inseparablemente la posibilidad de sobrevivir y de participar activamente en el bien común de la humanidad» (Centessimus Annus. San Juan Pablo II).
¿Basta con plantear proyectos sociales o generar leyes? La estadística se enfoca en aspectos importantísimos como el acceso a la educación, la distribución de la riqueza, la desnutrición y el hambre, el acceso al agua, vivienda, etc., sin embargo, la lucha está en el interior de las personas, en reconocer que el bien común se construye en mi día a día, y no lo puedo construir solo sino con los que me rodean, con el favorecido y con el que sufre.
Constant Julius Ferdinand Van Gestel en su libro La Doctrina Social De La Iglesia» (escrito hace más de cincuenta años) menciona que: «La caridad de ayer se ha convertido en muchos casos en la justicia de hoy». El contexto era muy distinto hacia los años sesenta, una época de fuertes cambios en el mundo y en la Iglesia, cambios como los que vivimos en la época de hoy, y creo que hay que reconocer, con un poco de vergüenza, que si el mundo continua así quizás la justicia que se aclama hoy, se convierta en la «caridad» de mañana. Es decir que, sí, quizás si se genere un cambio impulsado por nuevas políticas, proyectos sociales y/o tecnología, pero tristemente este quizás no se origine por abrirse al misterio de lo que es el hombre y su dignidad como creación de Dios, sino por una «caridad» distorsionada y superficial generada por la pena, o por no llegar a estándares de nivel de vida.
Nuevamente citando la Centessimus Annus, valdría la pena reflexionar en que: «El amor por el hombre y, en primer lugar, por el pobre en el que la Iglesia ve a Cristo, se concreta en la promoción de la justicia. Ésta nunca podrá realizarse plenamente si los hombres no reconocen en el necesitado, que pide ayuda para su vida, no a alguien inoportuno o como si fuera una carga, sino la ocasión de un bien en sí, la posibilidad de una riqueza mayor. Sólo esta conciencia dará la fuerza para afrontar el riesgo y el cambio implícitos en toda iniciativa auténtica para ayudar a otro hombre».
Aproximarse al bien común, a través de una recta comprensión y vivencia de la caridad es el desafío de nosotros, los laicos. En efecto el video habla de una mayoría cristiana, y adicionalmente que más del 90% de la población mundial profesa una religión, lo que indica que la mayor parte de las personas en el mundo buscan a Dios. Esto, creo yo, es motivo suficiente para, a pesar de todas nuestras incoherencias, seguir adelante y esforzarnos en buscar un mundo mejor desde lo poco que podamos hacer.
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