miércoles, 9 de julio de 2025

La visión de san Juan Pablo II sobre el nacionalismo y patriotismo

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Aunque el nacionalismo y el patriotismo puedan parecer similares, san Juan Pablo II creía que existía un marcado contraste entre ambos

Por muy parecidos que sean, el patriotismo y el nacionalismo son muy diferentes. Un santo moderno, san Juan Pablo II, tenía una visión muy clara de ambos términos, pero antes, veamos qué se entiende por cada uno.

El patriotismo se considera a menudo una virtud moderna, una parte necesaria de la vida de todo ciudadano. Es una forma de honrar a nuestro país y de sentirnos orgullosos de ser sus ciudadanos.

Estrechamente relacionado con el patriotismo está el concepto de nacionalismo, una visión similar que tiene en gran estima a nuestro país y trata de llamar la atención sobre todas las cosas positivas que ocurren en él.

Nacionalismo frente a patriotismo

En un discurso ante las Naciones Unidas en 1995, san Juan Pablo II habló claramente de la diferencia entre ambas ideas:

"Tenemos que aclarar la diferencia esencial entre una forma malsana de nacionalismo, que enseña el desprecio por otras naciones o culturas, y el patriotismo, que es un amor apropiado por el propio país".

El verdadero patriotismo nunca busca el bienestar de la propia nación a expensas de otras. Porque al final esto perjudicaría también a la propia nación: hacer el mal daña tanto al agresor como a la víctima.

La visión del patriotismo de an Juan Pablo II se hace eco de las palabras del Catecismo de la Iglesia Católica sobre los deberes de los ciudadanos:

"Es deber de los ciudadanos contribuir junto con las autoridades civiles al bien de la sociedad con espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio a la patria se derivan del deber de gratitud y pertenecen al orden de la caridad. La sumisión a las autoridades legítimas y el servicio al bien común exigen que los ciudadanos cumplan sus funciones en la vida de la comunidad política".

(CEC 2239)

Es bueno enorgullecerse del propio país y defender todo lo bueno que contiene.

San Juan Pablo II lo explicó así

Sin embargo, no es bueno tener un orgullo excesivo por el propio país, hasta el punto de empezar a mirar a las demás naciones como inferiores. San Juan Pablo II explica este concepto:

"El nacionalismo, sobre todo en sus formas más radicales, es, pues, la antítesis del verdadero patriotismo, y hoy debemos velar por que el nacionalismo extremo no siga dando lugar a nuevas formas de las aberraciones del totalitarismo. Se trata de un compromiso que también es válido, obviamente, en los casos en que la propia religión se convierte en la base del nacionalismo, como desgraciadamente ocurre en ciertas manifestaciones del llamado 'fundamentalismo'".

El nacionalismo puede conducir al totalitarismo, por el que una nación busca conquistar a otras, o incluso subyugar a sus propios ciudadanos a través de una agenda nacionalista.

Como cristianos, debemos sentir patriotismo por nuestro país, pero debemos rechazar cualquier forma de nacionalismo que pretenda conquistar a otros y menospreciar a otros pueblos y culturas.

Philip Kosloski, Aleteia

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