sábado, 8 de agosto de 2020

Estoy a tu puerta y llamo: Suaves confidencias

Es como si conversara contigo...                                                                                                  

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'



1468. 6 de octubre.
Yo había rehecho el bordado de oro del velo para la bendición y un poco por vanidad, pensaba mostrarlo a mis amigas.
El: ¿No te basta con que lo vean Mis Ojos?
1469. 11 de octubre.
Yo pronunciaba con mucha ponderación las palabras 'Padre Nuestro'. Me dijo: Dios es tu Padre. Entra bien en la profundidad de esa palabra. El te ha adoptado por Amor, pues es el amor siempre la causa de las adopciones. Que te deleite la dulzura de ser hija de un tal Padre. Sobre todo, no te admires del Nombre que a Sí mismo Se da; lo contristarías. Y piensa que ningún padre es Padre como El y esto te animará a esperarlo todo de El, en medidas insospechadas; y que debes hacer crecer incesantemente tus balbuceos de afecto y reconocimiento. Porque El vela sobre todo lo tuyo y lo conoce mejor que tú.
El es el Alma de tu alma. Ha puesto en ti Su Morada. Es allí donde debes buscarlo con una sonrisa, deseándole que Su Reino venga por fin, que Su Voluntad sea hecha. Pídeme el aumento de tu Fe en Su Presencia íntima. No temas abusar, ¡es tan poco lo que pides! ¿Por qué?
Examínate, a lo mejor es una falta de confianza. ¿O será despreocupación? ¿O más bien una inclinación a no contar sino contigo misma? ¡Cuántas alegrías perdería Yo si no Me dejaras ayudarte!
Ama en todo momento. Ya hace tiempo que aprendiste a distinguirme de todas las
cosas de la Tierra. ¡Qué lejana estabas al principio! ¡Y rara! Te Me dabas simplemente a la hora de la comunión y no pensabas para nada en vivir apretada a Mí en todos los actos del día. . . ¿No podrás ahora reparar el tiempo perdido y entrar dulcemente en el tiempo de los desposorios?
ReL

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