sábado, 30 de marzo de 2019

Diálogos con Dios: “SÉ HUMILDE”



¿Sabes qué es lo que más me cuesta? La humildad. Conozco el valor que tiene la humildad para Dios. Las Escrituras están llenas de referencias sobre la humildad. “Sean humildes, amables, comprensivos, y sopórtense unos a otros con amor.”
(Efesios 4, 2)
San Agustín en su inmensa sabiduría decía: “Si quieres santo, sé humilde, si quieres más santo, sé más humilde, si quieres ser muy santo, sé muy humilde”.
La humildad es una meta difícil de alcanzar, involucra la templanza, el autodominio, el negarse uno mismo a ciertas cosas, el reconocer que nada podemos si Dios.
El Papa Francisco habló sobre la humildad: “La humildad sin humillación no es humildad. Humilde es aquel hombre, aquella mujer, que es capaz de soportar las humillaciones como las ha soportado Jesús, el humillado, el gran humillado”.
Sé que no soy humilde cuando me sale el mal carácter.
Siempre he soñado con ser santo, para agradar a Dios, un santo invisible, de los que nos hablan y que sólo Dios los ve. Pero me percato lo difícil que es trayecto y los cientos de piedras que debo esquivar para ascender a su montaña.
Cada piedra tiene un nombre, un pecado, la mayoría dicen: “ORGULLO” no directamente, pero significa lo mismo: “ALABANZA”, “VANIDAD”, “ARROGANCIA”.
A veces tengo diálogos íntimos con Dios. Me siento en un lugar solitario, le digo: “Aquí estoy Señor”. Lo tengo frente a mí, charlando como un amigo que me orienta e imagino que hablamos…
Humildad Claudio.
Me gustas humilde.
Te amo humilde.
Te lleno de gracias cuando eres humilde.
La humildad es la puerta para mis gracias.
Una persona humilde siempre es agradecida.
Agradece cualquier pequeño gesto, y acepta  todo. Y ofrece todo.
Me gustan los humildes porque la caridad habita en la humildad.
La humildad es un gesto de amor y abandono.
Mis santos, todos han logrado un alto grado de humildad.
¿Y todos fueron humildes Señor?
No todos, pero con un gran esfuerzo lo consiguieron.
Fueron humildes y amables.
¿Qué es un santo?
Un espejo de Dios. Donde se refleja mi caridad.
Donde los desamparados encuentran mi amor.
Sé humilde y será santo.
Sé santo y me encontrarás.
Los humildes heredarán la tierra.
En tu humildad, al aceptar la deshonra, las humillaciones, me abres la puerta de tu alma.
El santo abandono es la llave para abrir la puerta de la humildad.
El que acepta las cosas y las ofrece, me da la llave para entrar a su alma.
Yo toco y ustedes deben abrir.
Yo llamo y ustedes deben responder.
Y la  respuesta que más me llega, que más me agrada es la humildad.
 Claudio de Castro, Aleteia










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